En el centro del país, la Cooperativa Pesquera de Consumo de Andresito, conformada por un grupo de seis pescadores artesanales, pescan y elaboran pulpa de tararira, un producto novedoso y supernutritivo que es único en Uruguay. Se plantea el gran desafío de distribuirlo por el resto del país y darlo a conocer, pues es lo que sustentará el trabajo del que dependen familias de la zona. Hay varios retos: un mercado chico y altos costos de fletes.
Sobre la chatura del agua, firme y espejeante, un pescador aguarda paciente. A su alrededor todo es silencio y lago. Más allá, unos montes, una isla. Pero sobre todo eso, soledad. Soledad que se disfruta, y cómo no se va a disfrutar, si ese pescador estuvo en contacto con ella casi toda su vida: ese contacto íntimo con la naturaleza y, dentro de ella, con el agua. Primero a través de sus primeros trabajos en la construcción de muelles, de aquí y de allá, incluso también en la de la rambla de la coqueta Punta del Este, hoy como pescador artesanal en el centro del país: el Lago Andresito.
Es martes. Alberto Morales, ese pescador artesanal, salió hoy a las aguas. Junto a él partieron otros cinco pescadores más, en una amplitud de 152 kilómetros de costa. Las barcas recorrerán un área enmarcada entre Palmar y Baigorria, surcando todo el río Negro y sus afluentes, menos el río Yí. Volverán el sábado. Dormirán en el monte, en alguna isla, se comunicarán constantemente entre ellos y con prefectura, pescarán.
“Los días en la isla los vivimos bien. Ya estamos acostumbrados. Lo único que tenemos que hacer en la noche es descansar bien, porque el agua cansa, y cansa mucho. Los días de viento se complica. Tenemos que cuidarnos mucho en ese trabajo”, explica Morales a La Mañana.
Pescados de agua dulce
La tararira sale todo el año, aunque varía según los meses del año. Desde septiembre hasta febrero se pesca a través de anzuelos. En el invierno se la puede sacar con malla. Otros de los peces que más se pescan son el bagre, comúnmente llamado ‘vieja del agua’, y el patí. “Se ha poblado todo el río Negro de patí”, enfatizó el pescador.
El lunes irán a la planta de procesados que construyeron ellos mismos, con sus propias manos, a partir de videos de YouTube y en el marco de los apoyos estatales y académicos que reciben como integrantes de la Cooperativa que formaron. El producto final –la pulpa de tararira, lo que más sale– se venderá al Instituto Nacional de Alimentación y luego llegará a Durazno, Young, Flores.
Pero la pulpa de tararira es un alimento novedoso para la zona y, al mismo tiempo, una solución alrededor de la cual viven varias familias. Para citar un ejemplo, en un pasado encuentro de mujeres rurales de la zona, las familias de los pescadores elaboraron empanadas de pulpa de tararira para vender.
La planta de procesamiento, el mayor orgullo
La Dra. Tamara López, técnica de la Cooperativa Pesquera de Consumo de Andresito (Coopesconand), contó a La Mañana que desde el espacio de extensión universitaria de la Facultad de Veterinaria de la mano de su Instituto de Investigaciones Pesqueras formaron a los pescadores del lugar para que pudieran aprovechar lo que más se pesca en la zona que, además, se destaca por la gran cantidad de espinas. Fue así que además de brindarles clases sobre distintos preparados, surgió la oportunidad de que la cooperativa cuente con una máquina especial que quita las espinas del pescado y prepara esa pulpa supernutritiva, desconocida hoy para la mayoría del país. Solo hay dos máquinas así en Uruguay: una la tiene la Facultad, la otra está dentro de la Planta de la Cooperativa. La planta, el mayor orgullo, cumple con todos los requisitos de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) y de la Dirección Nacional de Bromatología. Tiene 80 metros cuadrados, una capacidad para procesar volúmenes artesanales, no industriales, pero les permite generar un producto inocuo que brinda garantía y seguridad alimentaria. Además, elabora hielo en escamas que los pescadores llevan en sus barcas para conservar el pescado.
Coopesconand surgió en el año 2014, en el marco del llamado de Fortalecimiento Institucional promovido y desarrollado por la Dirección General de Desarrollo Rural del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, que brinda recursos y subsidios no reembolsables. Pero el grupo de pescadores no surgió ahí, sino mucho antes. Hace más de tres décadas que ya se encontraban en la zona y es que esa era la única fuente laboral que hubo durante mucho tiempo en Andresito, el pueblo que se mudó.
Esto les permitió postularse a nuevos llamados, obtener nuevos recursos y fortalecer sus embarcaciones. “Hoy estamos continuamente trabajando en las mejoras de los procesos de las buenas prácticas de manipulación y los procesos estandarizados, los cuales están continuamente auditándose”, detalló López. Además, destacó el trabajo realizado por la Facultad de Veterinaria: “La Facultad siempre estuvo desde el momento uno, asesorando y guiando desde el plano arquitectónico, en la tecnología y ciencia, y capacitando a través de catedráticos a los mismos pescadores”. En concreto, Lopez sostuvo que el éxito del emprendimiento “ha sido debido a la oferta de articulación interinstitucional que habido y a la disposición de todas las entidades que aportaron para ello, tanto públicas como privadas”. Y es que también colaboran empresas privadas de la zona.
Asegurar un futuro de trabajo
Pero, como cualquier planta de alimentos, la planta de procesados también tiene sus desafíos, y estos son: “mejorar y trabajar duro cada día para dar garantías de proceso”. La técnica explicó que hoy el mercado pide garantías de un producto inocuo y de los procesos, que en definitiva es lo que hace a la calidad. “El gran desafío que tenemos hoy es ampliar el mercado”, dijo López, y es que sucede que los costos fijos son muy altos para el mercado con el que cuentan. “Necesitamos tener más salida porque tenemos mucho gasto de traslado y el flete encarece mucho”, indicó Morales. Y esto es, por lo tanto, el gran desafío.
Al respecto, el pescador artesanal señaló la necesidad de dar a conocer el pescado de agua dulce que, además, se destaca por su calidad. En definitiva, resumió así: “No queremos que esto quede sólo acá, en un pueblito del interior, queremos que la gente lo conozca y que lo pueda consumir, y así podernos asegurar un futuro de trabajo”. Y, también, que tanto esfuerzo, tantas aguas surcadas, tantas noches en las islas, tanta espera a que pique, valgan la pena.
Alertas contra la mortandad
La Cooperativa es parte de una investigación que está realizando Dinara en las muestras del comúnmente llamado “bagre trompudo” y de la flora acompañante para detectar muestras de variación debido a la contaminación, producto de la forestación y de la planta de UPM. Hasta el momento, tanto López como Morales señalan que no se han encontrado grandes cambios.
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