Un tema candente en los ambientes agropecuarios en la actualidad tiene que ver con las expectativas con que se espera la zafra de venta de reproductores vacunos, verbigracia toros, porque las hembras no cifran, a pesar de la difusión creciente de las técnicas de reproducción ampliada por trasplante de embriones. El inminente inicio de las ventas masivas en remates de animales de cabaña y en exposiciones del interior, encuentra al sector en un escenario complejo y contradictorio, pero cargado de elementos que inducen al optimismo.
El nivel de precios y el volumen de comercialización de los toros representan un buen termómetro del ánimo y la visión que los agentes productivos tienen del futuro de su actividad a mediano plazo. Un toro que trabaja en un rodeo en la próxima temporada de servicio (normalmente el trimestre diciembre – febrero) tendrá sus hijos en la siguiente primavera, dentro de un año, que se destetarán y podrán comercializarse como temprano en el otoño siguiente, en 2021: un año y medio mínimo para lograr productos vinculados a la inversión actual.
Como se ha comentado ampliamente, hay varios elementos del contexto físico y económico que están incidiendo positivamente en la ganadería y augurando un buen resultado en el corto plazo. Una vez más: el principal factor, determinante en todo sentido, es el tiempo climático, que sigue siendo favorable a la producción de forraje, tanto para los campos naturales como para las praderas y verdeos. Las abundantes lluvias caídas en todo el territorio en setiembre carga de agua los perfiles del suelo, lo que está asegurando su disponibilidad para las plantas en estos momentos y augura un buen pronóstico para las siembras de verano. El inicio de la primavera es un momento clave para definir la producción de forraje de todo el año; el 40 % del total se produce en estos meses, que es cuando se elaboran las reservas que habrán de sostener los rodeos en el invierno siguiente.
Con pasto en el campo, los ganados fuertes y en buen estado corporal, el partido se juega más cómodamente y permite manejar los rodeos y regular las ventas sin urgencias ni improvisaciones. En particular, importa el estado de los rodeos de cría que habrán de servirse en los próximos meses, así como el buen desarrollo de los vientres jóvenes, lo que permitirá ampliar el número de animales a entorar. El país todavía tiene un camino largo para recorrer en este terreno, dado su bajo procreo, que ronda el 63 % del total de vacas servidas – cuando podría subir más de 20 puntos -, y todavía conserva en el stock un cuantioso número de vaquillonas de más de 2 años sin entorar (469 mil en 2018), categoría que no debería existir en un rodeo de cría eficiente.
El ganado está casi al mismo precio que se vende la carne en el exterior, lo que lo sitúa por encima de la referencia histórica.
Cifras y tendencias en el stock
Repasemos algunos datos de los elementos involucrados en este asunto del servicio.
El rodeo vacuno creció hasta casi las 12 millones de cabezas en 2016, para luego bajar en los tres ejercicios siguientes: este año se declararon 11,16 millones de reses. En todo este tiempo, y más aún, en los últimos 20 años el rodeo de vacas de cría osciló en torno a las 4,25 millones de cabezas, independientemente de lo que ocurriera con las otras categorías. El rodeo se ha ido haciendo más criador, lo que se aprecia con la baja de los últimos dos años: el porcentaje de vacas de cría representa hoy el 38 % del rodeo total. Lo que falta son los terneros que se embarcaron vivos en los últimos dos ejercicios, sumados a una faena que no se redujo.
Al mismo tiempo, desde hace años, el número de toros se mantuvo estabilizado en 174 mil cabezas (demasiado estabilizado, lo que permite suponer alguna falta de rigor en el recuento de la categoría).
De esos toros, todos los años se comercializan por lo menos 30 mil entre productores, para trabajar en los rodeos generales. De ese número, unos 5 o 6 mil se venden en remates de cabañas y en exposiciones. Obviamente, esos toros, que tienen referencia a su origen y cuentan normalmente con datos de EPD, son los más valiosos, cotizan por encima de las ventas de toros generales. E incluso, a la hora de relevar promedios, conviene discriminar a los ejemplares sobresalientes que se ofrecen en esos mismos remates, padres de cabaña, que superan ampliamente el precio promedio de las ventas y contribuyen a elevar dicho promedio.
Precios
Veamos algunos precios que se manejan cuando está por arrancar de lleno la zafra de toros. Como veíamos en anteriores entregas, el precio de los toros se relaciona habitualmente con algunas categorías que están directa o indirectamente relacionadas. Los precios que se relevan son los vendidos en remates de cabañas y exposiciones. En las últimas 4 zafras, ese precio ha promediado valores de entre los US$ 2.600 y 2.800 por cabeza, mientras en las 4 zafras anteriores (2011 – 2014) superó holgadamente los US$ 3.000. En esta oportunidad, las expectativas de los agentes (productores, intermediarios, técnicos) esperan un aumento de entre 10 y 20 % los más optimistas respecto a los promedios del año anterior (US$ 2.620), lo que daría un valor de entre los US$ 2.900 y US$ 3.150 para toda la zafra.
