En primer lugar, existe mayoritaria conciencia sobre que la pandemia del Coronavirus se mantendrá más allá del primer semestre, con impactos económicos previsibles al menos para el resto del año 2020.
La ocurrencia de este “cisne negro” tiene lugar en un escenario de la economía y las finanzas mundiales acosadas por las consecuencias artificialmente disimuladas de la crisis del 2008. Monetización y endeudamiento crítico caracterizan hoy por hoy a gobiernos y sector privado, con bonos públicos en el “filo de la navaja” del rating de las agencias calificadoras, categorizados en niveles muy cercanos al límite inferior del Grado Inversor o, peor aún, ya por debajo del mismo, motivando la voluntaria u obligada propensión de los grandes fondos mundiales de inversión hacia un “fly to quality”.
La economía mundial ya no crecerá a más del 3%, sino que las estimaciones rondan el 1,4%, con caídas en China desde una proyección de 6,5% a un crecimiento esperado de apenas 4,7%, con consecuencias más que relevantes para el comercio internacional, una vez confirmada la dependencia global respecto a su demanda.
Y por casa, un comienzo reciente de una nueva Administración, caracterizado por un legado de déficit fiscal, endeudamiento creciente, desempleo e inflación fuera del rango meta. Desde un virtual estancamiento en el año 2019 (0,2%), la economía que se proyectaba con una modesta recuperación en base a inversiones vinculadas a UPM II, ahora coinciden la mayoría de las opiniones calificadas en lo difícil que será superar números negativos.
Mensajes desde la Historia y la Teoría Económica
Priorizando lo urgente y a punto de partida del también relevante posicionamiento en el que identificamos genéricamente como el “Día Después”, corresponde destacar la diferencia entre lo ocurrido en el año 2008 y lo que estará muy pronto frente a nosotros. Aquella fue una crisis financiera. Por delante nos enfrentaremos a una crisis de la economía real global, evocando posiblemente lo ocurrido en la Gran Depresión del siglo XX, iniciada en 1929.
John M. Keynes nos recordaría que en los años 30s, el New Deal del Presidente Roosevelt tomó referencias de las propuestas que incorporara en su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en particular sobre la relevancia de la demanda efectiva y la inversión para la recuperación de los equilibrios perdidos.
Más de 80 años han transcurrido desde entonces. Ahora, sin perjuicio de la disciplina fiscal y financiera sobre la que hay coincidencia generalizada, corresponderá a los gobiernos decidir enfrentar la nueva crisis de la economía global. Lo harán reincidiendo en un incremento aún mayor de la liquidez y sofisticación de los mercados o, alternativamente, procurarán soluciones por vías más cercanas a aquel New Deal antes mencionado, si bien apoyando desde la oferta, con atención prioritaria a la revitalización de la demanda efectiva y, en particular, a la inversión.
Uruguay Marzo 2020
Más allá de lo prioritario: la lucha contra la amenaza sanitaria, el escenario económico mundial presenta señales potencialmente favorables para Uruguay, tales como la casi inimaginable caída del precio del petróleo, tasas de interés cada vez más cercanas a cero, una relación cambiaria que localmente se ha incrementado –sin corregir el atraso cambiario, en tanto la evolución similar de otras monedas de países competidores- y la expectativa de una menor caída de los precios de los productos de la cadena alimenticia respecto a otros commodities.
Contrariando tales factores positivos, se abren interrogantes externas asociadas a una potencial crisis económica generalizada, afectando la capacidad de compra de nuestros demandantes y, consecuentemente, afectando precios y cantidades de exportación, sumado todo ello a las dificultades de orden fiscal, de deuda, desempleo e inflación preexistentes al Coronavirus. Con cuarentena voluntaria y más aún en caso de cuarentena general, el “parate” de la economía nacional, al menos en lo comercial e industrial, aparece como inevitable y de duración aún no estimable.
