Una nueva edición de la Regata de la Prensa organizada por el YCU permitió a periodistas de medios locales vivir, en primera persona, la competencia a bordo de un velero. No solo se fomentó el deporte, sino la fraternidad y el compañerismo de la náutica. Fue una invitación a los participantes a conocer las más profundas historias que nacen en el medio del mar.
El pasado sábado 13 de noviembre de 2021, como lo hace desde 1985, el Yacht Club Uruguayo (YCU) realizó la 36° Regata de la Prensa. Se trata de un evento que se creó a modo de agradecimiento a los medios de comunicación que realizan coberturas periodísticas de las actividades deportivas a vela.
Se designó a uno o dos periodistas en cada embarcación inscripta para la regata. Participaron periodistas de distintos canales, radios, medios de prensa y de redes sociales. Como en todas las regatas náuticas se hace un camino que, en este caso, fue de 8 millas.
Fue un recorrido costero de mucho disfrute y, posteriormente, se entregaron los premios al primero, segundo y tercer lugar de los barcos y a los medios de prensa que estuvieron en ellos. El ganador fue el semanario Brecha, en segundo puesto quedó el programa Trece a Cero de Del Sol FM, y el tercer lugar se lo quedó la revista Dossier. En la premiación se invitó a los participantes a un brindis con una picada de por medio.
Mercedes Alzola es integrante de la Comisión de Regata y una de las piezas claves en la organización del evento. Comentó a La Mañana que el día se vivió como una fiesta. “Estos eventos son una forma de abrir las puertas del club y de la náutica a todos los periodistas y medios. Es bueno que se acerquen al deporte y vean que es accesible y divertido”, dijo.
Por otro lado, destacó el hecho de que en el club se conocen entre todos, por lo que la camaradería es el centro del funcionamiento de la institución. “Somos una familia, el club es nuestra segunda casa, nos apoyamos unos a otros como arriba de un barco”, añadió Alzola.
La Mañana también participó de la regata, fue parte del velero Flamenco, perteneciente a Santiago Prota, un argentino que llegó a Uruguay hace unos seis años con su familia compuesta por su esposa y sus cuatro hijas: Inés, Sofía, Clara y Ana, quienes también navegan.
Ya en cubierta, y aún en el puertito del Buceo, era inevitable vivir en primera persona el clima de fraternidad que emanaban quienes serían los responsables de hacernos navegar hasta Punta Carretas: Santiago Prota, sus hijas Clara y Ana y Álvaro Scalabrini –socio del club y oficial de vías honorario–.
La experiencia de ellos, así como la calma y seguridad que expresaban, fueron fundamentales para una regata disfrutable desde el primer minuto. Santiago se encargó de contarnos historias que datan desde sus inicios en el mar, a los seis años. Comenzó con su hermano en el Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) gracias a que el tío de ambos estaba vinculado a la náutica y les trasmitió el gusto por ella.
Recordó que se pasaban todo el día en el club, entrando a la mañana y saliendo al atardecer, cuando no tenían que ir a la escuela. “Nos recibía el entrenador y salíamos a navegar entre dos a cuatro horas. Seríamos unos 20 o 30 chicos que hacíamos eso todo el verano”.
Prota hoy tiene 56 años. Al llegar de Argentina en 2014 con su familia, una de las primeras cosas que hicieron fue asociarse al YCU. “Fue una forma de continuar con lo que hacíamos en nuestro país, así como era importante traer la alfombra y los cuadros, era importante seguir con el deporte”, explicó.
Toda su familia está vinculada a la náutica: tres de las hijas tienen una embarcación optimist; una de ellas posee un 29er y Prota posee un laser y el velero Flamenco en el que nos embarcamos para la regata.
Historias de compañerismo: adversarios no contrincantes
Como lo dijo Alzola y también lo reafirmó Prota: el ambiente de la náutica es de compañerismo, camaradería y respeto. En ese sentido, el entrevistado resaltó dos momentos que lo marcaron y definen las principales características de la disciplina que ama y es pilar en su vida.
Cuando tenía 13 años, saliendo del CUBA, debía navegar unas 7 millas hasta San Isidro. Estaba solo y en el medio del río, por una mala maniobra, el timón de su velero se rompió. “Me quedé en el medio de la nada, no había manera de comunicarse con tierra”, relató. Sin embargo, a la distancia, vio un barco de la Escuela Hernán Biasotti que se dirigía a otro destino. Como los alertó flameando la vela ellos se acercaron, lo levantaron y lo llevaron a tierra, donde le ofrecieron un chocolate caliente.
“Esto pasó hace 40 años y aún recuerdo la chocolatada. Ellos se desviaron totalmente de lo que tenían que hacer y tuvieron la calidez para transformar ese mal rato en un buen rato. No me acuerdo del frío, ni del miedo, solo me acuerdo del chocolate caliente”, expresó.
Sostuvo que en este deporte no existen los contrincantes sino los adversarios. En ese sentido contó que en una regata de optimist cuando era preadolescente, el chico que venía primero le había sacado una vuelta al último. Este se tumbó, pero quien venía ganando se tiró al agua, lo ayudó a dar vuelta su barco y a subir, posteriormente volvió a la regata.
“Eso en un niño no tiene precio. Son las cosas que más destaco del deporte. El resultado es importante, pero si ganaste y no supiste tener el respeto de tus compañeros, no le ganaste a nadie. Tu contrincante es la ola, es el viento, los cambios de clima, los otros son adversarios que en algún momento te ayudan”, aseguró Prota.
Promover la independencia
Una de las consultas realizadas al navegante fue sobre los valores que transmite la disciplina cuando se comienza a formar en ella a los niños; aseguró que la independencia es fundamental. “En el momento que suelta su segundo pie de la rampa para pasar al velero, es él quien maneja, quien elige si ir para estribor o babor. Es un proceso en el que se ve cómo, de a poco, el niño deja de mirar al entrenador y mira más el agua, empieza a tomar decisiones solo”, describió.
Considera que es importante inculcarles la independencia de tomar decisiones y saber que si se equivoca tendrá consecuencias.
Por otra parte, comentó que en Argentina la jornada de navegación es más larga que la uruguaya, por ejemplo, de 10:00 de la mañana a las 17:00 horas, y cuando Prota era entrenador le pasaba que, a veces, a los chicos se les escapaba ‘papá’ en vez de ‘entrenador’. “Lo que pasa es que te transformás en un referente muy fuerte, y lo mejor es que ese vínculo sea positivo”, aseguró.
Con el apoyo de la familia
Si bien todos los Prota navegan, el hecho de las competencias o entrenamientos de fin de semana los podría mantener alejados, es por eso que el entrevistado destaca la importancia de que la familia apoye la práctica de la navegación y se hagan actividades en conjunto, de ser posible.
“Mis cuatro hijas navegan, dos en optimist y las más grandes están entrenando para el sudamericano en Mar del Plata que es un mes. Cada una navega con su frecuencia y su modalidad: Ana aún es pequeña y por eso es más libre. Pero Clara lo disfruta muchísimo y es muy estructurada; Inés es de fierro, de esas personas que está descalza en pleno invierno; y Sofía es una princesa navegando por su prolijidad. Pero todas lo hacen bien y lo disfrutan a su manera”.
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