Durante esta administración la UTU ha potenciado los programas educativos para poblaciones vulnerables, como personas en situación de calle y privadas de libertad, con cursos orientados a oficios con alta demanda laboral. Estos planes, que no han estado exentos de desafíos de adaptación, buscan proporcionar herramientas para la reintegración social y laboral de los participantes. A futuro, la UTU planea seguir expandiendo estas iniciativas y mejorar la calidad educativa en todo el país, según dijo a La Mañana el director general de la institución, Juan Pereyra.
¿Cómo surgió la iniciativa de brindar un curso a personas en situación de calle, que recientemente se amplió a través de un nuevo convenio firmado con el Mides?
Nosotros desde el año 2021 venimos trabajando en conjunto con el Mides en el dictado de cursos a determinadas poblaciones que tienen carencias o que necesitan especial atención, que atraviesan situaciones de vulnerabilidad, en todo el país. Hemos trabajado con personas en situación de calle, con chicos del INJU, con el Programa Accesos, con la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali), con Inmujeres. También tenemos algunos cursos para madres solteras, jóvenes, adolescentes. Y tenemos un centro educativo en el interior del país para chicos con TEA (trastorno del espectro autista). O sea que tenemos una actividad educativa hacia el ámbito social muy desarrollada.
¿Qué formación o qué tipo de habilidades se busca proporcionar a estos participantes?
En general, es un curso que tiene una alta demanda laboral en el sector privado, que lo denominamos multioficios, en el cual se brinda albañilería, sanitaria e instalaciones eléctricas. También se han hecho otros en el área de informática, carnicería, soldadura, galletería y demás. Pero el más demandado es este de multioficios.
¿Cómo puede impactar esta formación en la vida de las personas en situación de calle?
Son personas que por equis motivos quedan en la calle sin ningún tipo de apoyo. Nosotros buscamos darles alguna herramienta. Si logramos que uno, dos o tres salgan de esa situación, ya es algo muy importante. Nuestro objetivo sería sacar a todos de la situación de calle, que tuvieran un trabajo, una vida digna, pero sabemos que eso no es posible. Pero con que podamos sacar a algunos, ya estamos ganando.
¿Cuáles son los desafíos que surgen a la hora de implementar este tipo de formación en un contexto tan complejo?
Los desafíos que han surgido en estos casos han sido, sobre todo, lograr determinados cumplimientos, lógicamente, por su forma de vida, sus costumbres, entonces, a veces cuesta adaptarse. Nos pasó, por ejemplo, cuando se hicieron cursos en carnicerías, que tenían que ir a hacer las prácticas y atender público, y ahí fue donde costó un poco más esa adaptación.
Por otro lado, ¿cuáles son los objetivos del Programa de Competencias Técnicas y Habilidades Transversales dirigido a personas privadas de libertad?
Es muy fácil opinar y decir que una persona que está privada de libertad, cuando salga, al poco tiempo va a volver a cometer un delito. Pero también tenemos una responsabilidad, porque si no le damos herramientas para que no vuelva a lo anterior, la persona sale sin recursos, sin apoyo, y lo único que sabe hacer es cometer un delito y lo va a volver a hacer. Entonces, nosotros, como institución pública, junto con el INR, tratamos de darles herramientas para que cuando salgan puedan conseguir trabajo, que tengan un certificado. Eso ha sido muy importante y lo estamos desarrollando en varios centros penitenciarios con muy buenos resultados.
¿De qué forma este plan puede ayudar a las personas que están privadas de libertad a que mejoren las oportunidades laborales una vez que salen del sistema penitenciario?
Imaginate que la persona haga un curso, por decir algo, en electricidad. Sale con un certificado y se presenta al mercado laboral con conocimientos en electricidad, entonces, eso le da la posibilidad de que la puedan tomar determinadas empresas. Si sale de una cárcel y no tiene ninguna competencia, por lo menos registrada, le va a ser muy difícil. También hay casos en los que están terminando el ciclo básico o el bachillerato.
¿Se piensa en algún tipo de alianzas para facilitar la inserción en el mercado de trabajo?
Eso lo está llevando a cabo el Mides con la Dinali. Nosotros lo que hacemos en el convenio es encargarnos de la parte educativa.
¿Y cómo ha sido la coordinación con otros organismos para desarrollar estos programas?
Ha sido excelente. Como te comentaba, con el Mides trabajamos a pleno y los resultados han sido muy buenos. Y lo mismo con el INR, que tenemos un centro educativo en el Comcar y en breve se va a abrir otro en una cárcel de mujeres. También tenemos centros en varias cárceles del interior.
¿Cómo es el funcionamiento de los centros que tienen en las unidades carcelarias?
Por ejemplo, en el Comcar tenemos un centro educativo exactamente igual a los que tenemos en cualquier lugar del país. La única diferencia es que los alumnos que van ahí están recluidos en el Comcar.
¿Cómo ha sido la experiencia de los docentes que dan clases en esos ámbitos?
Cuando íbamos a abrir el centro educativo en el Comcar, yo tenía un poco de miedo de que los docentes no quisieran ir. Sin embargo, hemos tenido realmente una respuesta excelente del colectivo docente, no ha habido ningún tipo de problema y los cursos se dictan con total normalidad. La verdad es que en ese sentido tengo que destacar al cuerpo docente de nuestra institución.
¿Cuáles son los planes a futuro de la UTU en relación con la inclusión social a través de la educación? ¿Se piensa en seguir desarrollando programas para poblaciones vulnerables?
Los programas que tenemos actualmente ya están establecidos y esperamos que continúen. A su vez, la idea es potenciar otros colectivos que lo necesiten y, para ello, dependemos mucho de otros organismos que nos hagan los planteamientos correspondientes. También aspiramos a ampliar la alianza con el INR a través del dictado de cursos en otras cárceles, y lo mismo con el INJU. O sea, nuestra institución está abierta a potenciar esto porque entendemos que la educación, y sobre todo en un oficio, para estas poblaciones vulnerables, es una herramienta muy necesaria.
Finalmente, ¿qué reflexión hace hacia el último tramo del año? ¿Cómo prevé que cierre este año la UTU?
Nosotros vamos a cerrar este año realmente contentos con lo que se ha logrado. En general, hemos aumentado el número de alumnos, hemos aumentado sustancialmente la cantidad de cursos, mejoramos la calidad de los mismos, los hemos aggiornado, hemos adquirido un importante volumen de equipamientos, equipamientos de última tecnología, algunos de ellos únicos en el país, y también hemos avanzado mucho en el interior y en algunos lugares en Montevideo donde se necesitaban nuevos centros educativos. En esta administración llevamos más de 50 puntos educativos nuevos que se han desarrollado en varias zonas de nuestro país. Uno de los objetivos principales que nos marcamos cuando entramos era jerarquizar a nuestra institución y creo que lo hemos logrado bastante. Esperamos dejar muy fuerte a la UTU, dejarla bien asentada y que las administraciones que vengan puedan continuar este trabajo y, por supuesto, mejorar.
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