“Corresponde destacar la diferencia entre lo ocurrido en el año 2008 y lo que estará muy pronto frente a nosotros. Aquella fue una crisis financiera. Por delante nos enfrentaremos a una crisis de la economía real global”
Las primeras medidas económico-financieras adoptadas por la nueva Administración, seguramente aliviarán la problemática inmediata de empresarios monotributistas, unipersonales y PyMEs, así como atenderán a las urgencias alimentarias de sectores de menores recursos, todo lo que se complementa con iniciativas de política crediticia.
Reflexionando sobre el Día Después
Asumiendo la necesidad impostergable de comenzar a preparar la más pronta recuperación económica, entendemos oportuno realizar las siguientes consideraciones.
Frente al imperativo categórico de generar expectativas racionales positivas en la estructura productiva, las primeras iniciativas de orden fiscal adoptadas –básicamente de aplazamiento de plazos para obligaciones tributarias y aportes al BPS- implican efectos puntuales, focalizados y parcialmente compensatorias de la iliquidez por la paralización de la actividad, no esperándose de las mismas una capacidad de reactivación.
Por su parte, la oferta crediticia implementada, no obstante “contribuir a la liquidez de nuestra economía, preservando la cadena de pagos”, según lo expresara la Ministra de Economía Ec. Azucena Arbeleche, tampoco es esperable que tenga aplicación productiva entre los agentes de la oferta, en tanto estos no vislumbren una recuperación de la demanda efectiva hacia la cual orientar su producción. En el mejor de los casos cumplirá su objetivo, sirviendo para financiar vencimientos durante el “parate”, pero no resultará en la necesaria inversión productiva preexistente. Algo ya más negativo: podrá implicar un efecto “rentista”, en tanto los agentes orienten las condiciones “blandas” ofrecidas hacia otros destinos personales.
Complementariamente, la asignación al MIDES del equivalente a 22 millones de dólares para el desarrollo de un plan de emergencia alimentaria, incluyendo la “inyección de dinero” en las 87.019 tarjetas emitidas del programa Uruguay Social, seguramente contribuirá al logro de un impacto puntual en la sobrevivencia de un sector de la población, al tiempo que un agregado a la demanda de sectores productivos específicos.
Concluyendo
Por lo hasta aquí expuesto, debemos manifestar que al tiempo que no desconocemos lo positivo del esfuerzo que la Administración realiza con las primeras iniciativas económico-financieras adoptadas, especialmente tomando en consideración el estado de situación de la economía que recibiera, desde una prospectiva de mediano y largo plazo, concluimos:
Que a la relevancia de las propuestas keynesianas para la recuperación económica, en particular la preocupación por la demanda efectiva y la inversión, corresponde agregar lo afirmado por Milton Friedman sobre las diferencias del comportamiento e impacto en el consumo entre los incrementos temporales de ingresos y lo que identificaba como el ingreso permanente y sus consecuentes expectativas hacia el futuro;
Que basados en estos mensajes desde la Teoría Económica y pensando en el Día Después, corresponde insistir en el oportuno desarrollo de un Plan de Urgencia de Obra Pública productiva, caracterizado prioritariamente por la demanda de mano de obra no calificada;
Que para una sustentable recuperación de la actividad económica que deberemos más temprano que tarde afrontar, corresponderá aplicar una gradual adecuación de los precios de los bienes y servicios proveídos por el Estado y sus Empresas, en particular aquellos que afectan la competitividad de los agentes productivos, reduciendo el costo-país e incrementando la competitividad del empresariado privado y su capacidad de creación de fuentes de empleo; y
Que a su tiempo, el impacto derivado de lo precedente sobre el consumo, se encaminará a través de un ingreso disponible permanente mayor en cada familia, en tanto se reduzcan los consecuentes costos por los servicios públicos consumidos, habilitando así una mayor capacidad adquisitiva, la que potencializará la demanda efectiva y con ello la producción y el empleo.
(*) Doctor en Economía por la Universidad de Sevilla y graduado como Master en Administración Pública y Macroeconomía por la Universidad de Harvard