En conversación con La Mañana, la comunicadora analiza la situación actual de la televisión, la radio y el teatro, y hace énfasis en la importancia de que los actores uruguayos tengan mayores oportunidades.
Desde muy pequeña encontró en la actuación su vocación, pero en un comienzo optó por estudiar derecho. Pronto descubrió que no era lo que quería y decidió formarse en arte dramático. En paralelo a las obras de teatro, inició un camino en los medios que continúa forjando hasta el día de hoy. En conversación con La Mañana, la comunicadora analizó la situación actual de la televisión, la radio y el teatro, e hizo énfasis en la importancia de que los actores uruguayos tengan mayores oportunidades. También habló sobre su futuro y contó acerca de su experiencia de trabajo social en Rivera.
¿Cuándo descubrió su vocación?
Con referencia al arte dramático, creo que, sin saberlo, desde niña. Todo lugar que se pareciese a un escenario me resultaba atractivo. Mi primera obra de teatro la hice a los 12 años y más tarde, en mi adolescencia, tomé algunos cursos de improvisación, formamos un grupo de teatro en mi barrio con el que experimentamos el teatro callejero, hasta que ingresé a la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático).
¿Con qué soñaba cuando era niña? ¿Qué quería ser de grande?
No sabía a ciencia cierta qué quería ser de grande, pero siempre me veía hablando en público. En mi horizonte pensaba en ser maestra, profesora. De hecho, me iba a anotar en el IPA y por razones de salud no llegué a anotarme a tiempo y terminé en Facultad de Derecho. Todo tenía que ver con comunicación.
¿Por qué eligió estudiar derecho?
Venía de una orientación humanística y materias como Derecho y Sociología me gustaban mucho. Ambas coincidían en el programa de primer año, así que pensé ir por ese lado. Pero después me di cuenta de que el derecho no era para mí. A eso se le sumaba que era un tiempo en que los grupos eran tan numerosos que el docente hablaba por micrófono. Era un vínculo muy lejano, solo teníamos la chance de intercambiar y preguntar lo que no habíamos entendido en otra clase (en un salón pequeño y con menos personas) pero otro día de la semana. No me sentí demasiado estimulada.
Hice todo el esfuerzo porque soy hija de una generación de padres que esperaba aquello de “M’hijo el dotor”. No quería defraudarlos porque sabía que sus historias habían sido muy duras y tenían todas las expectativas de que yo no corriese con la misma suerte. Finalmente, una mañana de domingo, mientras tomaban mates en la cama, les dije que no era feliz, que seguro había nacido para otra cosa, y lo entendieron.
O sea que tuvo el apoyo de su familia en este camino.
Mis viejos siempre me apoyaron. Y creo que igual, a la postre, alguna que otra satisfacción les di. A los 19, cuando les dije que quería hacer arte dramático, confieso que se quedaron sorprendidos. No entendían que había una escuela para ser actor o actriz. Me dieron la bendición y yo, como contrapartida, cuando terminé la EMAD me anoté en el Colegio José Pedro Varela para estudiar un secretariado bilingüe. Mi idea era perseguir mi sueño en los escenarios, pero ser solvente económicamente y conseguir un trabajo a corto plazo. Solo ejercí ese rol durante unos meses, porque enseguida comenzó mi vínculo con los medios.
¿Cómo fueron sus inicios en los medios?
Al terminar el secretariado me convocaron de radio Carve para ayudar en la producción de dos programas, a lo cual les dije que era secretaria y no productora. Sin embargo, la idea de manejar agenda y organizar temas e invitados entraba dentro de lo que podía hacer. Y así fue. Hasta que un día el conductor de uno de los programas para el que trabajaba, Jorge Monsalve, tuvo un accidente en ruta y de apuro me pidieron hacerme cargo del programa junto al locutor de la radio. Y así, venciendo todos los miedos, empecé a hacer radio. Más tarde quedé semifinalista en un concurso de comunicadores en Canal 10 y de allí me convocaron para conducir una revista en Canal 5, “Queremos la tarde”. Luego vino Canal 4 con “Buen día Uruguay”, “De palos y astillas” (programa que produje y conduje), “Vespertinas”, y una serie de ciclos cortos que sumaron en mi carrera.
