Rossana Guillama es la dueña del kiosco La Milagrosa desde hace más de un década. Vecina del barrio y comerciante, ha acompañado los cambios que se fueron dando en la zona a través del tiempo, mientras su trabajo comprometido se mantiene incambiante.
“Yo trabajaba en un
geriátrico, hasta que después de muchos años me lesioné la columna por el
esfuerzo que hacía con los abuelos, y no pude continuar porque era la que
estaba a cargo de ellos y no me podían cambiar a otro lugar. Ahí fue que empecé
a ayudar a mi esposo, que tenía un salón, le hacía los mandados, e iba a llevar
la plata de los aciertos”, comenzó recordando Rossana.
En ese momento, también comenzó la obra del ensanche de la Avenida Propios, “siempre tenía la vista puesta en poner un salón yo misma cuando quedara habilitada la doble vía. Cuando terminaron pedí la patente, me la otorgaron, y ahí empecé con el kiosco, desde hace ya más de once años”.
Cuando Rossana abrió su comercio, su esposo cerró el suyo, y lo nombraron La Milagrosa, de quien son devotos, “sobre todo por una cuestión de seguridad, que se empezaba a notar en la época. El anterior estaba frente al que tengo actualmente, en el barrio La Floresta, por la zona de Sayago. Ahí empezó la inseguridad, nos robaron varias veces, y ahora trabajamos con rejas en todo el local y tenemos cámaras con monitoreo, pero me siento cómoda y segura”.
Los clientes de paso y la mudanza del Mercado Modelo
“Nosotros ya hace años que estamos aquí, mis suegros hace muchos años tuvieron viñedos, eran inmigrantes italianos que toda una vida vivieron aquí, tenían un bar y un almacén, y conocen las generaciones de familias de la zona”, comentó.
Pero ahora, con la doble vía en Bulevar José Batlle y Ordoñez (Ex Propios) se han ido acostumbrando a trabajar mayoritariamente con gente que está de paso, gente de los ómnibus urbanos, tenemos una parada en la puerta y eso siempre le da movimiento. Además, la gente sabe que estamos de lunes a lunes abiertos y eso influye”.
“Ahora se sintió un poco el impacto por el cese de actividades del Mercado Modelo a la nueva UAM. Los camioneros que iban al mercado pasaban y jugaban un “5 de Oro”, hacían una recarga, eran clientes de muchos años, que se sumaban a la gente de paso, que a veces vienen desde no tan cerca, porque los domingos trabajamos como un día normal”, aseguró.
Rossana dijo que, pese a la complicada situación económica a raíz de la pandemia, el nuevo gobierno les propició cierta ayuda para mantener el comercio a flote. “El año pasado, en marzo, cuando empezó la pandemia, a mí y a otras pequeñas empresas nos dieron la ventaja de no pagar tres meses el BPS, y fue una gran ayuda porque teníamos muchos gastos, por eso no puedo darme el lujo de cerrar ni un día”.
“Es como todo, tenes altas y bajas, pero hay que seguir adelante y mantenerse. El año pasado el único momento en que tuvimos que cerrar por la pandemia, decretado por Loterías y Quinielas, fue en Semana Santa, siendo que antes trabajábamos hasta el miércoles y nos tomábamos cuatro días”.
Sobre el “afloje” de la pandemia a comienzos de este año, Rossana dijo: “arrancamos con una fuerza bárbara, pero ahora el movimiento de escolares es muy poco, los liceales un poco más. Veo mucha gente trabajando, y esos son los que recargan STM, los estudiantes las boleteras, se mueve el kiosco, en el comienzo de año se notó que el país volvía a su ‘normalidad’ con cautela y protocolos”.
Los problemas del juego
A pesar de haber vendido ocho pozos de plata y cuatro “5 de Oro” revancha y raspaditas con aciertos, Rossana advirtió que la situación de los juegos de azar enfrenta ciertas dificultades. “Hoy por hoy nuestra comisión no ha aumentado, aunque trabajamos de lunes a lunes. Estamos teniendo mucha competencia con los juegos telefónicos, donde se nos está yendo nuestra comisión, y los subagentes no tienen mucha importancia se ve, aunque somos los que hacemos el trabajo de hormiguitas, que mantenemos el rubro”.
“Los juegos telefónicos incluyen el 0900 del “5 de Oro” tiene una hora más para jugar, nosotros hasta las ocho, y por teléfono hasta las nueve, la Tómbola, la Quiniela, y por medio de eso nos están quitando nuestra ganancia, y eso a la gente le sale muy caro, porque las llamadas son carísimas”.
“En el cambio de las tarjetas manuales a las máquinas de la Banca de Quinielas fuimos pioneros, para levantar juego tenemos dos máquinas grandes pero hoy tenemos muchos requerimientos administrativos para presentar. Cada vez que prendemos una máquina nos están cobrando, se podría unificar el juego, ya que el turf, por ejemplo, lo pedimos y no han accedido a dárnoslo y sería bueno que se tomara en cuenta”, aseguró.
“Hace años que estamos acá, en lo personal es la única entrada que tengo en el salón, y si somos una red de juegos de azar, podrían incluirnos el turf y darnos alguna ventaja frente al juego telefónico”, concluyó Rossana.
Una vecina comprometida
Rossana, además, tiene vocación de trabajo social, y trabaja actualmente con la diputada de Cabildo Abierto, Elsa Capillera. “A Elsa la conocí en un momento personal muy difícil, cuando perdí a mis papás, yo siempre fui muy afín a lo social, a darle una mano a la gente, eso me lo inculcaron mis padres, a tener consideración con el prójimo”.
“Ahora estoy muy compenetrada con la actividad social, he militado por todos lados con Elsa, en asentamientos, en los barrios, y hoy estoy encargada de la parte del Cerrito, con donaciones, ollas, feria de ropa, y lo hago encantada”.
“Todo esto me hace bien, y me desconecta un poco del kiosco. Hoy por hoy la gente está muy mal, tanto los mayores como los jóvenes manejan una agresividad que antes no se veía, y llega un momento donde uno se estresa”, comentó respecto a los cambios a nivel social que entiende se han venido dando, y que ve a diario en el comercio.
El estar atendiendo en el salón le ha dado a Rossana la posibilidad de sensibilizarse ante las problemáticas de la gente, “lo veo en la gente mayor, que están muy solos, quieren conversar, y el kiosco a veces no es el mejor lugar para hacerlo, pero trato de escucharlos, principalmente de atenderlos, ellos me cuentan sus realidades y sus vivencias. A mí me viene una angustia muy grande, yo dejé la vida por mis padres, y lo volvería a hacer”.
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