Se trata de uno de los proyectos que procura revalorizar los lugares patrimoniales de su departamento. Las obras se llevan adelante con recursos de la propia intendencia y están enmarcadas dentro de un circuito turístico patrimonial que se planea potenciar en conjunto con la comunidad.
Desde hace un mes se puso manos a la obra para la restauración de la Capilla Farruco. Se trata de uno de los edificios emblemáticos de ese departamento que desde 1989 forma parte del conglomerado de monumentos históricos del Uruguay. La decisión del intendente de Durazno Carmelo Vidalín, está enmarcada dentro de un camino tomado desde hace un buen tiempo que impulsa “la defensa de nuestro patrimonio y su preservación” dijo a La Mañana la arquitecta Cecilia Fagián encargada de la obra.
En esta primera instancia, la intervención que comenzó hace mas de un mes y que finalizaría a fin de año se centra en el edificio de la capilla, aunque se proyectan otras etapas para todo el conjunto edilicio. Como toda obra de estas características, en primera instancia se intentó comprender desde un trabajo integral, la historia que existe detrás de esas paredes originarias de la época colonial, la importancia de la existencia de esas construcciones, el estado de conservación de las mismas y el estudio de las patologías para detener el deterioro que impuso el tiempo y recuperar la construcción. La profesional señaló que se pretende conservar y recuperar “las características y sus valores arquitectónicos” afectados por los años y la no utilización del edificio.
En etapa de reconstrucción
El proyecto elaborado y llevado adelante con sus propios recursos por la intendencia departamental con el consentimiento de la Comisión de Patrimonio de la Nación se encuentra en etapa de demolición. Se están retirando elementos que “estaban ruinosos o en mal estado”. En el proceso se puede apreciar las diferentes intervenciones que han realizado a lo largo del tiempo. “Se notan claramente” los materiales que se usaron y las distintas técnicas constructivas utilizadas en cada una de esas intervenciones respondiendo a diferentes periodos.
Siguiendo un plan de acción, se realizó todo el desmontaje de la cubierta metálica y cielo raso del edificio. Fagián indicó que en la actualidad se encuentran realizando el tratamiento de todas esas patologías para de inmediato colocar la nueva estructura de cubierta y cielo raso que le dará el carácter definitivo.
Los próximos pasos serán el reintegro de los revoques teniendo un minucioso cuidado del tipo de construcción sobre el cual están trabajando y teniendo muy presente las técnicas que sean utilizadas. Durante la demolición del piso se encontraron con la construcción original y parte de ella “la vamos a dejar como vestigio” señaló la entrevistada. Finalizada esta etapa se seguirá con el acondicionamiento lumínico, mejoras en los servicios higiénicos y una adecuación paisajística acorde al lugar. Mas allá del proceso en particular que se está llevando adelante la meta plantea futuras intervenciones para el resto del conjunto edilicio que implica “reparar los espacios contiguos” y “conservar la relación del todo”.
Un plan estratégico
Todo el complejo edilicio tuvo varias intervenciones desde su construcción en la época colonial cuando fue una especie de estancia fortín usada como guarnición militar hasta la independencia de nuestro país. En cada una de esas etapas, ya en otras manos, desde el uso religioso de la propia capilla o la posterior utilización como pulpería, se produjeron una serie de modificaciones que respondía a la logística de cada uno de esos usos. Puertas y ventanas que se agregaban o quitaban y nuevas construcciones que se añadían fueron modificando con el tiempo el lugar. Inclusive en 1940 se trasformó en una especie de comisaría cuando el lugar fue adquirido por el Ministerio del Interior. Fagián explicó que “muchas de esas intervenciones se notan claramente en los muros”, una especie de huellas que dejaron quienes habitaron el lugar.
Por delante Durazno se plantea el desafío de formar un circuito turístico que reúna obras arquitectónicas de gran valor patrimonial. En ese escenario aparecen en el horizonte además de la Capilla Farruco, el Molino de los Ingleses en la localidad de San Jorge o la Gruta de la Llorona en La Paloma.
Un plan en comunidad
La meta para Capilla Farruco es diseñar un plan de gestión que la integre en la propuesta patrimonial del departamento. En ese sentido se está trabajando fuertemente en la construcción de un plan que incorpore un grupo humano que no solo trabaje en el lugar, sino que además esté preparado para recibir al público.
Para facilitar el acceso y fortalecer este circuito turístico desde la intendencia de Durazno definieron pavimentar el camino que pasa frente a la capilla, aprovechado por la ampliación de la ruta 6 que pasa a dos mil metros del lugar.
Las comunidades a la redonda están muy consustanciadas con este proyecto y la motivación inicial surge desde los estudiantes de primaria y secundaria que quieren también formar parte del proyecto. Entorno a la Capilla de Farruco se encuentran las localidades de Sarandí del Yí, Blanquillos y La Paloma y el Paraje Las Palmas que dista dos kilómetros del lugar.
Una política departamental
La intendencia de Durazno ha llevado adelante un conjunto de restauraciones de monumentos históricos nacionales que se encuentran en ese departamento. Alguno de ellos han sudo la Casa de Rivera, el Palacio Penza o las actuales obras en Capilla Farruco. En breve se comenzarán con las obras de la Casa del adulto mayor en lo que fuera en su momento el antiguo hospital de ese departamento. También se ha echado mano a patrimonios departamentales como el Molino de los Ingleses en la localidad de San Jorge.
Patrimonio Rural
La Capilla Farruco fue construida entre 1797 y 1798. Originalmente tuvo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Tras la intersección del Vicario Apostólico Damaso Antonio Larrañaga, fue designada viceparroquia y pasó a llamarse San Martín de Tours. Anteriormente hacia 1782 fue construido el casco, una especie de suerte de fortaleza, que sirvió para protegerse de los indígenas, portugueses y delincuentes. Por esos tiempos cuando los grandes propietarios de tierras habitaban en Montevideo o Buenos Aires, Francisco Rodríguez decidió afincarse tierra adentro y vivir en el lugar.
Dentro de los archivos históricos figura que “la Capilla fue adquirida merced al apoyo que le prestó el Ministro del Interior de la época, Dr. Pedro Manini Ríos, aunque las obras de restauración no fueron posibles iniciarse en 1942”.
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