La instalación de una planta de hidrógeno verde y metanol en Tambores, Tacuarembó, genera preocupaciones en algunos vecinos: el deterioro del agua dulce, el impacto social y el incumplimiento del artículo 47 de la Constitución por promover el “extractivismo”. Por este motivo se unieron para dar batalla contra el “Proyecto Tambor”
Tambor Green Hydrogen Hub (o Proyecto Tambor) es el nombre del nuevo proyecto de hidrógeno verde que se espera instalar en Uruguay, más precisamente en Villa Tambores en Tacuarembó. La iniciativa es desarrollada por la empresa alemana Enertrag, en conjunto con la compañía uruguaya SEG Ingeniería, a través de un consorcio denominado Belasay S.A.
Según indicaron las empresas, se aprovechará la capacidad de irradiación solar y los recursos eólicos de la zona, además del agua, ya que el área del pueblo cuenta con abundantes recursos hídricos, particularmente aguas subterráneas del acuífero Guaraní, capaces de abastecer a la planta de hidrógeno sin afectar otros usos del recurso.
Tambores es un pequeño pueblo cuya principal actividad económica giró históricamente en torno a la ganadería y parecen estar ante un posible cambio de paradigma en relación al agua. Los menos de 2000 habitantes se encuentran a la espera de los avances del proyecto que producirá 70.000 toneladas de otro combustible, metanol, de forma que se triplicaría el consumo de agua en el pueblo.
Se han perforado tres pozos hasta el momento para medir la presión del agua en las 100 hectáreas que arrendarán durante 30 años, y se estima que se necesitarán seis perforaciones. El pasado mes de noviembre, integrantes de la Junta Departamental de Tacuarembó votaron a favor de la recategorización del suelo, que pasó de rural productivo a suburbano industrial. Así, el campo ya no es exclusivo para la producción y queda habilitado para actividades industriales.
De cara a la nueva realidad del país en materia hídrica y las consecuencias que podría generar esta planta, La Mañana dialogó con dos personas integrantes del grupo Agua es Vida: Gladys de Souza y Laura Villaba. Ellas presentaron con un grupo de 43 vecinos de la zona y lugares como Valle Edén y Piedra Sola, una acción de inconstitucionalidad contra el decreto departamental que permite la instalación de la planta, ya que entienden que la normativa departamental va en contra del artículo 47 de la Constitución por promover el “extractivismo” del agua.
En una de las reuniones informativas que tuvieron entre los vecinos, convocada por Agua es Vida, hubo exposiciones de la socióloga Selva Ortiz (Redes Amigos de la Tierra) y de la licenciada en Desarrollo y docente de la Universidad de la República, Ana María Barbosa (también pobladora de Tambores).
“Se pisaron el palito”
Gladys de Souza vive en Tambores desde 1989 y siempre se involucró en el área social y de salud del lugar. La habitante de la zona comentó a La Mañana que una de sus actividades es participar de movimientos que luchan contra el daño del medio ambiente. Participó en acciones contra las minas de Aratirí, las perforaciones para la búsqueda de petróleo y UPM. Hoy su pelea es en pos del agua del acuífero Guaraní y, por ende, la de todo el país.
“De este proyecto nos enteramos sobre la fecha gracias a que se necesitaba recategorizar un padrón para instalarla y la Intendencia de Tacuarembó debía avalarlo. La noticia de que habría una audiencia se publicó en un recuadro de un semanario local y nos interiorizamos en el tema”, relató la entrevistada.
Según de Souza, representantes de las empresas fueron a la audiencia y “convencieron a las autoridades de que el hidrógeno verde era algo bueno para todos” y que la zona era ideal por el agua y para la instalación de plantas eólicas y fotovoltaicas, así como un electrolizador para producir 15.000 toneladas de hidrógeno o 70.000 toneladas de metanol al año. La mayoría de estos productos se exportarán.
“Creo que allí fue donde se pisaron el palito, porque es un tema muy sensible el del agua. Acá es una zona de recarga del acuífero, y si no se repone lo que le sacarían para la producción, la recarga no alcanzaría”, señaló de Souza y apuntó que se debe informar con datos chequeados, con profesionales en la materia, como con geólogos e hidrogeólogos.
