Recientemente galardonado con una premiación del Ministerio de Educación y Cultura, en diálogo con el historiador Bruno Vuan compartió con La Mañana parte de su último trabajo editorial, que se centró en los 400 años de Villa Santo Domingo Soriano. El libro, auspiciado por el Centro Histórico y Geográfico de Soriano, aborda una serie de documentos esclarecedores sobre los primeros asentamientos en esa zona del país.
¿Cómo surgió la primera comunidad asentada en Villa Soriano?
El documento más antiguo que la menciona es de 1664, en el que el gobernador de Buenos Aires le informa al rey que está recién fundada y la atiende un sacerdote dominico. Originalmente la conformaban un asentamiento charrúa, cercano a la actual ciudad de Gualeguaychú, y otro chaná, en el arroyo Yaguarí Miní, hoy denominado Arroyo Malo, en la actual costa entrerriana frente a la boca del río Negro. Los indígenas, primero charrúas y luego chanás fueron capturados en los montes del río Gualeguay hasta cerca de Santa Fe, y luego puestos bajo la doctrina de fray Antonio Juárez, proveniente del convento dominico de Santa Fe. Se dan sucesivos traslados, primero a la isla Vizcaíno en el actual departamento de Río Negro y hacia 1718 al actual departamento de Soriano.
¿Qué incidencia tuvo el gobierno de Buenos Aires para ese asentamiento?
Por ese entonces aún no existía el virreinato, el Río de la Plata era una gobernación con capital en Buenos Aires dependiente del virreinato del Perú. Sus ciudades originales además incluían Santa Fe, Corrientes y la desaparecida Concepción del Bermejo, e integrándola también parte del Chaco, la actual mesopotamia argentina y los actuales Uruguay y buena parte de Río Grande del Sur sin asentamientos en esos años. Desde Buenos Aires se conformaron las primeras reducciones de chanás y guaraníes, así como encomiendas de charrúas. Si bien las decisiones en última instancia se tomaban en Buenos Aires, Santa Fe tuvo un rol relevante en la fundación de Santo Domingo Soriano, ya que los indígenas reducidos estaban en conflicto con los estancieros santafesinos por el recurso ganadero.
¿Qué importancia tuvo la Iglesia en la conformación y desarrollo de esa comunidad?
La reducción se consolida con la presencia de padres de la Orden de Predicadores, también conocidos como dominicos, provenientes de Santa Fe. En ese sentido la Iglesia tiene una presencia relevante y permanente –en un entorno particularmente precario y adverso–, primero con sacerdotes dominicos y luego con religiosos mercedarios y franciscanos. La propia denominación de la reducción remite al convento dominico de San Domenico in Soriano, ubicado en Calabria, de donde se difundió este culto dominico que se extendió a toda América y Filipinas. De hecho, la memoria oral registra esa presencia dominica fundacional con charrúas, lo que coincide con la evidencia documental y siendo una confirmación robusta de los hechos.
Usted mantiene alguna duda sobre la fecha de fundación. ¿Podría contarnos al respecto?
Si bien no tenemos evidencia de una fecha exacta, toda la documentación apunta a una fecha alrededor de 1662. En ese sentido lo que no tengo duda es que fue en esos años y que no ocurrió en 1624. Esa fue una fecha que surgió de la ambigüedad de un historiador jesuita del siglo XVIII y se instaló por el relato fantasioso de Domingo Ordoñana. Una vez que aparecieron los documentos de la época quedó en evidencia que los hechos desarrollados a partir de 1624 con la llegada en setiembre de ese año del gobernador Francisco de Céspedes no mencionan a Soriano ni es posible establecer continuidad con Soriano. En mi caso, además ensayo la hipótesis, basada en documentos, de que se trató de una presencia en la costa del Río de la Plata y no en el río Negro, presencia donde en 1626 ya se menciona fundamentalmente Montevideo.
¿De qué manera Santo Domingo Soriano está ubicada estratégicamente para su creación por esos años?
Resultó un punto de escala natural de las balsas jesuíticas que transitaban entre Yapeyú y las misiones jesuíticas del alto Uruguay. También proveyó de madera y carbón a Buenos Aires, y naturalmente se explotaba el cuero. Resultó un punto fundamental a la hora de recuperar la Colonia del Sacramento. Fue en Soriano donde se concentraron las tropas jesuítico-guaraníes así como de Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes para la expulsión de los portugueses. Todo se da en un marco de creciente cooperación y conflicto entre indígenas, españoles y criollos.
¿Qué incidencia tuvo Villa Soriano para el futuro del país?
