La Mañana dialogó con dos jóvenes mujeres, cuyos perfiles y personalidades se vislumbran como muy diferentes, pero que tienen en común su comprensión de la vida rural y el querer hacer de ella la clave para hacer sus propias vidas.
Uno de los grandes problemas que tiene el campo uruguayo es su vaciamiento. Preocupa la falta de jóvenes que quieran hacer del medio rural el lugar donde desempeñarse, conformar su proyecto de vida personal y profesional. Sin embargo y nadando contra la corriente, en el país hay jóvenes que no solo tienen cariño por el tipo de vida alejado de las grandes ciudades, sino que también cuentan con el empuje, las ganas y la voluntad necesarios para llevarla adelante y mejorarla para sí y los demás.
Melany Camejo es de La Charqueada (Treinta y Tres). Tiene 24 años, estudia Derecho y es la presidenta de la Federación Rural de Jóvenes en el período 2021-2022.
Contrariamente a lo que pueda creerse por el cargo que desempeña, Melany no es de familia de productores y ni lo es ella, aunque no descarta dedicarse a esa actividad en el futuro. “Vivo en Montevideo donde estudio, pero soy de La Charqueada. No soy productora ni mi familia lo es ya que se dedica a la actividad comercial, pero no descarto serlo o tener un vínculo con esa actividad en la cual tengo interés, porque así como hay jóvenes hijos de productores que eligen otro camino también puede darse el camino inverso”, dijo.
Aclaró que “no es raro que en la juventud de la Federación Rural haya integrantes que no tienen un vínculo directo con la producción agropecuaria”. Eso hace a la amplitud de la institución.
“Somos una organización rural que abarca todo el país y hay diferentes grupos con diferentes perfiles. Muchas veces hay más de un grupo en un mismo departamento, cada uno con sus características, grupos que nacen por el interés de los jóvenes de hacer crecer sus lugares de residencia”, y aunque algunos debemos irnos a Montevideo, aquel lugar “sigue siendo lo que nos identifica”.
La Federación Rural se vincula con la agropecuaria, sin embargo su área de actividad abarca mucho más que eso. “En el medio rural faltan servicios y no solo para los jóvenes sino para todas las personas cualquiera sea la actividad que desempeñe, por ejemplo en materia de salud, y por el lado del gremialismo se pueden lograr cosas positivas”, expresó.
No hay limitantes para integrar la Federación Rural de Jóvenes más que las edades que van de 16 a 35 años. “Lo importante es que todos los jóvenes pueden aportar desde su lugar sin importar lo que estudien o la tarea a que se dediquen, y es positivo que se integren, que formen parte de un grupo para dar su visión de las cosas”.
Consultada sobre los objetivos de los jóvenes de la Federación Rural, Melany dijo que es clave “mejorar la calidad de vida de los jóvenes rurales, estén en el medio del campo o en otras zonas”, y precisó que “muchos no tienen acceso a la educación y la salud. Es importante que los jóvenes no tengan que ir a Montevideo o trasladarse de su lugar de residencia porque allí no tienen posibilidades”.
“Es importante que la educación llegue a todos lados y si no se puede llevar una carrera de 4 años, sí un curso que pueda generar una salida laboral para quienes lo hacen. En la Federación estamos viendo qué necesidades de trabajo hay según la zona, porque no son las mismas necesidades en Salto que en Treinta y Tres”.
La veterinaria como vocación desde los 9 años
Andrea Alvez es de Blanquillo (Durazno) y tiene 33 años. Es veterinaria de libre ejercicio recibida en 2014, y su área de trabajo es en el departamento de Durazno, pero también en el norte del país. “En realidad trabajo donde me llamen”, dijo.
“Mi vocación de veterinaria comienza a mis 9 años. Mi padre me decía que era un trabajo de largas jornadas en el campo y que podría ser complicada la inserción laboral por mi condición de mujer, pero a mí me gustaba y hoy es una profesión que me llena; es un trabajo totalmente vocacional, incluso trabajo los feriados y fines de semana porque me gusta hacerlo”, contó.
Contrariamente a los temores de su padre, Andrea no ha tenido problemas con su condición de mujer, sin embargo, ha visto que en otros países de la región eso es distinto.
“A nivel de campo la mitad de los veterinarios son mujeres, eso no sucede así en otros países. Hice un curso de toros en Argentina y allí es muy difícil la inserción veterinaria de mujeres. Incluso hay un caso de una veterinaria que quiere hacer prácticas en Uruguay porque le ha costado la inserción laboral en su país”.
“Uruguay está muy avanzado en este tema, yo no veo ningún tipo de discriminación ni limitante y eso llama la atención en otros países donde no las contratan por ser mujer. Por la dinámica de nuestro trabajo muchas veces nos tenemos que quedar en las estancias por unos días, yo he convivido con el personal y siempre hubo respeto. Mi experiencia es que el respeto siempre ha sido muy bueno en cada lugar que he ido a trabajar, incluso hay productores que prefieren a las veterinarias mujeres porque consideran que somos más delicadas en algunos trabajos como la ecografía a las vacas”.
Preocupación por los accidentes laborales y el cuidada sanitario de los veterinarios
Respecto a sus mayores inquietudes en el desarrollo de su actividad veterinaria, Andrea dijo que se debe actuar en los temas vinculados a los accidentes: “A mí lo que me preocupa son los accidentes laborales. En la Facultad se trata el manejo con los animales para evitar accidentes, pero sería bueno hacer charlas con productores y personal de campo para minimizar los accidentes. Hay que saber cómo mantener a los animales tranquilos, cómo trabajar con ello, por ejemplo cómo moverse en el tubo”.
“También he visto mucha zoonosis por hacer trabajos de forma inadecuada, aún en cosas simples como no usar guantes y si no se usan al cuerear los animales puede aparecer carbunclo. Hay que hacer charlas para concientizar al personal en general de los cuidados que hay que tener” porque “el desconocimiento es a nivel general en el ámbito rural y aún entre algunos veterinarios que por costumbre bajan la guardia y se terminan enfermando”.
Otro aspecto es el cuidado de las mascotas que “muchas veces no se desparasitan” y sus dueños, como todos los que tienen algún vínculo con esos animales, se exponen a alguna zoonosis, advirtió.
Finalmente planteó la necesidad de que “todos los predios tengan un tanque de agua portátil para poder lavarnos las manos luego de atender un animal en el medio del campo, a veces no hay agua ni curso de agua cerca” y no hay donde higienizarse adecuadamente.
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