En reciente entrega veíamos que el precio del ternero en las pantallas, que promedia alrededor de los US$ 2,50 el kilo en pie en la actualidad, está entre 15 y 20 % por sobre el del año anterior. A su vez el precio del novillo gordo se mantiene firme por encima de los US$ 4 el kilo de carne en cuarta balanza (la última semana fue de US$ 4,08), un 13 % por sobre los precios de setiembre de 2018.
Podría observarse también el precio de la carne exportada, que ha ido aumentando a medida que transcurre el año, por las causas ampliamente difundidas, que merecerán un análisis más detallado en su momento (obviamente, la principal es la epidemia de peste porcina africana en China, pero no la única). En junio y julio, el precio de la tonelada peso canal exportada fue un 6 y 7 % más alto que el de iguales meses del año anterior, pero en agosto fue de 14 % (US$ 4.053 frente a US$ 3.550 de 2018) y en setiembre, por los datos preliminares, esa diferencia se mantiene.
El nivel de precios y el volumen de comercialización de los toros representan un buen termómetro del ánimo y la visión que los agentes productivos tienen del futuro de su actividad a mediano plazo.
Sostenibilidad en cuestión
Pero no hay que tirar manteca al techo. En el relativamente elevado precio de los animales hay algunos factores de inestabilidad que no permiten asegurar su sostenimiento en el futuro inmediato. No tanto por el precio de terneros y también de terneras, que subieron porcentualmente más, porque hay elementos fuertes que apuntalan sus cotizaciones en la coyuntura histórica (retroceso del área agrícola, bajo stock ganadero, cambios tecnológicos en manejo y alimentación, exportaciones en pie, entre otros factores).
En particular, nos referimos al valor del novillo gordo en frigorífico, que parece desajustado (por lo alto) de toda referencia. Por lo pronto, supera ampliamente los precios de la región por productos similares (novillos de razas carniceras con el grado de terminación requerido por el mercado), cuando la diferencia en el valor de la carne vendida no lo justifica. Incluso el precio local ha llegado a superar al de los competidores más enjundiosos, como Australia y EEUU.
El ganado está casi al mismo precio que se vende la carne en el exterior, lo que lo sitúa por encima de la referencia histórica. Así lo señala el indicador de la relación hacienda exportación de INAC actual, que se ubica en 0,98 (precio del novillo US$ 4,073, precio carne US$ 4,173), mientras la histórica es de 0.93, pero hubo varias semanas se los frigoríficos pagaron más la carne en gancho a la entrada de la cámara de frío (4ª balanza), que lo que vendían la carne ya procesada y puesta en el barco.
Los márgenes económicos de la industria están ajustados o directamente en rojo, principalmente por este factor, pero también por los consabidos costos internos que afectan la competitividad de todas las empresas exportadoras. Hoy hay que sumar otros problemas más complejos de resolver, como la pérdida de valor de lo que era el principal subproducto de la faena, el cuero, por un factor de demanda internacional vinculada al uso de este insumo en la industria del mueble y del automóvil. El cuero nunca se le pagó al productor sino que era destinado a cubrir una parte importante del costo de la faena, y actualmente no existe más.
Este es un capítulo que merece una observación en profundidad, para que no haya sorpresas desagradables en el mercado, como las que se registraban en otros tiempos, y que afortunadamente hace años no se producen.
Conclusión optimista
No obstante esta advertencia, tanto por la evolución de los precios de las categorías relacionadas (todas están relacionadas, en realidad, pero las reseñadas podrían ser más ilustrativas), como por la tendencia del mercado cárnico internacional, podría esperarse que efectivamente se concrete un aumento en los valores de los toros que habrán de venderse en los próximos dos meses y medio.
Inseminación
El rodeo de vacas de carne, que ronda las 4 millones de vacas de cría (el resto son las lecheras) se sirve con toros, aunque un porcentaje del orden del 7 % lo hace mediante inseminación artificial (en las lecheras es alrededor del 70 %). En general se usa la técnica en los rodeos de vaquillonas, con la inseminación a tiempo fijo (IATF), de creciente difusión en nuestro medio.
Montos
La zafra de remates de reproductores de cabañas y exposiciones involucra la venta de unos 5 a 6 mil animales. El precio promedio de los últimos 4 años puede estimarse en US$ 2.700 por cabeza, lo que supone un monto de entre US$ 13,5 y 16,2 millones movilizados por zafra. No son los únicos toros que se venden: todos los años se comercializan por lo menos 30 mil toros entre productores, para trabajar en los rodeos generales.