Días de mucho dolor se viven en la Armada Nacional, tras el violento y sorpresivo ataque del pasado domingo que conmocionó al país y que terminó con la vida de tres infantes de Marina que hacían custodia en las proximidades de una base naval.
El sábado por la noche, Juan Manuel Escobar, Alex Guillenea y Alan Rodríguez comenzaron su turno de guardia en la base naval ubicada a metros de la Fortaleza del Cerro de Montevideo.
En la madrugada del domingo, dentro de las instalaciones, sus cuerpos sin vida con heridas de arma de fuego fueron hallados por un marino que se había dirigido hacia el puesto de control para hacer el relevo. Los efectivos militares no tenían sus armas reglamentarias. Además, les habían hurtado los cargadores y un equipo de radio portátil.
Las autoridades de gobierno no tardaron en condenar fervientemente el triple homicidio, al igual que los representantes de la oposición.
Según pudo saber La Mañana, inmediatamente después de conocida la noticia, el comandante en jefe de la Armada, Jorge Wilson, se comunicó con las familias de las víctimas, así como el ministro de Defensa, Javier García. Este se hizo presente en el lugar junto con el ministro del Interior, Jorge Larrañaga.
También concurrió al sitio la fiscal de Homicidios de segundo turno, Mirta Morales, quien está a cargo de la investigación. Desde un primer momento, afirmó que no se descartaba ninguna hipótesis.
Más tarde, el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, informó a través de su cuenta de Twitter que por lo acontecido decretaría duelo nacional. Además, manifestó su “pésame y profundo respeto a los familiares de los tres servidores de la patria asesinados”.
El Poder Ejecutivo decretó duelo oficial de carácter nacional para los días lunes y martes. Desde la Torre Ejecutiva, el mandatario expresó: “La indignación, la tristeza y la bronca que tiene el pueblo es la misma que tienen el gobierno y el presidente, pero con serenidad y firmeza vamos a combatir, perseguir y capturar a los responsables de estos homicidios para así ponerlos en manos de la Justicia para que sean juzgados”.
El lunes por la tarde, en el Comando de Infantería de Marina en la base naval del Cerro, se llevó adelante un homenaje para despedir los restos de los tres infantes ejecutados, donde participaron familiares directos y algunas autoridades nacionales. Para la ceremonia, la Armada dispuso vehículos para el traslado de las familias a Montevideo, puesto que dos de ellas provienen de Rivera y la otra de Tacuarembó. Finalizada esa instancia, los féretros fueron enviados a los respectivos departamentos para el velatorio.
El mismo día, Wilson envió un mensaje al personal de la fuerza naval: “Los hechos acaecidos en el día de ayer, los cuales han dejado como saldo el asesinato de tres de nuestros hombres, nos han golpeado muy duro, sin lugar a duda en donde más nos duele, que es en nuestra gente”. Asimismo, llamó a los soldados a asumir “con coraje y decisión los desafíos que implican el cumplimiento de nuestra indelegable misión”.
En la noche del lunes, Larrañaga afirmó en una conferencia de prensa que ya se habían recabado detalles relevantes que apuntaban a la resolución del caso, aunque prefirió no hacerlos públicos para no entorpecer la investigación. En otro orden, sostuvo: “En Uruguay no van a ganar las bandas criminales, sino el Estado de derecho. Sepan que seremos implacables con los responsables”.
Las averiguaciones realizadas derivaron en la pronta detención de dos hombres y una mujer en una boca de drogas, por su supuesta vinculación con el triple crimen. En ese lugar fueron hallados tres cargadores y una pistola Glock 9 mm que, se presume, serían de los infantes ultimados.
El principal sospechoso por el asesinato, un adicto a las drogas de 26 años, integraba la Armada desde 2014 pero en marzo de este año dejó la institución. Dos de los marinos ejecutados lo conocían y fue por esto que habría podido ingresar al puesto militar sin inconvenientes. Los mató a quemarropa y robó sus armas, presuntamente, para venderlas en el mercado negro o intercambiarlas por drogas, de acuerdo a lo consignado por el diario El País.