Tempranamente Soriano se sumó a la Revolución Oriental. Primero apoyando su cabildo la Revolución de Mayo ya en junio de 1810. Luego en 1811 es desde Soriano que se promueve la instancia de Asencio y la posterior toma de Mercedes, donde Artigas emite su primera proclama. También es en el departamento de Soriano –que le debe su nombre al Santo Domingo Soriano– donde se registra el primer asentamiento en San Salvador en 1527, un año que fue propuesto para sustituir en el escudo departamental el de 1624, actualmente carente de significado histórico. También hay una segunda fundación de San Salvador en 1573, y luego en 1825 el desembarco en la Agraciada y los acontecimientos del Monzón.
¿Cuéntenos sobre el trabajo que llevó adelante sobre los 400 años Domingo Soriano y la premiación del MEC?
Apunté a repasar y actualizar lo que hace medio siglo publicaran autores como Aníbal Barrios Pintos, Washington Lockhart, René Boretto y Manuel Almeida corrigiendo el error de 1624 que había instalado Ordoñana, y por cierto adoptado hasta el presente por toda la bibliografía de los tres niveles de la enseñanza. En estos años se sumaron los aportes documentales de Diego Bracco, que me permitieron confirmar en lo sustancial los planteos de una fundación en 1662 en la costa argentina, y agregar algunas novedades. Entre ellas la evidencia de que la región donde surge Soriano era de predominio guaraní a la llegada de los españoles, en tanto que los chanás se ubicaban en el Paraná e incluso en las cercanías de Buenos Aires. Aporto también documentos de origen franciscano y las actas del cabildo de Buenos Aires de 1624 y posteriores que se creían perdidas, y que nada informan de reducciones que se hubieran fundado ese año.
Orgullosos de su pueblo natal
Nina Andino está a punto de jubilarse como funcionaria de Antel, servicio que desde hace 38 años desarrolla en su propia casa. A sus 69 años definió a Villa Soriano como “mi pasión, mi locura y mi sentimiento”. Para ella los festejos de este sábado fueron una fiesta de “colores” y con mucha gente que los visitó o que regresó a su pago para el reencuentro. Habitualmente Villa Soriano no festeja los aniversarios, pero esta fecha era especial y había que celebrarla.
La localidad cuenta con cerca de dos mil habitantes y tuvo en los últimos años un crecimiento increíble, con mucha gente que compra su terreno y levanta su casa. “La población ha crecido mucho”, pero Nina lamentó que aún no haya futuro para las generaciones más jóvenes. La localidad tiene dos escuelas, una de ellas rural y se dictan cursos de UTU. Para concurrir a la educación secundaria los estudiantes deben trasladarse a Dolores a 19 km, ciudad de referencia de toda la población.
Andino dijo que la gente es “simple” en el más amplio sentido de la palabra. Una especie de gran familia en la que todos se conocen. Las actividades rurales y la pesca conforman las principales fuentes laborales de la localidad. Aunque en los últimos años el turismo ha cobrado mayor importancia y varias familias están al frente de emprendimientos que reciben a los visitantes tanto para pasar el día como para pernoctar.
“El pueblito es el rostro del Uruguay primitivo”
Miguel Silva dijo a La Mañana que está “orgulloso de pertenecer a este lugar”. Nacido en la población, estuvo muchos años fuera por motivos laborales, aunque remarcó que regresaba todos los fines de semana. Para él lo del sábado “fue inolvidable” y agregó que “nunca nos imaginamos la magnitud que iban a tener los festejos” por los 400 años de su comunidad, a la que definió como “muy amable y con sentido de pertenencia”. Cuando llega alguien, sea conocido o extraño, “lo convidamos con un mate” o lo invitamos a conversar a nuestra casa. Jubilado como técnico agropecuario y en producción animal y docente de la Escuela Agraria de Tacuarembó, Miguel se asentó definitivamente en el lugar en el que se siente feliz. Dijo que el mismo sentimiento lo tienen los de afuera que comúnmente comentan “yo voy a la Villa, allá pasamos regio”.
Juan Guigou preside la Comisión de festejos por los 400 años de la localidad que se conformó el año pasado con representación de todas las fuerzas que actúan en el departamento. “Fue un verdadero acierto porque dio lugar a distintas visiones con respecto a lo que se queríamos hacer”, señaló. Las actividades que se seguirán desarrollando durante todo el año planean para los próximos días la plantación de árboles en los centros educativos de la localidad para motivar la conciencia en el cuidado del medioambiente. “El pueblito es el rostro del Uruguay primitivo” dijo. Los visitantes pueden encontrar construcciones coloniales aún en pie y “la sensación de paz y tranquilidad”.
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