El Ing. Pereira del Plan Agropecuario dijo que “el campo natural es el único recurso forrajero adaptado al cambio climático”. También que es necesario tomar medidas para ayudarlo y que el productor realice monitoreos que le permitan tomar decisiones.
Uruguay está ubicado en la Cuenca de los Pastizales del Río de la Plata, lo que constituye una importante ventaja de nuestro país gracias a su posicionamiento geográfico. Estamos en una zona donde recurso forrajero es fundamental y siendo un país agropecuario ese no es un detalle menor, dijo a La Mañana el Ing. Agr. Marcelo Pereira Machín, coordinador del proyecto Gestión del Pasto del Plan Agropecuario.
El origen mismo de nuestras tierras es pastoril, lo que quiere decir que en nuestras tierras “existió una megafauna que se extinguió hace unos 10.000 años, mucha de la cual era herbívora”, por eso nuestros campos evolucionaron en varios aspectos que resultaron en que “nuestros campos naturales son el recurso forrajero dominante en el país”.
Nuestro recurso forrajero “es único, es de los más productivos del mundo, donde hay 14 países que comparten campos naturales parecidos al nuestro, pero si nos comparamos con esos países, los pastizales del Cuenca de Río de la Plata son los más productivos y más diversos, porque es muy raro en el mundo ver a una vaca comiendo en 25m cuadrados entre 60 y 80 especies. Eso es un recurso único”, subrayo.
¿Cuál es la importancia de eso?, entre otras cosas porque “es determinante de la competitividad de la cadena cárnica y lanera a nivel internacional”, y si somos capaces de manejar ese recurso “con inteligencia nos va a permitir diferenciarnos del resto del mundo”, considerando su diversidad, pero también “dos características fundamentales: la resiliencia que es la capacidad de recuperarse, y la resistencia que es la capacidad de aguantar”.
“Es decir que es un recurso que aguanta mucho los déficits hídricos y a su vez tiene una gran recuperación”, cosa que no sucede “con los pastos exóticos, muchos de los cuales murieron y no tienen recuperación. En cambio, el campo natural parece que está muerto, pero después de las lluvias se recupera”.
Consultado sobre algunos de los 14 países que comparten la misma condición que Uruguay, Pereira mencionó, en el hemisferio sur a “parte de Australia, Sudáfrica, un pedacito de Nueva Zelanda, parte de Argentina, parte de Brasil; y en el norte las estepas de Mongolia y de Rusia, el este de Hungría y las grandes llanuras americanas. Pero son los pastizales del Río de la Plata los que se destaca “a nivel mundial por su productividad y composición botánica”.
Uruguay tiene mas de 400 gramíneas, Nueva Zelanda que es de origen boscoso no tiene más de 100 o 120 pastos a igual que Australia. Por otra parte, “la única vegetación que se adapta a un clima tan variable como el de Uruguay es el pasto, no así los árboles que tienen una distribución mayormente al lado de cursos de ríos y arroyos”, señaló.
Trabajar con más altura de pasto
Pereira destacó que “el campo natural es el único recurso forrajero adaptado al cambio climático”, pero es importante que se tomen medidas para ayudarlo en su resiliencia y resistencia. Una medida que se debe tomar “para redinamizar el sistema es que las pezuñas del ganado no se vean más, y eso significa que debe haber más altura de pasto”.
“Uruguay ha trabajado con los campos sobrecargados, es decir que tiene más animales en el campo que aquellos que el campo puede soportar para que esos animales produzcan bien. Pero si empezamos a trabajar con más altura de pasto y eso significar ajustar la dotación que tenemos sobre ese campo, o sea que se trabaja con más pasto y se hace un menor desperdicio del pasto”, expresó.
