Nacido en una familia clásica rural, este veterinario que “respira campo” se convirtió en un destacado dirigente político y gremial. En entrevista con La Mañana, el diputado Alfredo Fratti (MPP) conversó sobre sus recuerdos del ruralismo, su etapa universitaria entre Montevideo y Río Grande del Sur, las internas de la Federación Rural, los desafíos que enfrentó en INAC y su visión sobre el país productivo.
Naciste en Cerro Largo en 1956, ¿en qué contexto?
Los Fratti son de Fraile Muerto, mi bisabuelo vino de Italia. Era pedrero. Después se dedicó a la actividad agropecuaria y luego parte de la familia abrió una tienda de ramos generales. Hasta ahora tengo alguna libreta que encontré de mi padre donde anotaban las cosas que iban comprando y a fin de año pagaban con la lana. Por el lado de los Silveira tienen una rama que viene del Brasil, algunos se castellanizaron y son Silvera. Nosotros ya nacimos en Melo, en la casa de mi abuela, en la época que nacíamos en casas particulares con partera. Soy nacido en una familia clásica rural de ese tiempo.
¿Cómo fueron tus primeros contactos con los temas políticos?
Los primeros contactos fueron por la radio. Primero había una radio a lámpara en campaña. El viejo compró una Sharp a pila, que era la novedad. Se escuchaban informativos y telegramas. Hubo un fenómeno político en el país que fue el ruralismo de Nardone, escucharlo en la radio era cada mediodía para los productores rurales como la misa de los católicos. Yo lo viví de niño. Me acuerdo de los cabildos que eran unas movilizaciones que nunca se habían visto anteriormente porque es muy difícil juntar la gente de la campaña.
¿Pensaste en seguir por el lado del periodismo o la veterinaria ya era una vocación definida?
No, yo respiraba campo, nunca pensé hacer otra cosa que trabajar en eso o estudiar algo que tuviera relación. En el liceo tuve alguna duda porque me gustaban mucho los caballos y me propuse hacer la carrera militar por la caballería. Me vine a Montevideo a estudiar, en una época difícil en el 74. Yo no aguanté la presión, no había compañerismo y en el interior no se había vivido lo que se vivió en Montevideo. Pasé bastante mal y pensé en dejar. Cuando volví el viejo tuvo mucho tino y me dijo “esto acá da para mí nomás, si querés trabajar conmigo es de peón. Mejor seguí estudiando”.
Y bueno, eso hizo que repensara y con otro compañero nos fuimos a estudiar a Brasil donde seguí la carrera en Bagé (Río Grande del Sur). Hice una tesis sobre Hereford y eso me valió que después me contrataran como técnico en la Devon, que es una raza que aquí prácticamente no está pero sí tiene importancia en Brasil. Trabajé un tiempo en eso y después me volví a Cerro Largo y me hice cargo del establecimiento familiar.
“Escucharlo a Nardone en la radio era cada mediodía para los productores rurales como la misa de los católicos”
¿De qué manera comienza tu militancia partidaria y gremial?
Empecé a participar en el plebiscito del 80 y en las internas durante la salida. Eso me fue acercando a la política, aunque no tanto partidaria. Ya con el advenimiento de la democracia trabajé junto a Rodolfo Nin Novoa. En Cerro Largo era muy fuerte el sector herrerista y nosotros siempre tuvimos tendencia con los blancos independientes. Logramos ganar, me sentí muy comprometido y me hice cargo de la bromatología de la Intendencia.
Luego renuncié en el 92 y tuve un impasse político, me desanimé un poco. Pero inmediatamente me invitan a participar activamente en el Centro Veterinario y a partir de allí en la Sociedad Agropecuaria de Cerro Largo. En definitiva, también eso es política, no partidaria pero gremial. Por otra parte, la empresa rural que sostenía a la familia empezó a tener más dificultades de las que venía arrastrando. Nos involucramos con la Federación Rural y ahí se abrieron dos líneas, algunos con una visión crítica, y decidimos competir con la famosa lista 19 que primero fue impulsora del 13 de abril de 1999 y del 17 de abril del 2002. La primera fue rural y la otra fue con muchas instituciones y gremiales.
