El Instituto Uruguayo de Turismo Sustentable fue creado hace una década con el objetivo de representar a la sociedad civil en el ámbito turístico que busca reducir el impacto en la naturaleza y asegurar la preservación de la fuente de trabajo para el futuro. Advierten sobre los riesgos de “cancunización” en los balnearios.
Se entiende como turismo sustentable a aquel tipo de turismo que busca que la actividad se mantenga en el tiempo, preservándolo para las generaciones futuras y, por lo tanto, busca generar el menor impacto posible en el medio. Para que sea sustentable debe cumplir con ciertas condiciones, como determinar la huella de carbono, la rentabilidad de la empresa y, por supuesto, la satisfacción del turista, a quien se lo ha definido en ocasiones como “el gran olvidado del turismo”.
Es que, en el último tiempo, con el avance del mundo moderno, el turismo se ha diversificado en diversas ramas y hoy se pueden encontrar opciones para todo tipo de gustos y aficiones, pero respecto a la sustentabilidad hay un interés particular por parte de nuestro país. Tan así que incluso han surgido movimientos como es el caso del Instituto Uruguayo de Turismo Sustentable (IUTUS), una ONG creada en el año 2011 con la idea de que, más allá de los ámbitos gubernamentales y académicos, la sociedad civil también tuviese su propia voz.
“El turismo en sí, como un derecho humano, debe ir adaptándose a las distintas realidades. IUTUS surgió en un momento en el que nacían varios movimientos ambientalistas y se generaba mayor preocupación por el planeta”, recordó a La Mañana Claudia Santos, guía de turismo sustentable, responsable en Gestión de Medio Ambiente y docente del instituto. “La actividad turística, llevada a su extremo de consumo, llegó al punto en el cual uno iba a un hotel y no importaba el lugar donde estabas. A nosotros nos pareció importante buscar una vuelta de mostrar Uruguay de otra forma. Diversificar la oferta es formar parte de la nueva visión del turismo”, agregó.
En tanto, Álvaro González, director de IUTUS, señaló que el turismo fue de los primeros campos de actividad donde se comenzó a prender una luz amarilla en torno a la sustentabilidad, sobre todo a partir de la posguerra, cuando el turismo comenzó a posicionarse como un factor de desarrollo y de ingreso de divisas, en algunos casos, sin control sobre el impacto generado.
“El turismo también es un negocio y está bien, hay emprendedores, un Estado que obtiene impuestos, gente que trabaja en él, pero también tiene su parte social, de naturaleza, de ecología, identitaria y cultural”, comentó. González además señaló que, en ocasiones, la veta de la sustentabilidad “a mucha gente le parece romántico y fuera de la realidad”, sin embargo, contó que es una premisa falsa. “Muchas veces, cuando se dice sustentable, existe la idea de que se plantea un retorno a una especie de arcadia, pero la innovación y las tecnologías tienen que ver con la sustentabilidad, que es el futuro”, acotó.
En nuestro país, las infraestructuras turísticas de importantes dimensiones están sujetos a la ley de evaluación de impacto ambiental. Pero hablar de sustentabilidad no es referirse, exclusivamente, a un emprendimiento en un área silvestre protegida, ya que existen distintos grados de sustentabilidad. “Es un pensamiento absurdo pensar que Punta del Este va a volver a ser lo que era hace 120 años”, ejemplificó Alfredo Moreira, arquitecto con máster en Restauración y docente de IUTUS. Aún, dentro de los lugares más organizados, se puede lograr cierta sustentabilidad a través del manejo de la iluminación, el agua o las áreas verdes, por ejemplo. “Uruguay es un país donde se respetan las reglas y funcionan las cosas, pero siempre hay que estar atentos a que los desarrollos turísticos no terminen destruyendo el propio paisaje que se va a apreciar”, agregó. Esta conducta se conoce como “cancunización” debido a la experiencia mexicana en la modificación del entorno con uno de sus principales balnearios.
Según explicó el entrevistado, no tener en cuenta la sustentabilidad del sitio turístico perjudica al propio producto. Tomó como ejemplo las medidas tomadas en Cabo Polonio, donde hay una mirada restrictiva del número de visitantes. “Capaz no suena muy simpático a los uruguayos, pero a veces tiene que ser así, porque si no el lugar no aguanta”, indicó.
El trabajo del instituto
En este sentido, Santos señaló que el instituto trata de sensibilizar sobre esta problemática a través de talleres o el curso de anfitrión turístico que ellos dictan. Además, comentó, participan como ONG en una red de sociedades civiles ambientalistas, donde realizan devoluciones al medioambiente, tales como plantaciones de árboles nativos.
Señaló que participan como representantes de la sociedad civil en el Comité de Turismo de UNIT, que analiza normas. “Analizamos una norma que refiere a alojamientos sustentables y cómo certificarlos, por lo que promovemos desde allí que no solo se cuide al medioambiente, sino también que los hoteles de nuestro país, con el sello Uruguay Natural, logren esta certificación que, a la vez, implica varios requisitos, como por ejemplo, la forma de calefaccionar una piscina”, comentó.
Por su parte, González subrayó que en su labor se apoyan en el trabajo en redes. “Todos los máximos logros que hemos tenido han sido en asociaciones”, indicó. En este sentido, contó sobre su participación en el recientemente creado Sistema Nacional en Formación en Turismo, una iniciativa de la nueva administración en el Ministerio, que crea una red que nuclea a organizaciones públicas y privadas que realizan educación y capacitación en turismo. “Se genera un ámbito muy interesante, donde está desde la Universidad de la República, la UTU, sectores públicos y privados de todo el país y también nosotros. Aprendemos mucho y todos están dispuestos a realizar intercambios de información”, amplió. El sistema de trabajo aspira a reuniones mensuales, definición de objetivos y presencia de especialistas.
El público que se acerca para formarse en el instituto es “muy variado en edades, capacidades y realidades”, señalaron los entrevistados y pueden ir desde un grupo de jóvenes que realizan “turismo a la gorra” en la ciudad, hasta una persona que tiene un pequeño emprendimiento rural y que busca un apoyo para impulsarlo turísticamente.
Los entrevistados contaron que recientemente comenzaron a trabajar en relación al Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) desde su departamento de desarrollo local, brindando una sensibilización para operadores turísticos en el departamento de Cerro Largo, organizado por el LATU y la Intendencia de Cerro Largo, y financiado por el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional.
Los vínculos de IUTUS trascendieron frontera, indicaron los docentes, quienes contaron que recientemente participaron de un congreso de turismo creativo en Portugal, realizaron un seminario en Polonia y participaron de un seminario a través de la Embajada de China en Uruguay.
“Sorprendente” repercusión del turismo religioso
Pero la sustentabilidad va más allá de la naturaleza y engloba el respeto en general, llegando a índoles sociales o culturales, como el respeto, por ejemplo, por otras religiones. De esta forma, alegaron los entrevistados, también se preserva de alguna forma su continuidad en el futuro. Y fue con esta premisa que lanzaron el curso de turismo religioso y místico, con una mirada de sustentabilidad que logró tal interés, aseguraron, que debieron repetirlo.
“Uruguay aún está en pañales en turismo religioso, pero fue sorprendente la repercusión que logró. En pocas cuadras de un recorrido se pueden encontrar distintas prácticas religiosas, todas conviviendo en armonía”, puntualizó Moreira, y añadió: “para respetar, es importante conocer. Y cuando uno empieza a respetar, la sustentabilidad cae por su propio peso”.
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