Desde 2023, el segundo domingo de febrero se celebra el Día Nacional del Esquilador, un oficio en permanente cambio, que sigue vigente más allá de la continua caída del stock. Con la exportación de mano de obra hacia España durante varios meses al año, el oficio está en auge y más jóvenes quieren sumarse.
Aunque su larga trayectoria como esquilador le haya acarreado algunas dolencias de columna, Edemir Haubman con 58 años sigue firme en el oficio, pero ahora con tareas más livianas desde que se independizó y abrió su propia empresa. Sus primeras experiencias fueron a los 12 años, cuando esquilaba las ovejas de sus abuelos maternos. La tarea en ese entonces se hacía a martillo, contó Haubman a La Mañana. Se trataba de unas pocas ovejas que criaban junto a algunas vacas y caballos en el pequeño predio familiar de la 12ª Sección de Cañas en Cerro Largo. A los 16 años salió a trabajar por su cuenta en la comparsa de Benito Silvera, también conocido como Moreno Viejo, que recorría los establecimientos de ese departamento.
Recién a los 23 años, ya con su abuelo fallecido, porque nunca le quiso provocar disgustos ya que se rehusaba a que su nieto esquilara a máquina “porque era peligroso”, Edemir logró esa aventura que siempre había soñado desde chico. Con 42 años en actividad, “sin perder una zafra”, sigue reafirmando que se trata del “trabajo que siempre me gustó más” y por eso sigue firme hasta que el cuerpo le responda, confiesa entre risas. Actualmente esquila por su cuenta, con la ayuda de dos personas más, y a pesar de las dolencias que a veces se tornan insoportables, continúa con este oficio, que sigue siendo un buen sustento económico para él y su familia.
Con la caída del stock ovino en Uruguay también descendió el número de grandes empresas que prestan el servicio de esquila. Actualmente, las comparsas trabajan con dos, tres y hasta cuatro tijeras y algún caso en particular que tiene más. La modernización de las herramientas de trabajo trajo aparejada también más facilidad para su transporte. Mientras que en un tiempo se requería de un camión para trasladar el equipamiento, hoy en día con una pequeña camioneta basta para recorrer los clientes. Haubman señaló que en la actualidad es muy difícil encontrarse majadas de 3 mil o 4 mil ovejas, cuando hace varios años atrás esquilar 2 mil animales se trataba de un establecimiento pequeño.
Desde sus inicios ha pasado por varios procesos, desde esquilar con los animales maneados de las cuatro patas hasta el actual conocido en la jerga rural como Tally Hi, donde se extrae la lana del animal sin necesidad de atarlos. Haubman recordó que en su momento de esplendor y aún siendo joven llegó a esquilar entre 150 y 160 ovejas por día, siempre cuidando la prolijidad de la tarea.
Su única experiencia en España fue hace ocho años, donde recorrió gran parte del país ibérico desde Zaragoza en el noreste hasta la frontera con Portugal. Dijo que prefieren a los esquiladores uruguayos porque “son más aguerridos”. Durante ese período se encontró con varios cambios, como la esquila en las mangueras al aire libre, distinto a lo que habitualmente sucede aquí, donde la tarea se hace en galpones. Sin embargo, en el caso de que la esquila fuera en galpones, donde incluso permanecen las ovejas, la tarea era sumamente incómoda encima del pasto, restos de raciones y los desperdicios de los propios animales. Mencionó el tamaño de las ovejas como otro de los aspectos más llamativos, mucho más grandes que las que se pueden encontrar en Uruguay, lo que implicaba un esfuerzo mayor por su peso a la hora de maniobrarlas. En contraste a cómo se organiza la actividad local, el esquilador en el país europeo debe afrontar todas las tareas, desde agarrar los animales, esquilarlos, hacer los bretes, embolsar y además preparar sus propios alimentos.