¿Qué proponía esa línea más crítica de la Federación Rural?
Había un desequilibrio porque muchas veces las discusiones que se tenían a nivel de la dirigencia no se correspondían con la mayoría de los productores. Uruguay es un país de productores de mediano a chico, en su gran mayoría. Grandes en el país son pocos en términos numéricos. Hay casi 40.000 productores familiares en un entorno de 70.000. Con más de 1200 hectáreas Coneat-100 no hay mucho más de 2.000 productores en todo el país.
A su vez estaba ocurriendo un fenómeno, que yo creo que en una época no nos dábamos cuenta, que era un atraso cambiario que, aparte de otras condicionantes, nos estaba sacando del lugar. Se generó no un endeudamiento, porque endeudamiento en el sector agropecuario siempre va a haber porque la base del crédito es la forma de crecer, sino un sobreendeudamiento que empezó a acogotar al sector.
¿Cómo se llegó a esa jornada histórica de movilización en abril de 1999?
Lo encabezaba Severino Pereira de Carne y Lana, un hombre de Paysandú, más veterano que nosotros. En ese momento no estábamos de acuerdo con la conducción que llevaba adelante la Federación Rural. Por lo tanto, decidimos crear una gremial nueva e incorporarnos a la Federación, siempre recorriendo el camino institucional. Ese movimiento fue creciendo y en algún momento dijimos que teníamos que hacer algo notorio, más allá de las conversaciones y demás. En Tacuarembó fue que se decidió por parte de las gremiales que estábamos allí venir a Montevideo. Para eso después dimos la batalla dentro de la Federación Rural con las demás federadas. Cuando desencadenamos ese hecho se sumó la Federación, mientras que la ARU no participó activamente pero prestó sus instalaciones y ahí se generó un movimiento con más de 10.000 productores y 800 caballos que vinieron de todos lados y realizaron una demostración. Fue una sacudida.
¿Qué repercusión tuvo la movilización?
Luego con la lista 19 ganamos la conducción de la Federación con Gonzalo Gaggero y tuvimos cuatro o cinco años compitiendo. En esa tarea gremial, en la cual hubo interpelación a ministros de las que participamos, nos dividíamos y hablábamos con todos los sectores. En aquel momento el Frente Amplio estaba en la oposición, como está ahora. Me acuerdo que hablábamos muchísimo con el senador colorado Walter Riesgo porque dentro de ese partido entendía más que otros, pero también estaba De Boismenu, integrante de la ARU y muy cercano a Batlle. Con Heber y Larrañaga del Partido Nacional. El que hoy está de presidente en Colonización, Julio Cardozo, era un diputado joven de Tacuarembó y prestaba mucha atención. Hubo legisladores que empezaron a entender.
En el 2002 pasó algo novedoso para el Uruguay que fue que participaran en un mismo acto el PIT-CNT y todos los sectores agropecuarios, más otros de los seguros, panaderos, del comercio, etc. Coincidimos todo en que había que reactivar el empleo y la producción. El crack se debió a un proceso de arrastre que empezó por los años 90 y luego incidió también la aftosa. La Concertación para el Crecimiento fue una cosa buena, trabajamos sobre puntos en que podíamos estar de acuerdo.
¿Hoy se precisa algo de eso?
Es probable que ahora tengamos que retomar un camino similar a ese. Que cada uno piense como quiera pero vamos a ver en qué nos ponemos de acuerdo, no para sacar a todo el país, que sería muy ambicioso, sino algunas cosas adelante que permitan ir mejorando. Hay que decirlo claramente: vamos a empeorar. De esta pandemia, así termine el mes que viene o en seis o siete meses, vamos a salir lastimados, en los mercados que no compran, en el andamiaje interno de la sociedad, con más gente en la pobreza y más dificultades en la inserción laboral. ¿Cuánto va a llevar para mejorar? Eso nadie lo sabe. El mundo está muy cambiante.
