La institución pone a la mujer rural en el centro, pero no de forma aislada, porque detrás de cada una de sus integrantes hay una familia que gira en torno al rol emprendedor de cada mujer.
Hace 28 años, el 24 de setiembre se fundó la Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay (AMRU), una institución nacida para contribuir con el bienestar de la mujer rural y sus familias.
“El objetivo de AMRU es mantener a la gente en el campo, apoyar a la mujer en múltiples aspectos de su vida para que la familia rural continúe en el campo, con sus valores, y que el medio rural no se siga despoblando, lo que es malo para el campo y para quienes se van a vivir en los cordones alrededor de la capital”, dijo la presidenta de la institución, Karina Kulik a La Mañana.
“Con ese fin AMRU apoya a la mujer, para que pueda trabajar, ser independiente, tenga sus propios ingresos. Se busca fomentar, difundir, apoyar y que nos demos cuenta que juntas llegamos a más”, agregó, y de esa manera ayudar a su desarrollo personal, de su hogar y del núcleo familiar. “Nosotros no pensamos en la mujer como ser individual”, sino que también con una mirada hacia “la familia, porque detrás de cada mujer están los hijos y el marido. En el trabajo de AMRU la mujer es la protagonista, pero con una mirada que abarca más”.
Por lo tanto, el perfil de AMRU apunta “a todas las mujeres que se quieren arrimar, las que viven en el campo, las que se mudan a los pueblos, pero también aquellas que vivieron toda la vida vinculada a lo rural pero que por alguna circunstancia se tuvieron que ir a vivir a una ciudad capital o a Montevideo. Mujeres que mantienen el espíritu rural, que tienen sus familias en lo rural y que tal vez continúan teniendo una producción rural. Apuntamos a las mujeres que se sienten rurales, del campo”, subrayó.
Y eso es así, porque “es común que cuando los hijos se van al pueblo o a alguna ciudad a estudiar la madre los acompaña y el padre se quede en el campo trabajando. Esas mujeres a veces plantean que no saben si son de ciudad o de campo, pero son de campo porque nacieron, se criaron y sus corazones siguen estando allí, lo que pasó es que por acompañar a sus hijos y no dejarlos solos tuvieron que dejar aquel que fue y es su lugar. Esas mujeres que las hay en todo el país, siguen siendo rurales”, precisó. Para AMRU “lo importante es que la persona se identifique con el campo y su forma de vida”.
Los desafíos de las mujeres rurales
Kulik es apicultora, nacida en Río Negro, nieta de rusos y ucranianos, llegó a AMRU un año después de su fundación. “Yo venía a la Expo Prado con mis productos y una integrante de AMRU me invitó y empecé a participar. Fui delegada departamental, después me fui arrimando y ahora estoy en el segundo periodo como presidente”.
La institución ha tenido mejores y peores momentos. “Ahora estamos volviendo a fomentar, difundir, hacer talleres”, contó.
Así como AMRU ha cambiado, también “los intereses” de las mujeres, “sus desafíos, y eso es normal dado que el mundo es diferente. En 1994 ni teléfono había, tenían que caminar kilómetros para arrimarse a la ruta y poder tomarse un ómnibus que la llevara a un pueblo o ciudad, había personas que estaban muy aisladas. Pero ahora tienen más posibilidades, aunque hay lugares que no tienen conectividad o les falta energía eléctrica”.
“Hace poco fuimos a la casa de una compañera en la Quebrada de los Cuervos (Treinta y Tres) a la que, después de reclamar 25 años, le llegó la electricidad”. Para la mayoría “es impensable no tener electricidad”, sin embargo también “hubo muchas personas que fallecieron en el periodo de reclamar y de esperar. No pude ser que nuestro país tenga tanta generación de energía y haya lugares a los que no haya llegado la electricidad”, comentó.
Somos un país pequeño y con menos de cuatro millones de habitantes, pero “el medio rural presenta realidades de todo tipo” y eso hace que haya “mujeres que están más actualizadas con la tecnología” en contraste con otras “a las que no le llega algo tan necesario como la energía o conectividad, y para esas familias la calidad de vida no es pareja con el resto del país” y eso es “una de las necesidades que se reclaman”.
Ese acceso a la tecnología no es el único aspecto que preocupa a AMRU, también el brindar capacitación y talleres de temas variados como la administración financiera para pequeñas empresas, porque cuando hay que vender lo que se produce, comprar insumos o hacer algún trámite, es necesario presentar facturas y para eso se debe tener una empresa instalada.
Otra de las situaciones que se dan es que “se debe preparar a la mujer para que instale su empresa, sepa cómo tramitar un crédito o un permiso bromatológico, trabajar con el BPS y la DGI”.
AMRU también facilita el contacto entre mujeres con el fin de que haya integración y lo que una produce puede ser distribuido por otra.
No menos importante es el apoyo económico, ayudar en la obtención de algún crédito de fondo solidario por si quieren implementar un invernáculo o si necesitan una bomba de agua.
Kulik destacó como positivo que la Asociación tenga “un espacio y podemos pedir la palabra en el Consejo de Género del Poder Legislativo, luchando contra la violencia que sufren algunas mujeres rurales”.
En ese sentido “hicimos un taller sobre la violencia doméstica y el abordaje de esa mujer que la sufre pero no se anima a denunciar. Hay que escucharla y darle una mano para que ella tome sus decisiones, llevarla a empujones a una comisaría no es lo correcto porque hay una impronta detrás que la gente ajena a esa realidad no tiene idea. Una familia rural en situación de violencia puede tener los vecinos más cercanos a unos 5 km”.
Otro tema de atención es la distracción: “Todo no puede ser trabajo y trabajo. También es importante distraerse, las vacaciones, la cultura”.
Trabajar con la juventud
“Hay muchas jóvenes que quieren irse a la ciudad, tienen la ilusión de que todo lo bueno está afuera, buscan una realidad diferente fuera del campo, y cuando uno le pregunta por qué esa actitud la respuesta es que ven a sus abuelos y padres que se han sacrificado y se han enfermado, han destrozado sus cuerpos en el campo y no quieren pasar por lo mismo, esa es la respuesta que dan”, señaló Kulik.
Por tanto lo importante “es trabajar la juventud, el intercambio generacional, porque lo seguro es que quienes estamos hoy en algún momento vamos a jubilarnos, y ese problema no es solo del medio rural, muchas organizaciones lo tienen, a veces cuesta que la juventud se incorpore y el desafío es llegar y transmitir el amor por lo que hacemos, en este caso el amor por la tierra para que esto continúe”.
Socias en todo el país
AMRU tiene socias en todo el país, pero el mayor número de componentes está en Canelones, seguido de Montevideo rural y Rocha.
Su presidenta destacó el apoyo que reciben de algunas intendencias, pero el contacto más estrecho es con Canelones por la proximidad histórica que AMRU tiene con ese departamento, fue en Juanicó donde se realizaron las primeras reuniones y actualmente se está trabajando en la construcción de un monumento a la mujer rural que se ubicará en un espacio de esa localidad: “El monumento fue idea de Carmen Carlini de AMRU. Se destinó un espacio libre, se hizo un concurso y la escultura la está realizando Boris Romero”.
Finalmente, Kulik hizo un llamado a todas las mujeres rurales a sumarse y formar parte de AMRU, “sólo se necesita tener sintonía con el campo, no hay ningún tipo de limitantes, de edad ni económica, porque la cuota es de apenas $ 70 mensuales”.
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