Para los productores se trata de un sistema que optimiza el desarrollo del ganado, cuida el bienestar animal y permite a largo plazo obtener madera de buena calidad, todo en el mismo predio.
Santiago Calero pertenece a una familia de productores agropecuarios del departamento de Soriano que recientemente incorporó el silvopastoreo en su establecimiento ubicado a poca distancia del pueblo Risso. Se trata de un emprendimiento familiar que explota ganadería y una parte de agricultura. Los primeros eucaliptus fueron plantados en la primavera pasada “y veníamos muy bien”, llevando adelante un estricto control de hormigas y cuidado de los ejemplares hasta que la seguidilla de heladas de este invierno “nos pegó un cachetazo”. Ahora están a la espera de que suban las temperaturas para tener una evaluación más definida de la situación de los árboles y poder cuantificar con exactitud a cuánto ascendieron las pérdidas para ser replantadas. Por ahora saben que el 90% de los ejemplares están rebrotando desde abajo.
Santiago señaló que tanto su padre como sus tíos, quienes están al frente de la empresa, siempre tuvieron en la cabeza “hacer este tipo de sistema”, pero recientemente, cuando accedieron a más información disponible y participando en las jornadas organizadas por la Sociedad Uruguaya de Silvopastoreo, “empieza a capitalizarse la idea”. Reveló que en general “no tenemos cultura forestal” y plantar un árbol era una especie de “cuco” por no estar familiarizado con el tema.
Su proyecto incluye 90 hectáreas de eucaliptus en 60% de campo natural y el restante 40% sobre suelos marginales que en su momento se utilizaron para agricultura. Tras la preparación de la tierra durante el invierno del año pasado se sembró cebadilla y Lotus INIA Basalto que enfardaron ya con los árboles plantados aprovechando la maquinaria que respetada las distancias de los árboles. Cada hectárea contiene 250 árboles.
Calero dijo que la meta a corto plazo es producir ganadería respetando el bienestar animal y en el largo plazo producir madera de buena calidad en un umbral de 15 años. Mientras los árboles crecen y se desarrollan también ofrecen sombra y protección al ganado. La idea es “no dejar de producir dos rubros en una misma superficie”. Agregó que también se plantearon estar preparados por si el día de mañana “este tipo de sistemas logra capitalizar algún beneficio sobre la huella de carbono”.
El proyecto silvopastoril de la familia Calero es uno de los que integran las diferentes explotaciones en el establecimiento. En ganadería vacuna con razas británicas y ovinas con la raza carnicera Highlander se hace ciclo completo. Con respecto al vacuno se trata de un rodeo comercial entorado con Angus, donde la cría se hace en campo natural y la invernada en forma más intensiva en pasturas que van rotando con las áreas agrícolas. Santiago explicó que la idea en su momento fue una producción intensiva de carne con 50% área mejorada y el restante 50% campo natural. En la génesis empresarial de la familia Calero está bien identificada la idea “que la empresa tiene que estar diversificada por cualquier altibajo de cada rubro”.
“Estoy encantado con este sistema”
“Nunca fui un ganadero contra la forestación, lo que pasa mucho en esta zona”, dijo a La Mañana Ignacio Fabaro del departamento de Tacuarembó. Agregó que el ganadero en general se pone de punta contra la forestación porque le quita espacio a su producción. Con esa lógica, desde hace cuatro años incursionó en el silvopastoreo con una plantación anual de 15 hectáreas de eucaliptus Grandis, aunque tiene claro que “soy ganadero, no soy forestal”. Dijo que le agregó este sistema a su establecimiento ubicado a siete kilómetros de la capital departamental por un tema de ganancia económica donde “la asociación ganadería-árbol era excelente”. Describió a los montes con este destino como “un galpón en invierno y un galpón en verano” porque el animal está en las sombras y disfruta muchísimo de tener al árbol. En la zona en la cual desarrolla su explotación agropecuaria las condiciones del suelo son especiales para plantar árboles porque son arenosos y “bastante pobres”.
Fabaro señaló que los mayores trabajos se producen durante el primer año cuando se desarrolla la plantación de árboles y hay que cercar el predio donde van a pastorear los animales para que no afecten a las plantas recién plantadas. Después del primer año se los permite andar libremente debajo de los árboles. En su caso personal tiene un sistema de rotación de media hectárea para ir intercambiado el ganado.
Por las características en esa zona del país, Fabaro produce ganado Braford y Brangus, que son más resistentes a las altas temperaturas del verano. En verano es la época en que mejor se pueden ver los resultados en las ganancias de los animales, no tan acentuadas en campo abierto y con mejores resultados debajo de los montes. También remarcó el abrigo durante el invierno. En este sentido dijo que hay una gran diferencia en las temperaturas que existen a campo abierto y las que se tienen en los predios con árboles.
Para el entrevistado se trata de un sistema muy económico que deja muy buenos resultados con la rentabilidad de la madera. En ese sentido sostuvo que la idea de la Sociedad Uruguaya de Silvopastoreo es conseguir algún contrato o posibilidades de venta para cuando los árboles estén listos para ser talados.
Remarcó que “estoy encantado con este sistema”. Si bien no existe hasta el momento mediciones científicas que lo confirmen, señaló que en invierno debajo de los árboles al ras del suelo los pastos están súper verdes, a diferencia de lo que sucede con las parcelas abiertas. En poco tiempo el polo Forestal de Melo comenzará con esta tarea y se sabrá a ciencia cierta cuál es el impacto que tienen las plantaciones de árboles sobre el crecimiento y las condiciones de las pasturas.
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