Ayer martes, tras haberles tomado declaración, la Justicia determinó la prisión como medida cautelar para los tres detenidos. El desertor de la Armada fue imputado por un delito de homicidio muy especialmente agravado y, las otras dos personas, por encubrimiento. “En principio el móvil fue el hurto de las armas”, subrayó la fiscal Morales a los medios de prensa.
En esta primera etapa, Larrañaga siente que la misión está cumplida, tal como dijo en una conferencia brindada por la tarde. Sin embargo, sabe que “el trabajo es continuo” y que las autoridades deberán “seguir muy firmes contra el crimen y los criminales”.
Pese a la imputación, Morales aclaró que “las personas no son culpables hasta que no tengan una sentencia”, por lo que resta todavía culminar el proceso de la investigación para poder definir la acusación. No se descarta que haya habido otros implicados en la masacre.
La Armada de duelo, pero en colaboración con la investigación
Debido al lamentable suceso, por estos días en la Armada Nacional se viven momentos de mucha angustia y dolor. Desde la institución se continúa apoyando en la medida de lo posible a los familiares de los soldados caídos.
De todas maneras, la marina de guerra permanece “con mucha fuerza y energía” para respaldar y colaborar con la investigación, a fin de esclarecer los hechos, señaló a La Mañana el capitán de Navío y jefe de Relaciones Públicas de la Armada, Diego Perona.
La Infantería de la Marina es una unidad de la Armada compuesta por unas 800 personas dependientes de dicha fuerza. Se caracteriza por tener funciones militares de infantería y de apoyo a la Prefectura Nacional Naval.
Los marinos deben contar con capacidades especiales para desempeñar tanto las tareas tradicionales de defensa nacional, como las relativas a las nuevas amenazas en los diferentes escenarios bajo jurisdicción de la Armada. Otro de sus cometidos es defender los establecimientos navales terrestres.
Desde mediados de marzo, en cumplimiento de la ley de fronteras, dado que el Comando de Infantería de Marina está directamente involucrado en distintas zonas que son jurisdicción de la Armada Nacional, es una de las unidades encargadas de llevar a cabo el patrullaje diario en territorio fronterizo.
A su vez, cuando la pandemia por el COVID-19 arribó al Uruguay, los infantes de Marina, en respaldo a diversas prefecturas, tuvieron un rol fundamental en la tarea de exhortar a los transeúntes en todo el país a que permanecieran en sus casas, sobre todo, en puntos turísticos de Montevideo, Rocha y Colonia.
Condiciones y exigencias para ser infante
Honor, obediencia, lealtad y valor son las cualidades que se requieren para formar parte del Comando de Infantería de Marina. Dichas virtudes están “muy arraigadas” dentro de la repartición, según Perona.
Dijo también que el proceso de ingreso y permanencia en la unidad requiere un esfuerzo físico y profesional muy importante, que debe estar a la altura de las variadas actividades que allí se realizan. “Además de todas las funciones militares que se cumplen de guerra convencional, se hacen tareas operativas diariamente”, por lo cual, los efectivos que integran esta unidad deben tener “una resistencia por encima del promedio”, destacó.
Las víctimas: marineros de primera que aspiraban a mejorar su carrera
Juan Manuel Escobar, de 22 años, había nacido en Montevideo, pero fue criado en Tacuarembó. Tenía un hijo pequeño y no llegó a cumplir el año como marinero de primera, ya que había ingresado a la unidad en setiembre de 2019. A través de la red social Facebook, su madre lamentó tener que despedirlo “de la peor manera”. “Gracias por el hijo hermoso que me dejaste, siempre te voy a llevar en mi corazón, para siempre juntos mi pequeño y gran amor”, aseveró.
Alex Guillenea, de 25 años de edad, era oriundo de Rivera. Estaba casado y era padre de cuatro hijos. Aspiraba a mejorar su carrera dentro de la Armada, para lo que tenía en sus planes hacer el curso de cabo de segunda. Su mamá se manifestó mediante su cuenta de Facebook: “No sabés el dolor que tengo; la vida es injusta, fuiste fusilado por bandidos, trabajando”.
Alan Rodríguez tenía 31 años y también provenía de Rivera. Hacía cuatro años que estaba graduado como infante de Marina. Previamente había servido al Ejército Nacional. Entrevistada por Canal 4, su madre expresó: “Estaba muy feliz; era su sueño”.