¿Qué la llevó a la Escuela de Comedia Musical de Julio Bocca en Buenos Aires?
Luego de finalizar “Queremos la tarde” en Canal 5 me fui a Buenos Aires a la casa de un amigo vestuarista que me sugirió aprovechar ese tiempo para profundizar en algo que me gusta que es la comedia musical. Julio Bocca fue el primero en abrir una escuela y, prueba de por medio, pude ingresar. Tenía 27 años y experiencia en canto, baile y actuación, que eran condiciones excluyentes. Ya casi al final, me llamaron de Canal 4 para tomarme una prueba para formar parte de “Buen día Uruguay”. Por un tiempo pude viajar a Buenos Aires para mis clases y volver a trabajar en Montevideo, pero se me hacía cuesta arriba porque las clases eran muy intensas y llegaba bastante cansada. Y con el tiempo mi labor en la revista se intensificó, empezamos a cubrir el país entero con los móviles, luego salieron varios viajes al exterior que significaban horas de edición y presentación en vivo de los informes. En fin, la televisión ocupó todo mi tiempo. A eso se sumaban mis funciones de teatro los fines de semana. Fue una época en la que trabajaba de lunes a lunes.
¿Cuáles son las dificultades que atraviesan los actores uruguayos?
Por la pequeñez del mercado, es difícil que los actores se profesionalicen. Sería esencial que se desarrollara más la industria de ficción audiovisual, sobre todo en televisión abierta, para dar más popularidad a los actores uruguayos. Da pena que teniendo tantas actrices y actores talentosísimos se opte por algún extranjero para los roles centrales. Espero que con el desarrollo de las nuevas series que se están filmando en Uruguay se visibilicen un poco más nuestros colegas.
¿Pensó en desarrollar una carrera en el exterior?
La verdad es que la televisión y el teatro en Uruguay me mantuvieron siempre activa. No se me ocurría probar suerte en el exterior puesto que todo lo que estaba haciendo en mi país me gustaba y no quería renunciar a ello. Luego llegaron mis hijas y fueron mi prioridad. No las hubiese dejado para irme a otro país. Hoy, tal vez, ya adultas, podría pensar en algún desafío y no sentiría que las abandono. De todas formas, adoro estar al pie del cañón. Soy feliz con ellas y me encanta acompañarlas en su crecimiento, estudios, entre otras cosas.
¿Cómo ve la televisión de hoy? ¿Considera buena la oferta de programas?
Creo que hay para todos los gustos, menos para los niños (hablando de televisión abierta). Cuando era niña, existía un horario específico para nosotros. Era muy convocante porque coincidía con la hora en la que llegábamos de la escuela. Era nuestro premio ver dibujitos y tomar la merienda. Hoy ese tipo de propuestas están en el cable y otras plataformas.
En cuanto al resto de la programación, salvo los programas de entretenimiento, los demás están bastante alineados en el contenido; el tema del día se repite en casi todos, con la salvedad de que cada producción le da su propia impronta. Lo que ocurre hoy, se aborda desde la mañana hasta la noche. En este sentido y durante la pandemia, plataformas como Netflix crecieron en forma exponencial. La gente ya no quería seguir escuchando hablar de lo mismo, de covid, y escapaba a las series, películas, realities. Creo que lo que nos quedó de ese tiempo es la necesidad de ver muchos productos y variados.
Me enorgullece que se siga apostando a programas nacionales o formatos comprados, pero conducidos y producidos por uruguayos. Me toca participar en MasterChef Celebrity y me encanta ver la superproducción que significa. Se apuesta a lo grande y sale impecable.
