El Club de Reparadores es una feria itinerante que recorre los barrios de Montevideo con un grupo de reparadores voluntarios que disfrutan del proceso de arreglar. Por su parte, a quienes llegan con sus objetos queridos para su reparación no se les demanda una transacción económica, sino el solo hecho de crear conciencia para evitar el descarte de lo que aún puede servir.
El valor que le adjudicamos a los objetos va más allá de lo material. Un elemento puede recordarnos de una época, un viaje, una persona o un sentimiento. Conscientes de esto, muchas personas cuidan sus posesiones como un verdadero tesoro. Sin embargo, cuando el paso del tiempo se hace presente y los objetos dejan de funcionar (o peor aún, algo inesperado sucede y este se rompe), nos enfrentamos al gran modelo de nuestros días: tírelo y compre uno nuevo (en varias cuotas con su tarjeta preferida).
Y si bien este es el paradigma predominante sobre el que se basa el consumismo (y por supuesto, las enormes toneladas de basura que devienen en la contaminación ambiental), para quienes han establecido un contacto emocional con el objeto, esto no resulta tarea sencilla. Si tan solo pudiese arreglarse. No obstante, la sociedad ha cambiado. Cada vez son menos los almacenes de cuero que quedan en la ciudad, o las modistas barriales o incluso aquel vecino que en su pequeño y familiar emprendimiento, siempre lo atendía para brindarle una solución.
Y así, uno podría pensar, ¿es que nuestra sociedad se ha vuelto cada vez más fría? La buena noticia es que no. Nuevas iniciativas comenzaron a surgir poniendo de manifiesto que aún hay personas que se emocionan ante la nueva vida que plantea la reparación de las cosas. Porque sí: las cosas se pueden reparar. Y lo que es mejor aún: puede suceder en un lugar donde la solidaridad y el voluntariado se den la mano. ¿Qué le parece?
Fiel a esta idea es que surgió en nuestro país el Club de Reparadores, quienes adoptaron una idea surgida primeramente en Argentina. Se trata de una feria itinerante que se realiza cada mes y medio, que recorre barrios y eventos de Montevideo donde personas a las que les gusta reparar cosas se encuentran con otros que les acercan sus objetos con la esperanza de darles una nueva vida. Y tanto de un lado de la mesa, como del otro, los perfiles de quienes llegan son variados. Es así que ocurre que llegue una señora mayor que se acerca con su antigua muñeca de porcelana, junto a una niña a la que se le rompió su Barbie. Y eso también es la magia de la reparación.
Un acto de servicio de forma voluntaria
El Club de Reparadores funciona a través de distintas mesas, clasificadas por temas. Es así que uno puede encontrar en un evento la mesa de costura, la de electrónica, la de libros, de máquinas de coser, de bazar o de joyería. También hay un lugar especial destinado a bicicletas donde funciona el colectivo “Libera tu bicicleta”.
Por su parte, el grupo de reparadores está formado por personas “expertas en su área”, indicó en diálogo con La Mañana Sofía Khayat, una de las coordinadoras del Club de Reparadores de Uruguay. Y si bien esto no amerita que necesariamente tengan un título profesional, sí se trata de personas “que se dan maña y que encuentran un gran placer en arreglar y aprender”. En este sentido, detalló: “Hay personas que tienen ingenio y que son de los que les gusta abrir los aparatos en su casa para repararlos, que cuando llegan al club y tienen al lado a un reparador que sabe bastante, se entusiasman mucho porque aprenden del compañero. Y, de hecho, ese también es el espíritu del club”.
En este sentido, los perfiles son variados. Se trata de personas que se dedicaban o se dedican como oficio a la reparación, específicamente como medio de vida, personas a las que les divierte o incluso les da curiosidad realizar una tarea así.
Conocer la historia y crear consciencia
En tanto, en la línea del reparar y aprender, también está el contacto con la persona que lleva su objeto. Es que parte de la propuesta es que quien se acerca con algo para arreglar, no deje el objeto y vuelva más tarde, sino que participe del proceso de reparación, ya sea charlando con el voluntario, cebándole un mate o prestándole asistencia. De esta forma la instancia se vuelve más colaborativa.
“En el Club sucede una dinámica muy linda porque es un evento barrial donde todos estamos aportando por un fin que está bueno. Las personas que llegan –de edades muy variadas– se van muy contentas y en la mesa, mientras se repara, suceden diálogos y conversaciones de personas que se cuentan sus historias, y eso es muy rescatable”, añadió.
Los objetos que se reparan no siempre demandan grandes reparaciones. En ocasiones, solo se necesita ajustar un par de tornillos, limpiarlos un poco y ponerlos a punto. Pero muchos de ellos provienen de varias décadas atrás. “Muchas veces nos llegan objetos históricos, que son los más queridos porque son los que más recuerdos traen. La gente siempre se va maravillada con el objeto reparado. Todo el espíritu que se vive en el evento está muy bueno, pero los que más emociones generan son esos objetos antiguos, como el tocadiscos del abuelo que hacía tiempo que no sonaba”, comentó Khayat. De todas formas, la mayoría de las cosas que llegan son más cotidianas, como aspiradoras o pantalones. “Los pantalones infantiles rotos en la rodilla son un clásico”, señaló.
Si bien la gran mayoría de las personas se llevan su objeto reparado, el sentido del club va más allá que ser una solución express para los objetos dañados: buscan llevar un mensaje de consciencia. “Lo que buscamos es promover la cultura de la reparación y dejar el mensaje de que si hoy lo reparaste en el club, mañana no lo tires y compres uno nuevo, sino que vayas al reparador de tu barrio. Es por eso mismo que no demandamos una transacción económica de por medio, sino que vamos con el fin de evitar el descarte de las cosas que todavía pueden servir y de que eso se transforme en cultura. En definitiva, que la gente ‘cambie el chip’ y su intención”, aseveró una de las coordinadoras.
Desembarcar en el interior
Con la mirada puesta en el futuro, y debido a la solicitud de las personas, desean impulsar la iniciativa por el resto del país. Para ello, se ponen a disposición para apoyar con la gestión, los materiales de difusión y el acompañamiento del primer evento a quienes deseen replicar esta idea en su ciudad y reúnan un grupo de reparadores voluntarios.
Las personas interesadas pueden comunicarse a través del mail [email protected] o por Instagram o Facebook encontrándolos como ClubdeReparadoresuy.
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