Esta es la historia de dos familias trabajadoras que decidieron hacer crecer sus ahorros y ahora se debaten entre la posibilidad de recuperar algo o perderlo todo.
Francisco tiene 47 años, trabaja en el sector de comercio exterior y se define como un “laburante” de los tantos que existen en Uruguay. Es una de las víctimas de la maniobra que durante muchos años llevó adelante Conexión Ganadera, empresa que le adeuda US$ 12 mil más las ganancias correspondientes al último contrato. Reconoce que, al lado de los montos mucho mayores de otros inversionistas, el suyo “es un cambio”. Pero “es la mía”, subrayó decidido a dar batalla para recuperar lo más que se pueda.
El vínculo con Conexión Ganadera comenzó en agosto de 2018, cuando después de haberse asesorado lo suficiente y seguido la recomendación de una tía, invirtió US$ 20 mil en uno de los negocios que proponía la firma y que le reportaría 8% de interés anual. Su idea original era invertir en un negocio relativamente corto que le permitiera aumentar sus ahorros. Ese dinero había sido parte de lo que le correspondió por la venta de un apartamento que su madre, fallecida en 2013, les había heredado a él y su hermano.
Durante uno de los primeros encuentros con los representantes de la empresa, el propio Pablo Carrasco, uno de los directores, le dijo que “todo está asegurado” y que en el caso de que existieran pérdidas por muertes de ganado o cualquier otro contratiempo, de todos modos, “todos cobran”. De alguna manera eso generó confianza en el trabajador.
Francisco aseguró que todo transcurrió como estaba planificado. “La empresa era un relojito”, cada seis meses le pagaban las ganancias correspondientes y, como sucedió desde el primer contrato, al finalizar el tiempo previsto, en las primeras ocasiones reinvertía la totalidad del monto inicial, y después fue bajando la cifra porque que necesitaba para sus gastos familiares u otras inversiones particulares.
Su último contrato fue en agosto de 2024 por un monto de US$ 12 mil, que finalizó este 3 de febrero. “Por un mes quedé adentro” se lamentó el inversor. Un mes antes “y hubiera cobrado la plata” sentenció. Justo al momento de ser entrevistado por La Mañana se dirigía a un encuentro con su abogado. Dijo que su idea es recuperar lo más que se pueda, sin importar los plazos o el tiempo que le lleve.
Señaló que el único cambio durante los seis años en que ha estado vinculado a Conexión Ganadera se dio en febrero de 2022, cuando el porcentaje de ganancia sobre la inversión pasó de 8% a 7% anual. En ese momento la excusa de la empresa fue el número de posibles inversores que se encontraban en lista de espera y el mayor nivel de competencia que el negocio estaba experimentando. De todos modos, a Francisco le parecieron lógicos los argumentos de la empresa para tomar tal decisión.
En varios fragmentos de la entrevista, Francisco insistió en la puntualidad con la que cumplían con los contratos y se le entregaba la ganancia correspondiente. Contó que durante 2020 en medio de la pandemia de covid 19 estuvo durante nueve meses en seguro de desempleo y las ganancias que recibía de su inversión en Conexión Ganadera fueron determinantes para su sustento y el de su familia. “Si no hubiera tenido esta plata invertida y cobrándola cada seis meses, no sé qué hubiera sido”, reflexionó.
Tras lo sucedido y con un sinnúmero de maniobras al descubierto por parte de la empresa Conexión Ganadera, el consultado siente que “hay como una tendencia a culpabilizar a los inversores porque no se informaron más o porque se dejan estafar”. Sobre el particular dijo que la empresa vendía una imagen de confiabilidad que era insospechable que pudieran tener un fin así.
Aunque el futuro muestra incertidumbres, Francisco está dispuesto a dar batalla para recuperar todo lo que pueda del dinero que Conexión Ganadera le adeuda. Se mostró dolido por la actitud que tomó la empresa para con los dineros de los inversores, muchos como él, trabajadores que no viven ni en Carrasco ni cuentan con grandes fortunas. “Si a mí me hubieran dicho que las vacas se murieron o no engordaron nada, bueno, se perdió, pero no que te digan que tu inversión nunca estuvo”, se lamentó.
Perdieron US$ 100 mil que habían ahorrado durante 14 años
Cuando Juan (54) y su esposa decidieron que reunirían algunos fondos para comprarse algo y tener un buen pasar cuando se jubilaran, nunca imaginaron los que les sucedería 14 años después. Para hacerse de un pequeño capital Juan combinaba su trabajo formal como portero de un edificio de Montevideo con algunas changas que le salían como electricista, pintura o albañilería y los aguinaldos. La pareja guardaba el dinero que ganaba con estos trabajos extra y mientras tanto exploraban qué posibilidades había de inversión que les permitiera multiplicar esos ingresos.
Después de muchas consultas e incluso haberse asesorado sobre las distintas posibilidades, en 2021 optaron por invertir US$ 81.000 en República Ganadera, una empresa que se presentaba solvente y seria con un negocio seguro. Eligieron el contrato de más largo plazo, tres años de duración con una rentabilidad del 10% y donde la empresa se comprometía a comprar ganado a nombre de los inversores, en este caso Juan y su esposa. Durante este período la pareja realizó algunas enmiendas (la posibilidad de seguir aumentando la inversión) con recursos que seguían surgiendo de las changas de Juan y una pequeña herencia que le había dejado su padre tras fallecer hace algunos años.
Vencido el plazo del primer contrato, en 2024 el matrimonio decidió extenderlo por un período más hasta 2027 y luego retirarse definitivamente con el dinero acumulado. En ese momento acordaron con la empresa recibir las ganancias en forma semestral y no anual, como había sucedido en el primer acuerdo, algo de lo que República Ganadera no mostró ninguna dificultad.
Eran momentos en que comenzaba a conocerse la situación del Grupo Larrarte, lo que encendió algunas luces de alarma que fueron momentáneamente apagadas por los responsables de República Ganadera, que aduciendo al sentido de responsabilidad de la empresa fueron de a poco calmando la preocupación de los inversores. Fue en ese contexto, cuando salieron a luz las dificultades del Grupo Larrarte, que la pareja se enteró que como dueños de ganado tenían número de Dicose. “Sabíamos que éramos dueños del ganado porque el contrato lo decía, pero nada más”, contó Juan a La Mañana. La sorpresa surgió cuando su señora fue al Ministerio de Ganadería para obtener la clave que les permitiera conocer la situación real y de los supuestos cien animales que deberían tener de acuerdo con el valor actual del ganado adulto, pero solo tenían a su nombre dieciséis.
“Nos estafaron”, esa fue la frase que utilizó Juan cuando se comunicó con su esposa luego de haberse enterado por la prensa a finales de noviembre que República Ganadera ingresaba en concurso voluntario. “Año tras año trabajando para tratar de conseguir un ahorro que nos ayudara a comprar algo y ahora nos quedamos sin nada”, contó Juan en un claro estado de angustia. Sobre el accionar de la empresa dijo que “era una mentira tras otra”. Recordó que durante la sequía de 2022 eran permanentes los correos electrónicos que recibían de parte de los responsables de la firma aduciendo que habían podido sortearla con éxito. “Ahora esa sequía resulta que es la responsable del faltante del dinero”, sentenció el trabajador, sumamente afectado por la situación. Sin un representante legal porque “no lo necesitamos”, pero además porque no tienen más recursos para contratarlo, la pareja aspira a conocer el estado de sus pocos animales y dónde se encuentran, si es que existen.
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