Explicó que “pasto desperdiciado es aquel que no se traduce en producción, porque de cada 100 vacas que hay en Uruguay comiendo todo el año, 37 no dan un ternero. Si trabajamos con menos vacas se agranda el plato de comida, cada vaca produce más y se van a preñar más, o sea que se desperdicia menos pasto”. Por lo tanto “hay que trabajar con mas altura de pasto y cuanta más altura más raíces, y si tenemos más raíces la sequía afectará mucho menos a las comunidades vegetales, afectará más lentamente y de forma más tardía, y luego de la lluvia rebrotará antes”.
Por lo tanto: “trabajar con más altura de pasto permite dinamizar todo el sistema”. Un indicador es no ver la pezuña del ganado, y para eso “hay que trabajar con más de 5cm de pasto; parece un concepto muy sencillo, pero es muy robusto sustentado en investigaciones”, aseguró.
Es importante monitorear para tomar decisiones
El concepto de no ver las pezuñas en los campos como indicador “viene evolucionando y cada vez hay más lugares donde se aplica, hay un cambio positivo”, sin embargo “los fenómenos agudos de sequía producen una distorsión enorme, una disminución en las tasas de crecimiento que determina que de nuevo se vean las pezuñas del ganado”, observó el técnico del Plan Agropecuario.
Por eso es importante que todo lo que se considere sobre el pasto y la producción “vaya acompañado de tomas de decisiones. Aquellos que no toma decisiones son afectados mucho más por la sequía; la falta de agua es un fenómeno que deja cicatrices muy profundas y secuelas que pueden durar 10 años para adelante. Cuando se toman decisiones tempranas, esas cicatrices son más chicas o en algunos casos prácticamente no existen”.
Pero no hay recetas únicas: “Las decisiones a tomar son variadas y dependen del contexto, puede ser ajustar la carga, vender animales; hacer control de amamantamiento como destete precoz o temporario; hacer suplementación y sumar la realización de verdeos para tener una rápida respuesta y pasar mejor el invierno que es la época del año en que las pasturas naturales prácticamente no crecen”, sugirió.
Esta es una sequía de efecto acumulado de 3 primaveras y veranos secos, con variabilidad según la zona del país. “Son 3 años de sequía que determina que la última primavera-verano la tasa de crecimiento fuera del orden del 20 al 30% menor que en un año normal, eso significa que gran parte de forraje que se produce en primavera-verano no va a estar”.
Una de las consecuencias de la seca es que “los campos tengan muy baja disponibilidad de pastos. Si sumamos el total, hoy cerca del 80% de productores tienen menos de 5cm de pasto y eso es complicado para entrar al invierno”. Por otra parte, “en marzo la condición de las vacas era muy baja, gran parte de todos los animales, más del 70%, tenían menor condición de 4 que es cuando una vaca esta relativamente gorda. Pero desde marzo hasta ahora, en la mayor parte del país comenzó a llover, la pastura se recuperó, creció, ese crecimiento se lo comieron los animales y estos mejoraron notoriamente la condición corporal. Por tanto, no tenemos pasto para entrar el invierno en todos los lugares, pero tenemos vacas de cría en muy buena condición corporal”.
Lamentablemente “eso no ocurrió en todo el Uruguay, hay zonas en que no ha llovido y sigue el déficit hídrico, lo cual se manifiesta en el estado de las aguadas que aún no se han recuperado”.
La seca afecta emocionalmente, más que la caída de precios
La sequía no solo incide sobre el resultado productivo de un establecimiento, también genera una afectación emocional en los productores. Consultado a ese respecto, el Ing. Agr. Martín Pereira Machín dijo a La Mañana que el Plan Agropecuario “detectó el problema” y organizó charlas presentadas por el sicólogo Alejandro De Barbieri.
“La sequía causa desesperación y eso lleva a una cadena de malas decisiones”, afectando lo personal, familiar y productivo. “Es algo que se ha estudiado en Australia y Estados Unidos”, y este año el Plan Agropecuario realizó charlas con muy buenos resultados, y se planifican otras que serían en Rivera y Durazno.
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