El piloto Federico Placeres ejerce la actividad de aeroaplicación en el norte del país hace más de 10 años. Según contó a La Mañana, siente pasión por lo que hace, pero admite que además de los momentos gratificantes y también ha tenido “tragos amargos” como la muerte de su patrón en determinado momento o el accidente que sufrió en Durazno a causa de “los cables de la luz”. En esa ocasión tuvo el 80% de su cuerpo con quemaduras de tercer grado y estuvo 40 días de CTI, pero cree salió adelante porque entiende que su vida está en el aire, brindando un servicio que el país en algún momento sabrá reconocer.
Para muchos la aviación agrícola “es sinónimo de veneno” cuando en realidad esa perspectiva “está muy lejos de la verdad”. La Mañana conversó con el aereoaplicador Federico Placeres que sostuvo que lo que ellos aplican “no es veneno para matar gente”. A menudo el piloto debe volar por lugares que no conoce bien y encontrarse con situaciones inesperadas, por ejemplo, que exista una escuela a 100 metros de donde hay que realizar el trabajo. Aunque todos (empresas que brindan estos servicios y quienes contratan los servicios) conocen la reglamentación vigente, no siempre se les informa sobre estos aspectos.
Actualmente Placeres está al frente de su propia empresa conformada por dos aviones que alquila a su tío, con una trayectoria en el rubro de más de 35 años. Su meta es tener sus propios aviones. Es oriundo del departamento de Flores e hizo sus primeras armas en la aviación entre Trinidad y Melilla. En la capital de su departamento natal realizó las prácticas como piloto A (amateur) y las de vuelo comercial categoría B. Ambos teóricos los llevó adelante en el Instituto de Adiestramiento Aeronáutico de Melilla. En 2011 recibió la habilitación como aereoaplicador. En ese momento se exigían 200 horas de vuelo como piloto comercial y 35 más en la actividad específica. Tras los accidentes que se han registrado desde entonces, las exigencias se incrementaron hasta 535 horas.
Se trata de una actividad extremadamente controlada
La aeroaplicación está controlada por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. A través de la plataforma web de esa cartera, los prestadores de estos servicios deben declarar la actividad que van a desarrollar, el lugar preciso de la aplicación con el número de padrón del predio, las coordenadas de la zona de descarga e ingreso y el departamento. La reglamentación vigente prohíbe la aplicación de productos químicos a menos de 500 metros de los centros poblados o escuelas y tampoco volar “por encima de agrupaciones de personas”, subrayó el entrevistado.
Generalmente estas empresas tienen delimitadas sus áreas de trabajo. En el caso de Placeres, él trabaja en una región entre los departamentos de Cerro Largo y Tacuarembó, donde tiene su emprendimiento. Esto no implica que no puedan responder a contratos específicos en otros puntos del país. La actividad fuerte no supera los seis meses del año y en esa región específica va desde octubre con la siembra del arroz hasta abril o un poco más, dependiendo de la siembra que se desarrolle en cada lugar.
Actividad conformada por varios servicios
“Todo lo que tiene que ver con la agricultura menos enganchar un arado”. Así definió la amplia oferta de servicios agrícolas que prestan estas empresas a lo largo y ancho del país. Desde la aplicación de un glifosato (disecante), herbicidas selectivos, fertilización (urea), hasta fungicidas e insecticidas. Según el piloto, para estos casos existe una variedad de equipos que se utilizan para lograr mejores coberturas y una mayor uniformidad de gota (más gotas por centímetros cuadrados).
Uno de los puntos a favor que tiene este tipo de actividades es la rapidez con que se pueden abarcar grandes extensiones en un solo día. Dependiendo de la chacra y la distancia que existe hasta la zona de abastecimiento, en un solo día se pueden abarcar hasta 600 hectáreas, dijo el entrevistado. Para el caso de la siembra cada vuelo “anda entre 5 y 10 minutos” o sea seis vuelos en una hora. Las aplicaciones con urea “es más rápida” y se pueden hacer 10 vuelos en una hora.
El viento a veces es un aliado importante
El principal aliado de los aeroaplicadores es el viento. De acuerdo a los cursos en los cuales ha participado y las prácticas que acumuló durante todos estos años, entiende que entre 10 y 12 kilómetros en la hora es la intensidad ideal para desarrollar la actividad. Reconoció que las urgencias de las producciones lo obligaron en algún momento a aplicar con vientos de 35 y hasta 40 km/hora. Reconoció que en estas circunstancias es muy difícil que el trabajo quede 100% bien.
Teniendo en cuenta la velocidad de 200 km/hora con la que sobrevuelan las chacras, es fundamental hacer un buen monitoreo de los predios para identificar la presencia de montes o cables de energía eléctrica. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la aplicación de herbicidas, fungicidas e insecticidas se hace a una altura entre dos y tres metros del piso. Para esos químicos en particular el viento hace su juego y cuando más intenso es, más bajo hay que aplicar. En estas circunstancias, se puede bajar hasta un límite es de 1,40 metros. Para el caso de los materiales sólidos, la altura sube hasta los 15 o 20 metros mientras que la urea se aplica a una altura de 25 metros.
Empezar desde abajo
La distancia de las chacras tiene una relación directa con los precios del servicio. Cuanto más cerca de la chacra se encuentre el área de carga, “se pueden mejorar los precios al cliente”. Estos pilotos ya están acostumbrados a aterrizar en lo que llaman “bajaderos”, lugares preparados específicamente para esta tarea, en su mayoría entre 500 y 600 metros de largo. En la medida de las posibilidades, los contratistas buscan la manera de que estos bajaderos se encuentren lo más cerca posible de donde se desarrollará el trabajo.
Placeres entiende que gran parte de su experiencia, como en el 90% de los pilotos que desarrollan la actividad, comenzó desde abajo, en el sentido figurativo y literal. La mayor parte de los aeroaplicadores han pasado “por una etapa de apoyo en tierra”. En esas primeras tareas aprenden a detectar si la pista es apta o no, cuales son los mejores lugares para aterrizar o los obstáculos sobre los cuales hay que estar atentos.
También en los incendios
Por estas épocas en que lamentablemente las noticias han estado relacionadas con los incendios de toda índole a lo largo y ancho del país, también se recurre a los servicios de los aeroaplicadores para actuar como apoyo de bomberos. Para esta tarea, los pilotos deben hacer un curso específico que les brinda las herramientas para actuar en coordinación y siguiendo las indicaciones de los policías del fuego. Para el caso de los incendios de campo y forestales, la principal misión tiene que ver con los cortafuegos para impedir el desplazamiento de las llamas. Aunque Placeres aún no está habilitado para desarrollar esta actividad, dijo que las empresas registradas están alertas ante algún requerimiento específico.
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