En este día se está conmemorando los ciento tres años transcurridos desde la primera fundación del diario La Mañana, que, como el país todo, ha vivido peripecias variadas, siguiendo las turbulencias locales, regionales y globales que han agitado el escenario a lo largo de este período.
Hace un siglo, el país todavía estaba embarcado en la gestación de sus instituciones, habiendo dejado atrás las luchas armadas fratricidas, los combates eran fervorosos pero políticos, sin balas ni facones ensangrentados.
Más allá de las soluciones políticas, profundas transformaciones estructurales se gestaban bajo el influjo de la inmigración europea masiva, que impactaba fuertemente en la vida social, laboral, económica en las ciudades y también en el campo (ver Censos). Los nuevos inmigrantes se asentaban en la capital pero también en el interior, muchos eran granjeros o pastores.
Los cambios poblacionales alentaban enfoques audaces, revolvían el caldero de las ideas, daban aliento a un escenario nuevo, que caracterizaría al país de ahí en adelante. Tiempos fermentales los del nacimiento de La Mañana.
Pero siempre el campo, la ganadería, las vacas y las ovejas, la lana y la carne, la instalación de empresas extranjeras en la agroindustria, el comercio internacional, dando sostén y viabilidad a la nueva sociedad.
La pequeñez de nuestro mercado interno desairó los intentos proteccionistas que se intentaron una y otra vez en distintas áreas: la producción agropecuaria, fundamentalmente en los rubros referidos, fue hasta hace poco la única actividad genuinamente competitiva del país.
La población rural sigue disminuyendo: la que está vinculada a la producción no llega al 5 % de la población total
Desde hace pocos años se suman el desarrollo del turismo, la logística, algunos sectores de tecnología digital, como áreas de gran interés y potencial de crecimiento.
La economía y la sociedad se han modernizado y diversificado, los servicios sofisticados y las tecnologías de última generación están difundidas a todas las actividades de la vida social, pero sigue siendo el agro, en particular la ganadería, el motor, el cimiento de todos los avances, el que está en la conformación del Uruguay moderno.
La modernización ganadera
100 años atrás, la ganadería de carne y lana ocupaba aún más que en la actualidad el lugar central en la economía del país.
Era una ganadería que había incorporado a lo largo de medio siglo una serie de tecnologías productivas que habían transformado las antiguas modalidades de producción “tradicionales” y conducido a una “ganadería moderna”.
Los estudiosos enumeran algunas de esas tecnologías que se fueron incorporando a lo largo del último tercio del s XIX y primeras décadas del siglo pasado, que delineaban las bases de la nueva ganadería.
1. En primer lugar, la gran transformación que acarreó el alambramiento de los campos, que delimitaba la propiedad y favorecía los manejos pastoriles, que contó con el Estado como garante de que los resultados de esa definición fueran respetados. Los mozos sueltos de la campaña ya no podían andar a su aire por los campos sin límites y sin dueños a la vista.
2. En un orden de similar importancia, los autores señalan a la difusión masiva de los ovinos por todo el territorio, relacionada en buena medida a la inmigración con experiencia y tradición de pastores, europeos, mayoritariamente españoles, seguramente vascos. Los sonoros apellidos de los descendientes de aquellos vascos todavía hoy nutren numerosamente el nomenclátor de productores y gente de diversos oficios del entorno rural de nuestro país.
El proceso de concentración de la tierra en menos manos continúa a distintas velocidades desde 1956
3. Infraestructura y logística. Otros adelantos tecnológicos de gran porte coadyuvaron a impulsar la modernización productiva. Tal el caso del ferrocarril, que desde fines del s XIX acercó notablemente las zonas de producción al puerto construido e inaugurado al albor del nuevo siglo.
4. También los frigoríficos, que desde su instalación en los primeros años del s XX, produjeron carne congelada, un producto totalmente diferente y mucho más valioso que sus antecedentes, como la carne seca y salada. La nueva carne requería de nuevos animales, de otra conformación, diferentes a las ágiles vacas criollas, más preparadas para huir del león americano que hábiles para producir carne tierna y sabrosa.
5. Este fenómeno impulsó a los cruzamientos; las vacas criollas fueron mestizadas con toros de razas vacunas importadas, especializadas en producir la carne que se necesitaba.