Impacto social además de ambiental
Laura Villalba vive en la zona de Cerro de la Aldea, a unos 40 kilómetros de Tambores. Comentó a La Mañana que en América hay diversos proyectos de este tipo, pero es una tecnología novedosa que aún no cuenta con antecedentes. “Sabemos que es posible hacerlo con agua contaminada o salada, solo que les sale más caro a las empresas, entonces quieren hacerlo con el agua dulce del acuífero, que es el segundo del mundo en reserva, además Uruguay no tiene tantos estudios sobre agua subterránea”, expuso la entrevistada.
La zona de Tambores es un área de recarga de agua, la que es muy lenta según indicaron las geólogas e hidrogeólogas que están en contacto con el grupo Aguas es Vida. “¿Tenemos un problema hídrico y vamos a usar el agua dulce?”, se cuestionó.
Resaltó el hecho de que el hidrógeno verde no se quedará en Uruguay, sino que será para exportación, “además en el proyecto está claro que van a producir un 30% de hidrógeno 70% de metanol, un alcohol que no es apto para el uso humano, o sea que el ‘verde’ es entre comillas”, apuntó.
Opinó que es necesario bajar el consumo de energía, más en las ciudades, pero entiende que se debe ser “justos ambientalmente”. Agregó que el uso del agua dulce tiene más riesgos como cuando se hacen las perforaciones, la contaminación, el desuso de los molinos al finalizar la vida útil y los desechos de los paneles solares.
“Otra cosa que nos importa es el impacto social. Llegarán unas 2000 personas más a Tambores. Como maestra he visto lo que sucede cuando llegan alumnos nuevos a mitad de año, por ejemplo, y el impacto es muy fuerte, porque entre todos se construye un clima en el aula y la cultura de funcionamiento que luego se debe repensar. Lo mismo pasa en la comunidad, pero a gran escala. La Villa no está preparada”, dijo Villalba.
Promesas incumplidas
La entrevistada comentó que los organismos estatales “parecen ausentes” en este proceso, y aseguró que en 2019 se ratificó el acuerdo de la planta, en donde se indicaba que la información sería pública, habría participación y justicia ambiental, “pero no lo hay, la única cosa que hubo en Proyecto Tambor fue una audiencia para recategorizar el suelo”, expuso.
El grupo ha tenido contacto con varios académicos e, incluso, con la cátedra de Derechos Humanos de la Unesco, que funciona en la Udelar, y con ellos, el 12 de agosto, se hará un nuevo encuentro en Tambores.
“Otra de las cosas que nos alerta es que en esta zona se produce alimento y todos los cursos de agua en movimiento que sean superficiales se alimentan, en parte, de las precipitaciones y en otra parte del agua subterránea. En la medida en que saquen muchísima agua subterránea afectará a todas las demás aguas superficiales, porque es una de las formas de recarga de los ríos”, detalló la entrevistada.
Un asunto que llama la atención de los vecinos es que, si se comparan los proyectos presentados en otras partes de América, se utiliza mucha más agua de lo que indica el Proyecto Tambores (700 metros cúbicos al día). “A su vez, arrendaron más campo que el que ocuparía la planta, por lo que se puede pensar que la agrandarán luego, o que vendrán otras empresas”, argumentó Villalba.
Fuentes de trabajo
De Souza indicó que desde el consorcio se dice que darán los 1900 puestos de trabajo. “Si los hay, no van a ser solo para personas de Tambores porque la mayoría somos viejos”, dijo. “Además, a los menores no se los puede contar como mano de obra”. Aseguró que los más de 100 empleados públicos no dejarán su trabajo por una changa, “es decir que para Tambores lo que lo puede beneficiar es a algún servicio como almacenes, pero no más. Hay una falsa expectativa en cuanto a este tema”.
Por su parte, Villalba indicó que tiene la esperanza de que la crisis hídrica “haga reflexionar a muchas más personas y que esto se detenga, se restrinja, o sea haga más mínimo de lo que será y se piense en la población de Tambores”, apuntó. Si bien está de acuerdo con que Tambores necesita otras fuentes de trabajo porque casi todos trabajan en el municipio o el campo, “se pueden buscar otras actividades, como el área textil, reciclaje, entre otras cosas”.
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