Sobre tu etapa en INAC, ¿había un interés especial en agregar valor a la producción?
Nosotros llegamos al INAC y visualizábamos dos cuestiones. Una que en Uruguay se había despreciado al mercado interno. Tanto que había empresas exportadoras que no trabajaban el mercado interno y se dedicaban solo a exportar. Me parece que había que tener una mirada distinta, porque cuando vas a los números te das cuenta que el mercado interno consume una gran parte. Claro, cuando llegamos al INAC el consumo de carne eran 50 kg por cabeza y antes de los diez años que estuvimos llegamos a 100 kg. Pero eso fue por la mejoría de los salarios, no por el trabajo nuestro.
“En el 2002 pasó algo novedoso que fue que participaran en un mismo acto el PIT-CNT y todos los sectores agropecuarios”
Lo que sí nosotros tratamos de hacer era que la carne llegara a un precio justo. Recuerdo que tuvimos una lucha en el primer año muy fuerte porque nosotros como país estábamos exportando 800 dólares la tonelada el asado a Argentina y le vendíamos a nuestros conciudadanos a 1200 dólares. Pero además, entre el 25 o 30% de la producción nacional se consume acá. Si lo tomás como si fuera un país, sería un gran comprador. Ahora China es un fenómeno aparte, pero recuerdo que cuando Rusia creció en los primeros años por 2007 que compraba el 30 o 35% de la producción llegó a ser nuestro principal comprador. Quiere decir que el pueblo uruguayo sería uno de nuestros principales clientes, por lo tanto hay que prestarle la misma atención. Y creo que con el tiempo esto se logró.
Ahora vos vas a Treinta y Tres o Cerro Largo y encontrás carne envasada al vacío, la misma que se exporta y encontrás en Europa. Cuando yo vine a estudiar a Montevideo eso era impensable y la carne que comíamos en el interior ni se parecía a la que se comía en la capital tampoco, y así fue por décadas.
¿Y la otra cuestión?
Lo otro era que se había generado aquello de las cajas negras que no se había logrado instalar. Fue nuestro desafío y fue difícil. Teníamos una serie de críticas con ese sistema y recuerdo que la disyuntiva fue con el ministro Mujica de Ganadería que no estábamos de acuerdo en muchas cosas con el sistema que se implantaba, pero o decíamos que estaba mal hecho y empezamos de vuelta lo que nos llevaría otros diez años con el software, etc. o nos parábamos encima de eso y buscábamos evolucionar, evitando que pase una década para el sistema de trazabilidad.
Hay mucha gente que le cuesta decir que durante muchísimos años el gran negocio de la industria no era vender más caro sino la evasión impositiva. Y esto no es contra los empresarios. Hay cosas que son realidades que no se pueden negar. Así como en una época el gran negocio de los productores de Cerro Largo era contrabandearle a Brasil, hay que decirlo. O cuando había vedas de carne que se contrabandeaba de Canelones para Montevideo y hasta un entierro inventaron para contrabandear carne una vez.
Nosotros saltamos del circuito aftósico a no aftósico y en el 2005 Australia vendía a 1500 dólares la tonelada y nosotros a 500 dólares, tres veces menos. Promediando el 2008 vendimos igual y más caro que Australia y que EEUU. Uruguay se colocó en el podio y eso no lo habíamos soñado. Hay que cuidar mucho lo que hemos logrado. Esta novelería de si importamos animales en pie la verdad es bastante temerario, porque ponemos en riesgo una acumulación de décadas.
Otro fenómeno es el de la concentración y la extranjerización, en frigoríficos se ha visto bastante. ¿Es inevitable o se puede poner coto?