¿Y la radio?
Es maravillosa. El poder de la palabra como única herramienta para atraer al público. Uno se despreocupa por la imagen y se ocupa solamente del contenido. Es infinitamente más relajado que trabajar en televisión, aunque el compromiso es el mismo. Dicho esto, confieso que a veces extraño la adrenalina que supone un set de televisión, donde hay mucha más gente trabajando y corre una energía impresionante.
¿Qué espera para el futuro de la televisión y de la radio? ¿Son medios preparados para aggiornarse lo necesario?
El futuro de los medios electrónicos pasa necesariamente por la convergencia de los diversos soportes. Por eso es muy importante el desarrollo digital que se está realizando por ejemplo en Medios Públicos. El público cada vez busca menos la noticia porque esta va cada vez más a él, dondequiera que se encuentre y en cualquier dispositivo.
¿Cómo definiría al público teatral uruguayo? ¿Hace falta mayor difusión o apoyo para el teatro?
Es heterogéneo. Antes pensaba que era un público exigente en general, pero creo que eso se circunscribe solo a los espectáculos uruguayos y a los actores uruguayos. Han llegado propuestas desde el exterior y las salas se llenan solo por ver a una figura de televisión reconocida, y ahí no se cuestiona tanto el valor del producto cultural. Sin embargo, a los uruguayos, los mismos uruguayos nos vemos con lupa. Por otro lado, hay un público que forma parte de una élite acostumbrada a la buena dramaturgia que sabe bien lo que conviene ver. En cuanto a la difusión de las propuestas creo que, con la aparición de las redes sociales, estamos mucho más cerca de la gente. No se entera quien no quiere.
¿Hacen falta incentivos para acercar a más gente a la cultura?
Desde 1985 hay un gran desarrollo de estímulos estatales a la cultura. Para poner el ejemplo del teatro, el Fondo Nacional de Teatro fue creado en 1992 y sigue con mucha fuerza. A eso se suman los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura, creados en 2007, e iniciativas de apoyo que involucran también a las empresas, como los Fondos de Incentivo Cultural. Creo que estamos en un buen momento para emprender proyectos culturales.
¿Cómo es su presente?
Actualmente estoy al frente, junto a Leonardo Lorenzo, de “Buenas tardes Uruguay” en Radio Uruguay. Estamos al aire todos los días de 14 a 17 horas, despuntado el vicio de volver a trabajar juntos en un formato que nos viene como anillo al dedo. Cada tanto tenemos la posibilidad de dejar el estudio de la calle Sarandí y salir en vivo desde el estudio móvil de Medios Públicos. Eso nos permite tanto ir a un barrio de Montevideo como llegar hasta la Fiesta de la Patria Gaucha, y tener un contacto directo con el público, que nos encanta.
¿Tiene proyectos en carpeta?
En televisión tengo una propuesta para la segunda mitad del año. Por ahora, lo tomo solo como eso: una propuesta. En teatro se viene el reestreno de “Bajo terapia”, un espectáculo que estrenamos en 2019 y que teníamos muchas ganas de poner en escena nuevamente. Primero porque el elenco es fenomenal (a nivel humano y actoral) y también porque el tema está más vigente que nunca. La producción es de Diego Sorondo y la dirección de Alvaro Ahunchain. El 10 de junio arrancamos en Sala Teatro Movie.
Si le tuviera que dar un consejo a alguien que quiere dedicarse a la actuación, ¿cuál sería?
Si te gusta, hacelo. Hoy, con las grandes producciones que se hacen para el exterior en Uruguay, se necesitan actores y actrices nuevos. De pronto pegás un exitazo y tu carrera toma otro giro. Fijate en Antonio Ripoll, sin ser actor, hoy es el gran protagonista de la serie Bichero que pone al aire NatGeo. ¡Todo puede ser!
