La propuesta consiste en democratizar el conocimiento a través de un dialogo de saberes entre el mundo científico y la población. Participan 34 personas relacionadas con el mundo de los medicamentos herbarios de diferentes puntos del país. Además de la academia nacional, el curso está orientado por tres especialistas argentinas que llegaron al país para “difundir el conocimiento para las personas que quieran profundizar sobre el uso de las plantas medicinales” dijo Vanina Catalano.
Hay sabidurías ancestrales que no se pierden más allá del paso del tiempo. Una de ellas está íntimamente relacionada con la vida social de la comunidad y tiene que ver con las tradiciones en el uso de las plantas medicinales. Y en esta historia entran las costumbres de los abuelos ya sea acompañando el mate, en los tés y sus variantes en las siestas y en las sobremesas o en el uso específico para determinadas dolencias.
Justamente por estos días el Centro Universitario Regional (CENUR) de la Universidad de la Republica (Udelar) con sede en Tacuarembó está brindando un curso sobre plantas medicinales y aromáticas con la participación de docentes uruguayos y argentinos. El objetivo de la actividad educativa es democratizar el conocimiento compartiéndolo con las personas interesadas en esta materia. La Mañana entrevistó al Dr. Manuel Minteguiaga que junto al Dr. Fernando Ferreira son los responsable del curso, quien indicó que se trata de un “diálogo de saberes” donde existe un intercambio entre la investigación académica de los docentes y la experiencia y conocimientos locales de los participantes.
Participan personas con una vinculación previa con el tema
Los participantes además de pertenecer a diferentes departamentos (Tacuarembó, Rivera, Salto, Canelones, Montevideo y Maldonado), desde sus diferentes actividades e intereses están relacionados con las plantas medicinales a través de sus actividades. Minteguiaga dijo que el grupo está conformado por personas que siempre estuvieron interesadas en la materia pero nunca habían tenido una educación formal al respecto, personas que hacen preparaciones y tinturas naturales para comercializar, universitarios, estudiantes de ingeniería forestal, profesores de enseñanza media o lo que se conoce comúnmente como yuyeros. En cualquiera de estos casos existe una experiencia previa que primeramente surge de las tradiciones que se traspasan de generación en generación y que en muchos de los casos fueron acompañados por una formación autodidacta del tema. En la mayoría de los casos se busca una formación organizada sobre los diferentes tópicos relacionados con las plantas medicinales. El curso está enmarcado dentro de una de las actividades de extensión que tiene la casa de estudios. Uno de los coordinadores de la actividad indicó que se trata de devolverle a la sociedad algo de todo lo que han recibido durante su trayectoria educativa y profesional.
El curso abarca varios capítulos relacionados con la formación a partir de plantas medicinales, etnobotánica (la importancia de la comunidad para el conocimiento de la botánica), grupos fitoquímicos y su acción farmacológica, farmacopea, marco regulatorio en el país, control de calidad de drogas medicinales finalizando con una actividad práctica.
Lo ideal es utilizar su nombre científico
En Uruguay existen entre 50 y 60 plantas medicinales reportadas dentro de las cuales solamente se ha profundizado químicamente entre 20 y 30 de ellas. “La información que nosotros tenemos se ha ido perdiendo” señaló Minteguiaga que pasó de 100 a 150 en los fundamentos bibliográficos de 1898 a alrededor de 50 en la actualidad.
El decreto 403/16 actualizó las diferencias de los medicamentos fitoterapéuticos, cuya lista de plantas medicinales que se podían comercializar regía desde 1957 con los nombres vernáculos (nombres que se acostumbra llamarlos habitualmente). El docente explicó que existe cierta ambigüedad en la materia. Tenemos 257 plantas permitidas bajo el decreto de 1957 mientras que el decreto de 2016 establece una lista de prohibición bajo su nombre científico. “Es una situación extraña porque lo ideal es tener un conjunto de plantas autorizadas con el nombre científico” sostuvo el docente.
En cooperación con especialistas argentinos
La actividad contó con la participación de tres especialistas argentinas, la Dra. Paula López de la Universidad de Buenos Aires, la Dra. María Inés Mercado de la Fundación Miguel Lillo de Tucumán y la Farmacéutica Vanina Catalano de la Universidad de Buenos Aires.
Las profesionales llegaron al norte del país “para dar nuestro aporte a la comunidad” indicó a La Mañana Vanina Catalano. El objetivo de la actividad es “difundir el conocimiento para las personas que quieran profundizar sobre el uso de las plantas medicinales”.
La especialista abordó los aspectos regulatorios del uso de plantas medicinales tanto en Argentina como en Uruguay. En su país la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnologías Médicas dependiente del Ministerio de Salud, es la institución que tiene a su cargo la regulación de este tipo de productos que deben ser “seguros y eficaces”.
Catalano señaló que Argentina se encuentra bien posicionada por formar parte de las entidades reguladoras internacionales, que está en concordancia con los países de “alta vigilancia sanitaria”. En este sentido explicó que la legislación sobre medicamentos herbarios del vecino país se basó en la Agencia Reguladora de la Unión Europea entre otras.
Argentina ha experimentado en los últimos 30 años un incremento en el uso de plantas medicinales. La entrevistada reconoció que “hubo una vuelta en el uso de las plantas medicinales y eso ayudó mucho para que toda la investigación vuelva a tomar su rumbo”.
“La validación científica es muy importante porque lo que hace es investigar” los usos propuestos fundamentalmente relacionados con la cultura de cada lugar. Se trata de localizar los compuestos que tienen estás plantas medicinales para luego determinar los usos apropiados de las mismas. Catalano mencionó que existe en la “farmacopea” argentina 33 plantas o drogas vegetales.
Un proyecto de cooperación universitario
La Universidad de la República, la Universidad de Buenos Aires y la Fundación Miguel Lillo mantienen un proyecto de cooperación científica con foco en la “aruera” (Lithraea molleoides), una planta que en Uruguay tiene varios reparos por parte de la sociedad relacionados con mitos y leyendas vinculados a las alergias que produce sobre el ser humano. Se trata de una planta que crece en Uruguay, Brasil y en el noroeste argentino.
Mientras que en nuestro país no se considera a la aruera una planta medicinal en Argentina es utilizada para los tratamientos de resfríos, de la piel, se colocan hojas en el mate por sus propiedades endulzantes y con los frutos se elabora un fermentado que posteriormente es utilizado como bebida.
Ante la diferencia conceptual que la sociedad mantenía sobre esta planta en ambos márgenes del río, los científicos de ambos países desarrollaron estudios químicos sobre especies extraídas de Tucumán en Argentina y Tacuarembó y Rivera en Uruguay. “Para nuestra sorpresa los ensayos preliminares (arrojaron) que la composición química es la misma”. Si bien no se ha establecido definitivamente, pareciera que se trata de una tradición más que un problema objetivo. Este proyecto busca definir a través de evidencias químicas si existen diferencias entre los ejemplares de las diferentes regiones o son un mismo material vegetal.
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