Cuando uno va por ruta 18, a la altura del río Tacuarí, en el departamento de Treinta y Tres, y se dirige campo adentro a través de un camino vecinal de tierra, puede encontrarse con un proyecto que no tiene más de un lustro de historia pero que ha cambiado la realidad –y sin dudas también el futuro- de decenas de jóvenes de la zona. Allí, luego de una senda enmarcada por eucaliptos frondosos se llega a un viejo casco de estancia, otrora residencia de la familia Saavedra, devenido hoy en la UTU conocida como “Santa Ana”. Se trata de un proyecto educativo agrario que tiene derrames sobre toda la comunidad del lugar y que abarca un radio comprendido entre Río Branco, en Melo, y Vergara, en el departamento olimareño.
El predio en el que funciona la institución fue donado por la Iglesia Católica luego de que las hermanas Saavedra plasmaran en su testamento la condición de que el sitio se transformara en una escuela agraria. Así fue. El proyecto comenzó como una suerte de rompecabezas conformado por piezas fundamentales para su desarrollo. El Padre Freddy Martínez, sacerdote a cargo de la administración del establecimiento y representante por la diócesis, se acercó a la UTU de Río Branco, donde Sandra Garate –actualmente directora del Campus Regional del Este- era en ese entonces la directora.
Luego de un relevamiento por la zona se halló una necesidad real por parte de los jóvenes de poseer un ciclo básico agrario para no tener que migrar a otro departamento o sufrir un desarraigo. Wilson Netto, director de UTU por ese entonces, se puso a disposición y en el año 2014, luego de la aprobación correspondiente con Codicen, el proyecto comenzó a rodar.
Rápidamente el lugar se acondicionó para tal fin y comenzó a funcionar una comisión de seguimiento, permanente hasta el día de hoy, con representación de todos los órdenes involucrados. Actores tales como los vecinos, la policía comunitaria, la Intendencia de Treinta y Tres –que a su vez se encarga del traslado de los alumnos-, la Iglesia –que por su parte lleva la logística de los docentes-, UTU, los alcaldes, representantes del sector arrocero, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Netto y Garate, entre otros, son aristas esenciales para que la comisión evolucione hacia la incorporación de nuevas líneas.
Los estudiantes llegan en un ómnibus de línea que los deja sobre una garita -acondicionada especialmente para ellos- sobre la ruta 18, pero aún bastan 20 kilómetros para la institución. Para ello, se dispuso de micros que realizan el traslado.
Los 22 docentes llegan luego de viajar varios kilómetros y horas desde ciudades cercanas. Para que estos no pierdan la motivación, el proyecto trabaja también con el estímulo hacia los profesores. De lunes a viernes, desde las once a las cinco de la tarde, jóvenes de entre 12 y 15 años se encuentran en las aulas. Otros están en los invernáculos con sus plantaciones de lechugas –comparándolas con las que plantaron fuera-, o en el criadero de conejos. Durante los días soleados y cálidos, el tiempo se presta para merendar bajo los árboles o cerca del lago. Y en ocasiones, por qué no, también para impartir clases. Lejos ha quedado la ruta y el bochinche urbano.
Actualmente, 47 jóvenes realizan sus estudios en esta institución que no cuenta con repetidores ni problemas de comportamientos, aseguró Garate en entrevista con La Mañana. Hay entre ellos estudiantes con discapacidad intelectual que desempeñan “muy bien gracias al apoyo de sus compañeros”, añadió. “Trabajamos con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) en la trayectoria de los jóvenes, para que una vez que terminen primaria, si no existen las condiciones para que continúen estudiando, como trabajadores de la Educación Técnico Profesional, tengamos el deber de brindar esas posibilidades en el lugar”, sostuvo.
Para dar continuidad, en la ciudad de Río Branco se alquiló una casa que es actualmente una residencia gratuita para que los alumnos de UTU “Santa Ana” realicen su bachillerato. El inmueble cuenta incluso con una habitación extra en caso de que algún padre del medio rural deba ir a la ciudad a realizar algún trámite o una visita al médico. El último paso es con el Hogar Estudiantil de Río Branco en Montevideo, donde acceden cuando llegan a Facultad. La tasa de continuidad es alta: de un promedio de 50 alumnos anuales, entre uno y dos eligen no seguir estudiando.
Paralelamente, se incorporaron capacitaciones para los padres y un taller de cooperativismo y gastronomía para las madres de los alumnos que les permiten reinsertarse a nivel laboral. La población de la zona es fluctuante debido a su enlazamiento con la actividad arrocera que permite la Laguna Merín y las zafras que se producen y, por lo tanto, el desempleo también.
Durante un tiempo, las madres colocaron un kiosco y vendieron alimentos. Durante alguna actividad importante –sobre todo vinculada a la zafra de ovinos- los padres organizados en una comisión colocan un stand a beneficio que ofrece café, tortas fritas y pasteles. Con lo recaudado se pudo comprar, por ejemplo, un microondas y un freezer.
Asimismo, a través del Plan Agropecuario del MGAP y los trabajos con ovinos se ha participado de la Expo Prado en Montevideo. Pero, orientados constantemente a la comunidad y a volcar a la ruralidad profunda servicios, es que a fines de este mes de julio comenzará a funcionar en la institución un centro de atención con una policlínica y un odontólogo.
“Tenemos un gran apego y cariño por el proyecto. Trabajamos mucho con las escuelas primarias de la zona para que los niños sepan que cuando culminen sus estudios pueden concurrir aquí e ir y venir todos los días desde sus casas”, dijo Sandra Garante a La Mañana
Garante opinó que Santa Ana “es otra oportunidad de vida” y que las razones por las que no hay repetición es porque están motivados y se encuentran en un ambiente de respeto y compañerismo. Por otra parte, dijo que el grupo de docentes se orienta a la solución de las dificultades. “Eso lleva a que las características del lugar y el sentido de la educación en ese lugar tengan estos resultados”, afirmó. El programa está volcado a que todo lo aprendido pueda ser volcado en el hogar para que el día de mañana puedan tener su sustento y saber cómo producir el alimento, añadió. En tanto, comentó que el modelo educativo está en la mira de otros países, dado que incluyó la realidad más profunda de la ruralidad.
El Padre Martínez llegó a Santa Ana en el año 2010, cuando se trataba de una casona donde desde hacía más de tres años no vivía nadie. Hoy figura incluso allí una Red Ceibal.
En diálogo con La Mañana, destacó la labor realizada hasta entonces y la importancia que tiene para la zona. De igual forma, dijo que augura que la UTU “Santa Ana” se transforme en un centro de referencia para la comunidad. El párroco destacó que la socialización de los jóvenes ha permitido este proyecto así como también la posibilidad de continuar estudiando. “En este momento tenemos a más de un alumno cursando Facultad en Montevideo. Si uno sólo lo logró, ya valió la pena”, subrayó.
Cada fin de año, los alumnos egresan. Como en todas las instituciones, los docentes los despiden con las esperanzas de que los estudiantes continúen por un camino fructífero y perseverante. Los de Santa Ana, además, lo hacen con la ilusión de que han cambiado, al menos, el futuro de alguno de ellos.
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