¿Cómo atravesó la pandemia?
La pandemia me tomó trabajando en “Vespertinas” (Canal 4). Creo que fue lo mejor que me podía haber pasado. Primero porque conté con un empleo y segundo porque a diferencia de mucha gente, pude salir de mi casa todos los días. Eso me daba aire y disminuía un poco la angustia que las circunstancias nos provocaban. Fue un desafío grande comunicar en un programa diario cuando el mundo estaba detenido, y buscarle la vuelta para producir contenido que indefectiblemente estaba teñido de la pandemia. No había otra cosa. Por otro lado, y luego de lamentar unas cuantas pérdidas, me prometí varias cosas que voy cumpliendo de a poco. Hoy relativizo mucho. Me tomo otros tiempos. Ya no voy si no quiero y no busco una excusa elegante para quedar bien; solo digo: “Perdón, pero no quiero ir”. Siento que dejé de correr. Sigo involucrada en muchas cosas, pero mi perspectiva es diferente.
Ha contado que Nelly Goitiño fue una de sus grandes maestras. ¿Cómo era su relación?
Fue una docente de teatro y de la vida. Las clases las dictaba en un salón pequeño, los alumnos nos sentábamos formando una medialuna y ella en un mano a mano con nosotros desde un escritorio. ¡Clases magistrales! Fue una mujer muy cálida, muy fina, hablaba con un tono de voz muy suave. Era una delicia escuchar sus enseñanzas, sus anécdotas, su amplio conocimiento. En fin, una maestra como pocas. Hay palabras de Nelly que las he tomado como máximas y no me han fallado. Aún hoy las cito.
¿Por ejemplo?
Recuerdo que se planteó en una clase qué hacer cuando un actor no logra avanzar en la construcción de un personaje y ella solo dijo: “Como si llevaras una carga muy pesada sobre tus hombros, déjala deslizar por tu espalda y que caiga, sigue adelante y no mires para atrás o te convertirás en una estatua de sal”. Y cada vez que algo me pesa demasiado en la vida, esas palabras se resignifican para mí. Le hago caso: dejo lo que no sirve y a tomar otros rumbos.
Ha sido muy premiada a lo largo de su trayectoria. ¿Qué significa para usted?
Los premios son un mimo. Hoy mi premio es seguir vigente y haciendo lo que me gusta que es comunicar. La televisión, la radio, el teatro, son todos caminos lindos que me dan muchas satisfacciones.
¿Le gustaría que sus hijas siguieran su camino?
Una va por la licenciatura en Comunicación y se recibe el año próximo. La más chica ya se anotó en un curso de actuación ante cámara. Así que la historia continúa en esta familia. Yo estoy feliz, que hagan lo que más les guste.
Trabajo social en Rivera
Enseguida de la culminación del ciclo de “Vespertinas”, Da Silva fue convocada para el proyecto “Tranqueras pacta por la inclusión afro”. Allí se armó un equipo de trabajo compuesto por diferentes talleristas para dictar cursos gratuitos en Tranqueras y así ofrecer otras herramientas que pudieran ayudar a emprendedores locales a generar ingresos, contó la comunicadora.
Según el último censo, en Rivera se concentra la mayor cantidad de población afro, que se encuentra en condiciones sociales y laborales muy inferiores al resto de la gente. “La baja autoestima, así como las pocas posibilidades de crecimiento, hacen que sea una población bastante deprimida”, explicó la entrevistada. Por ello, trabajar la identidad, el manejo de sus habilidades blandas, cómo posicionar su marca (si es que ofrecen productos o servicios) y el aprendizaje de diferentes cursos (gastronomía, carpintería, trabajo en lana, turismo cultural) les dio un nuevo impulso a quienes no visualizaban una posible salida. “Fue una experiencia riquísima que te ubica en realidades de las cuales hablamos, pero de las que verdaderamente no sabemos casi nada”, aseveró.
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