Uruguay para mí tiene toda la institucionalidad y las leyes para controlar los sucesos que pasan dentro del territorio nacional. Lo usás o no. Si lo hacés podés contemplar situaciones tanto de concentración como de un manejo oligopólico del comercio. Las ganancias de las mega empresas a nivel internacional no son más de un 4 o 5%. La mayor parte del valor indefectiblemente queda en el país, después si vos la distribuís o no, es un problema distinto. Entre lo que hay que pagar el animal, los salarios y las tarifas, lo que se puede ir del país es esa ganancia que es menor. No creo que eso sea un problema gravísimo o un freno para que el país evolucione.
Ahora, con la tierra es otro cantar. Estamos en un momento que hay que empezar a visualizar si no tenemos que tener algún otro tipo de legislación porque tengo datos que hay Estados que han querido comprar tierras. Por la dimensión que tenemos y los capitales que manejamos nosotros, creo que hay Estados árabes que perfectamente pueden venir y comprar todo Cerro Largo si quieren. Y eso el Uruguay no lo puede permitir, por nuestra soberanía, nuestros hijos, es una cuestión principal. Yo opino, como dice el negro Lescano: “no quiero un Estado interventor, pero distraído tampoco”.
¿Qué opinión sobre el registro y habilitación por parte de INAC para carnicerías que se aprobó con la LUC?
El marco general está bien. Creo que el INAC tiene que tener potestad en todo el país, pero el trabajo de picar la lata y habilitar las carnicerías con el protocolo de INAC deberían hacerlo las intendencias. Si no el INAC tiene que tener 1800 inspectores. No es viable.
¿Cuál es tu visión sobre la posibilidad de modificar la actual ley forestal?
Nosotros hemos tenido sucesivas leyes de forestación y después hemos tenido decretos. Creo que la forestación, en términos generales cuando uno pasa raya, ha sido exitosa en este país. Vino a agregar otro rubro y valor a los campos.
Ahora, pasados treinta años hay que preguntarse en qué estamos. ¿Hay que tocar algo o no hay que tocar nada? Y yo creo que estamos en esa etapa, en la cual tenemos que mirar para atrás sin ningún prejuicio y ver lo positivo. Pero pensar el Uruguay treinta años para adelante, cómo lo queremos ver. Cuando dicen “esto marchó bien y no hay que tocar nada”, no lo comparto. Porque la vida es un constante cambio y una constante mejora.
En Uruguay discutimos todo y tenemos poca aprensión a las excepciones. Y creo que si hemos tomado un camino y ha sido exitoso tal vez hay que parar con las excepciones, por ejemplo. Y si determinamos como nación que algunas tierras es mejor que se usen con árbol que con otra producción, está bien. Pero no la corramos por otras razones, por un tema de rentabilidad coyuntural hacia otras áreas. Porque también lo que está claro en el mundo es que vamos hacia la diversidad productiva. Por lo tanto, creo que tenemos que mantener nuestras áreas agrícolas, ganaderas y forestales. Tratar de que se complementen.
Pepe Mujica y la raíz blanca
“A los que habíamos dejado la actividad política partidaria como en mi caso, Mujica nos incentivó a volver”, dijo Fratti. “Él comprendía estos fenómenos vinculados al campo, tal vez no en su total cabalidad, pero siempre observó de cerca y era de los legisladores que más nos atendía. Mujica ya estaba desencadenando una campaña por ir al interior, hablar con la gente y saber lo que estaba pasando”, añadió.
“Yo siempre me consideré y me considero blanco, que no es lo mismo que Partido Nacional. La idiosincrasia de ver el país desde el punto de vista nacionalista es otra cosa al Partido, con todo respeto. No reniego de haber militado en el Partido Nacional, donde dejé muchos amigos. Pero en un momento me aparté, no hice más política y cuando terminé la actividad gremial decidí acompañar a Mujica. Porque además yo le encontraba a él una raíz blanca en el concepto. En las conversaciones coincido en más del 90% prácticamente. Algunos compañeros me critican porque dicen que soy alcahuete de Mujica y yo digo que a veces hasta cuando se equivoca acierta”, señaló Fratti.
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