El integrante del secretariado ejecutivo de la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (UNTMRA) dijo en entrevista con La Mañana que el planteo de la Armada del cambio de la flota naval “genera cierta expectativa como metalúrgicos” y manifestó su esperanza de que “involucren a los trabajadores” en ese proyecto.
¿Cómo surgió la iniciativa para conformar la Confederación de Sindicatos de la Industria?
Los sindicatos que estamos participando –que todavía no somos la totalidad- venimos atravesando distintas problemáticas que muchas veces tocan a los sistemas de producción. Por ejemplo, la industria del cuero tiene un contacto muy directo con la autopartista, dado que más del 70 % del proceso del cuero que hay en Uruguay se utiliza para dicha industria. Lo mismo pasa con la aguja y los textiles.
Hace cuatro años que estamos coordinando acciones. Hemos hecho movilizaciones a la Cámara de Industrias, a la Aduana, a la Torre Ejecutiva, reivindicando una política de protección del empleo de calidad y acciones que protejan a la industria nacional. Eso se ha visto acelerado por la pandemia, por el golpe que estamos sufriendo los trabajadores industriales y la pérdida de puestos de trabajo.
¿Se espera reunir a todos los sindicatos industriales?
Hoy somos 13 sindicatos que engloban a unos 70.000 trabajadores. El año pasado definimos hacer un congreso fundacional, a realizarse en diciembre de este año, para conformar la confederación. En simultáneo estamos conversando con otros sindicatos que hemos invitado y que están esperando las resoluciones de sus direcciones para integrarse.
Era algo que nos demandaban nuestros afiliados y, por suerte, estamos en este proceso que nos llena de orgullo, para defender los intereses de los trabajadores, el trabajo, la industria. Esto no es en contra de nadie, sino a favor de la industria y del empleo. Muchos sectores empresariales o pequeñas y medianas empresas tienen que ver en esto una cosa buena. Nos necesitamos entre todos.
¿Cuáles serán los objetivos principales de la confederación?
El principal objetivo es defender el trabajo de calidad y la industria nacional. Ahora estamos recolectando firmas para enviarle al presidente de la República, solicitándole un espacio de diálogo real sobre el empleo y la industria. Para ello, el 8 de octubre vamos a hacer un paro y a movilizarnos a la Torre Ejecutiva. La meta es llegar a las 50.000 firmas.
Las señales que se vienen dando de achique del Estado, de bajar el presupuesto nacional, de que las empresas públicas no inviertan y no se desarrollen, son muy complicadas en el contexto de un continente totalmente convulsionado como el nuestro, en una industria paralizada a nivel mundial.
Lo poquito que habíamos acumulado en el desarrollo de la industria nacional se está viendo en riesgo y se sigue fomentando la exportación de materia prima, como sucedió en los gobiernos anteriores, cosa que nosotros hemos criticado infinidad de veces.
¿Hoy no hay ámbitos para poder plantear sus inquietudes?
Está la comisión por el empleo que implementó el Ministerio de Trabajo. Ahí se están tratando grandes lineamientos de la protección del vínculo del trabajador con la empresa, la extensión de los seguros de paro, pero es muy macro.
¿Qué planteos concretos pretenden realizar?
Por ejemplo, OSE tiene que comprar soda cáustica y por un tema de valor prefiere comprarla en Argentina. Eso implica que haya trabajadores de Isusa en seguro de paro. A esas cosas nos referimos, que a veces por ahorrar $10 en una licitación de millones de dólares, estamos condenando a cientos de trabajadores al seguro de paro, cuando en realidad eso le sale mucho más caro al Estado.
En el sector automotriz hay que estudiar el régimen de exoneración fiscal y promover que sigan viniendo inversiones.
En el rubro de la química hay que analizar el papel que juegan los insumos de la industria química para UPM 2, pero también está relacionado con las compras públicas como motor de desarrollo.
Hay que buscar un equilibrio para que los trabajadores aumentemos nuestra capacidad de producción, que las empresas inviertan en tecnología y que el Estado las respalde.
Existe cierta preocupación de algunos actores del gobierno que compartimos, pero después, en economía o en la OPP, se cierran las canillas para que el Estado no invierta. Esto no es una discusión solamente de los trabajadores, sino que tiene que ver con el pequeño comerciante, con el pequeño industrial, con el almacenero de la esquina que le vende los cigarros, la yerba, las galletitas al trabajador, que al no tener trabajo también son ingresos que se están perdiendo.
¿Cómo define la situación actual de la industria nacional?
La situación actual es muy compleja. La mayoría de la industria son pequeñas y medianas empresas. Ante esta crisis de la pandemia ellas se han visto reducidas y muchas de las mismas trabajaban para el Estado. Al tener un Estado que se va retirando es muy difícil que se desarrollen. No hay desarrollo sostenible sin un Estado que apalanque.
Alemania y Francia capitalizaron grandes industrias con recursos propios para sostener el desarrollo industrial. Las políticas que la OPP o el Ministerio de Economía están planteando son totalmente contrarias al desarrollo de la industria y cada vez nos vamos a parecer más a un país de servicios. En ese camino, miles de personas van a perder sus ingresos y van a pasar a la pobreza.
¿Qué perspectivas tiene a futuro?
Son negativas para todos, para los trabajadores y para los empresarios. No sé qué opina la Cámara de Industrias, pero es bastante complejo porque muchas de esas industrias son pequeñas y medianas y trabajan para Ancap, para UTE, les venden servicios, pero hoy se está contrayendo la inversión del Estado.
Tenemos que aportar a la reconversión de los trabajadores y pensar líneas de capacitación para adecuarnos a los desafíos de la industria y buscar acciones que el Estado pueda respaldar.
Hay empresas que si desaparecen, desaparece el oficio entero. Yo no digo que tengamos que consolidar empresas que están fundidas, pero sí hay oficios y trabajadores que son la última generación de conocimiento, y esas cosas nos tienen que preocupar a todos, no solamente a los trabajadores.
¿Cuáles son esos desafíos de la industria?
El desafío es ver dónde creamos empleo. Nosotros teníamos alguna esperanza con el sector autopartista, pero es muy difícil porque a nivel mundial está paralizado.
Hay que pensar en los empleos verdes, que pueden generar miles de puestos de trabajo a través del cuidado del medio ambiente, en lo relacionado a la clasificación y reconversión de los materiales.
Estamos buscando proyectos que actúen de eslabón y que tiren de la cadena de la producción.
¿Por ejemplo?
El planteo de la Armada del cambio de la flota naval nos genera cierta expectativa como metalúrgicos y ojalá que involucren a los trabajadores en eso. Es verdad que Uruguay tiene un mar territorial mucho más grande y no puede dejar de invertir en su cuidado. Para eso se necesitan buques de última generación que se pueden hacer acá perfectamente, y así generar cientos de puestos de trabajo.
Además, UPM 2 tiene que permitir desarrollar una red de proveedores del Estado que genere mano de obra nacional, no que venga todo de afuera. Las empresas van a tratar de traer la mayor cantidad de componentes del exterior porque sus trabajadores permanentes también están con poco trabajo, porque la economía está paralizada. Nosotros vamos a pelear para que se cumpla el acuerdo que hay sobre el componente nacional.
No está fácil, pero retirarnos y hacer desaparecer la poca industria que tenemos no es el camino. El nivel de desocupación que tiene Uruguay es muy grande y, si no creamos empleo, la pobreza va a seguir aumentando.
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