El sueldo y la vivienda es de los mayores problemas para los soldados de menor rango dentro de las Fuerzas Armadas. Desde su visión, son temas postergados de manera constante, y que las soluciones que proponen las autoridades son insuficientes.
Los soldados de menor rango, es decir, los subalternos, son los funcionarios públicos peores pagos del país. Esta situación ha llevado a que el 10 % de los efectivos se encuentre viviendo en asentamientos irregulares o zonas con problemas de inundaciones. Además, estos funcionarios, en general, tienen familias, haciendo que la cifra de personas vinculadas a las Fuerzas Armadas que se encuentran viviendo en situaciones extremadamente precarias, llegue a 4.000.
Por otra parte, entre estos soldados existe un déficit habitacional importante, incluso, más del 30 % de ellos presentan, al menos, una necesidad básica no satisfecha. A esto habría que sumarle, según cifras oficiales, que en el 90 % de los hogares de soldados el único ingreso es su salario. En otra línea, es preciso tener en cuenta que los militares son funcionarios públicos que están al servicio las 24 horas durante todo el año.
El punto de partida
Con este panorama sobre la mesa, es que el actual gobierno de coalición propuso incorporar aumentos salariales en la Ley de Presupuesto 2020-2024. La administración planifica brindarles soluciones eficaces para que el Ministerio de Defensa Nacional pueda tener en su plantilla militares que salgan de las situaciones económicas muy poco favorecidas.
Sin embargo, esto parece no ser suficiente, más tomando en cuenta las situaciones a las que deben enfrentarse los funcionarios, principalmente, en los primeros años de su carrera. Un ejemplo reciente es el fallecimiento, debido a malaria, de un Casco Azul uruguayo, funcionario del Ejército Nacional desde hacía 26 años, el sargento Claudio Motta Ramírez, perteneciente al Regimiento Patria de Caballería Blindado nº 8, quien había regresado el 10 de octubre de la República Democrática del Congo.
Casos como estos, en los que los soldados van a misiones de paz y sus vidas individual o familiarmente se ven afectadas, son de preocupación en la interna de las Fuerzas Armadas de nuestro país. Cuando un soldado recién ingresa al Ejército, tiene un salario que ronda los $18.000 o $19.000 (puede elevarse según los integrantes de su familia y los servicios que brinde). Luego asciende a cabo de segunda, donde el salario ronda los $22.000 a $23.000 y, un cabo de primera, llega a percibir unos $1.000 más que el rango anterior.
Por otra parte, cuando un funcionario ya tiene unos 20 años de carrera militar es que logra ser sargento, cargo en el que su salario ronda los $28.000, un sargento primero, posteriormente, gana cerca de $31.000, y luego, un suboficial mayor percibe $35.000. La situación de estos últimos tres rangos, es que las personas pasan a tener responsabilidades de comando, con unos 20 o 40 soldados a su orden.
Para llegar a sargento, y a partir de allí escalar a mejoras salariales (aunque con responsabilidades en exponencial crecimiento), los funcionarios deben atravesar 20 años de carrera en los que sus sueldos son los más sumergidos del ámbito público, en tanto tienen la responsabilidad de estar al servicio las 24 horas cada día.
Una gran parte mantiene trabajos informales
Este asunto no es nuevo, desde hace décadas que, en cada elección nacional, se prometen subas salariales para los cargos más bajos de los militares del país, pero en los hechos ese aumento no ha sido suficiente.
La Mañana dialogó con un funcionario que conoce la realidad de primera mano, si bien hoy ya ha atravesado “la peor parte en cuanto a salarios” en su carrera militar, es testigo presencial de que los mandos más bajos siguen teniendo las mismas problemáticas que él tuvo.
El entrevistado -que prefirió no hacer público su nombre- relató que cuando una persona recién ingresa como soldado debe pasar el primer filtro: acostumbrarse a un estricto régimen y de responsabilidad. “Si en los 90 días que tiene de instrucción percibe que la carrera militar no es para él, puede dar un paso al costado. Sin embargo, quienes sí se quedan son los que poseen la camiseta puesta, verdaderamente”, relató.