“Te tiene que gustar”
Nacido y criado en la campaña, Marcelo Brum, ahora viviendo en la ciudad de Melo, forma parte de una comparsa desde hace 10 años, cuando a los 16 ingresó como aprendiz. Recorrió las distintas tareas desde agarrador de ovejas, pagador de latas y barrendero hasta que los “más veteranos” lo educaron en el oficio de esquilador. “Siempre mi objetivo fue el de esquilador”, dijo a La Mañana, siguiendo el camino que antes había recorrido también su padre. Más allá de lo económico tiene claro que también “te tiene que gustar” porque si bien no es un trabajo demasiado sacrificado, igualmente requiere de ciertas habilidades físicas para cumplirlo.
Desde hace ocho años forma parte del grupo de los esquiladores uruguayos que son contratados en España. Entre ambas zafras, la que desempeña en el viejo continente que va desde abril hasta junio y la que inicia en julio hasta mediados de noviembre en lo local, a Brum le da para vivir todo el año.
Sobre ese primer viaje, el trabajador expresó que “fue toda una novedad”. Recordó que su falta de experiencia en esos primeros tiempos le pasaron factura, pero fue una lección que le enseñó mucho. Sobre la esquila en sí, señaló que es muy similar que acá, aunque la organización de las tareas es algo diferente. Afirmó que “hay menos comodidades” y otro tipo de ovejas. Por ejemplo, en ese primer viaje le llamó poderosamente la atención el tamaño de los animales.
Su padre le recomendó no comprar una máquina de esquilar
Los inicios de la empresa que Luiyi Caltieri lleva adelante desde 1997 coinciden con los cambios que se fueron gestando en el trabajo de la esquila. En esa época surgió el sistema Tally Hi y los trabajadores debieron acostumbrarse a realizar la tarea con los animales sueltos.
Aunque vivió en Melo, desde chico siempre estuvo relacionado al sector cuando acompañaba a su padre que tenía su propia máquina de esquilar. Sin embargo, como anécdota contó a La Mañana que fue su propio padre quien le recomendó no comprar una máquina esquiladora.
Actualmente, su empresa atiende los establecimientos de Cerro Largo, donde prácticamente desarrolla el 80% de su actividad mientras que el restante porcentaje se distribuye en las zonas limítrofes de Tacuarembó, Rivera, parte de Treinta y Tres y José Pedro Varela en Lavalleja.
Para minimizar los costos y los tiempos de traslado, desde hace seis años cuenta con dos grupos de trabajo y en total emplea a treinta trabajadores. Uno para siete y a veces ocho esquiladores y otro más pequeño con cinco tijeras que le sirve para ocuparse de los establecimientos que tienen entre 300 y 500 ovejas “y no había quien hiciera ese trabajo con acondicionamiento y grifa verde en la zona”. Una de las consecuencias de la caída del stock ovino fue la disminución de las majadas de los grandes establecimientos que pasaron de tener cinco mil lanares a apenas setecientos, lo que encareció el servicio porque “te mudás prácticamente todos los días”.
“Los números son cada vez más ajustados, porque los costos son altos para moverte”, señaló el empresario. En el mismo sentido dijo que si bien los ingresos de los trabajadores se ajustan todos los años, no así la tarifa del trabajo. “Queda grosero”, reflexionó porque cada año que pasa la lana vale menos y en la mayoría de los casos ni siquiera paga la esquila.
Contrario a lo que sucedía hace varios años, cuando encontrar esquiladores era todo un desafío, el boom de España ha logrado que “cualquier muchacho quiera aprender a esquilar”. Sin embargo, actualmente es difícil “conseguir acondicionadores de lana”. Caltieri explicó que si la lana no está bien acondicionada luego va a repercutir cuando se abran los lotes en la industria o en la barraca “y sos castigado como empresa”.
En 2017 fue invitado por Henrk Golab, un empresario que ofrece el servicio de esquila en España para supervisar los grupos de trabajo, y en 2018 hizo su primer viaje. Desde entonces cada año es uno de los uruguayos que durante más de un mes se instala en el viejo continente para desarrollar esta tarea. Como bien lo aclaró, no es esquilador, pero su conocimiento y experiencia como organizador de grupos de trabajo le dieron esa posibilidad.
Contrario a lo que sucede acá, dijo que la oveja en España está subsidiada y la esquila es paga por el gobierno. Mientras que en Uruguay se cosecha la lana, en el país europeo en muchos casos se tira, porque lo que les interesa es la carne.
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