El salario también es un factor determinante a la hora de decidir: “muchos llegan sin tener idea de lo que es un sueldo fijo o un trabajo formal, ya que trabajaban de changas, por ejemplo. Pero en este trabajo, sea bajo o no, el salario siempre está, cualesquiera sean las condiciones y contextos”, agregó. Pero esto no quita que el dinero sea insuficiente, y que gran parte de los soldados continúen con trabajos informales por fuera de su horario de servicio para tener mayores ingresos en sus hogares.
El impacto de las misiones en la vida familiar
Otra opción que tienen los soldados de ganar más dinero (si llevan cerca de dos años al servicio) es poder realizar misiones de paz, a las que pueden acceder según sus conductas. Aunque el funcionario entrevistado no ve este hecho como una solución de forma estricta. “Porque mucha gente se va de misión, gana unos pesos, y cuando llega no tiene familia, entonces eso es un golpe muy bajo, afecta directamente al núcleo familiar y más donde hay niños”.
Con esto, se refiere a que el golpe familiar durante la ausencia del soldado lleva, algunas veces, a que las familias se desintegren, ya sea por la falta de ese padre, hijo o lugar que ocupe, como por motivos económicos. “Hay chicos que terminan en manos de psicólogos, pierden los años de estudio, entre otras cosas, y eso es muy chocante para los que se quedan como para el que se va de misión”, sostuvo.
Agregó que lejos “uno no puede hacer demasiado, pero también es necesario estar en el lugar de los que se quedan, si la esposa no puede sostenerse con el sueldo que queda en la casa en tanto el soldado está fuera, se complica mucho más. Porque, además, el dinero puede demorar dos meses en llegarle a la familia”.
En ese sentido, indicó que si el soldado está con su familia puede moverse y hacer algún otro trabajo, pero la misión no es una solución siempre, “por más que sí ayuda mucho en algunos casos. Por ejemplo, hay soldados que han podido comprar un terreno, hacer su casa y mudarse”.
Posibles soluciones
En primer lugar, el entrevistado aseguró que los aumentos deberían ser significativos, ya que considera que $600 u $800 más no soluciona grandes problemas. “Nuestro aumento se viene postergando permanentemente. A la Policía se le logró aumentar y está ganando casi el doble. Hoy, si le aumentan al ejército el 50 %, mucha gente se va a ver asombrada, pero llegado el momento, los militares tienen que tener una compensación como tuvo la Policía”, dijo.
“Creo que deberíamos tener un aumento sustancial desde hace años. Como decía Guido Manini Ríos: no es que no quieran un aumento, lo que no quieren es este aumento, sino algo mejor. Y me parece correcto”, añadió.
Por otra parte, dijo que una buena solución sería brindar un plan de vivienda económica para soldados. Sostuvo que podría tratarse de una vivienda de servicio. “Por ejemplo, si uno se va destacado para una cárcel, o para una frontera segura, que por lo menos queden sus familias cuidadas, que sepa que personas ajenas no entrarán, considero que las problemáticas de los entornos podrían ser reducidas de esta manera”, puntualizó el entrevistado.
Expuestos a la inseguridad
Otra de las consecuencias de los bajos ingresos es que los soldados no puedan salir de las zonas vulnerables en las que viven. Como se dijo, el 10 % de los militares vive en asentamientos, en sitios inundables, en situaciones de precariedad extrema.
Pero no va solo en un tema edilicio, sino que también son zonas en las que, generalmente, ocurren actos delictivos. “El soldado se ve obligado a convivir con esos hechos y abstenerse de tomar alguna medida, dado que, por su condición de funcionario de las Fuerzas Armadas, podría involucrarse en problemas de convivencia”, explicó el entrevistado.
Relató que han surgido problemas entre los delincuentes y los militares de esas zonas, y que se trata de solucionarlos de forma rápida, ya que, en general, los funcionarios poseen familias y no las quieren exponer a consecuencias debido a un enfrentamiento. Pero tampoco pueden mudarse, porque no cuentan con el capital suficiente para hacerlo.
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