Es muy diferente la productividad de uno y otro animal, por lo que debe atenderse este rasgo cuando se cuentan los animales: puede haber un número parecido de reses en distintos períodos, pero las características carniceras de las variadas razas sin duda marcan un resultado totalmente distinto en cuanto al volumen y los atributos de uno y otro producto.
En una visión general, Uruguay conformó su perfil económico en base a la demanda de los mercados internacionales donde colocaba y coloca sus productos ganaderos de los vacunos: cuero, sebo, tasajo, después carne congelada, y en los ovinos, lana y carne. Mucho más tarde aparecen algunos granos, especialmente arroz, los lácteos, frutas cítricas, que fueron adquiriendo relevancia con el paso de los años, en la segunda mitad y sobre todo en el último tercio del siglo XX. Pero esos rubros no pesaban todavía en 1920.
Los censos
En el censo de 1860 se contaron 230 mil personas en todo el país; en el siguiente recuento de 1908 se habían multiplicado por 4,5 veces y ya eran más de 1 millón. Este ritmo continuó durante décadas, así que en 1920, inmediatamente después de la guerra europea eran seguramente cerca de 1,5 millones. En 1908, menos de 230 mil personas vivían en Montevideo, que representaban menos del 22 % del total del país. En 2011 se contaron 1,32 millones capitalinos, el 40 % del total de 3,29 millones. Las ciudades del interior también crecieron, aunque no en tan alta proporción.
La población rural sigue disminuyendo; la que está vinculada a la producción no llega al 5 % de la población total, un perfil similar a la de las sociedades industrializadas.
La emigración del campo a la ciudad también se aprecia en la disminución en el número de explotaciones: en los 50 años transcurridos entre 1961 y 2011 cayó a la mitad. Las explotaciones correlativamente aumentaron su tamaño promedio en has en un 80 %. El proceso de concentración de la tierra en menos manos continúa a distintas velocidades desde 1956.
En el censo de 2011 el 43 % de la superficie productiva total del país, no define la “nacionalidad del productor” referida con la advertencia de “no aplica”
Cada 10 años se realiza un censo agropecuario: así fue en 1970, 80, 90, 2000 y luego se atrasó un año, se hizo en 2011. Este año tan convulsionado que transcurrimos correspondería haber realizado otro, pero no va a ser posible. Con los acuciantes problemas de la actualidad ni se habla del asunto.
Censo 2011
En el último censo realizado se contabilizaron 44, 9 mil explotaciones, 12 mil menos que en 2000. En este censo se contaron 25 mil (55 % del total) explotaciones que tienen menos de 100 has. En el otro extremo, 1.168 explotaciones tienen más de 2.500 has; este estrato ocupa unas 5,4 mill de has, un tercio del total productivo. No se presenta información sobre las grandes acumulaciones de tierra en manos de un mismo propietario de varias, a veces numerosas, explotaciones localizadas en diferentes zonas del territorio. Si bien las explotaciones del estrato de mayor tamaño tienen 4.660 has de promedio, hay integrantes de muchísima más dimensión.
Hay 22 mil explotaciones que tienen a la ganadería de carne como su rubro principal, que ocupan 10,6 mill has.
Si se suman otras 7 mil explotaciones cuyo ingreso principal es la lechería o los ovinos, se llega a que un 75 % del total son explotaciones ganaderas, que ocupan 12,5 mill de has.
Las explotaciones que se dedican fundamentalmente a la agricultura, incluido el arroz, ocupaban (en 2011, ahora ha retrocedido) unas 2 millones de has, y la forestación 1,3 millones.
El rasgo “nacionalidad del productor” no define la propiedad de 7 millones de has, el 43 % de la superficie productiva total, referida con la advertencia de “no aplica”, al ser dicha nacionalidad desconocida por tratarse de sociedades anónimas por acciones al portador que cotizan en bolsas internacionales y otras formas jurídicas que tampoco permiten identificar propietarios individuales.
La coyuntura
Menos explotaciones (pero más grandes), menos gente en los campos, rodeos que no aumentan (este año, con todo, se espera una recuperación de medio millón de cabezas vacunas, según el Plan Agropecuario), no significa que haya menos producción ni menores ingresos.
La importancia de la ganadería de carne sigue siendo predominante – con producciones de entre US$ 2.700 y US$ 3.000 millones anuales -, pero los otros rubros también cifran y ocupan mucha mano de obra, y en todos los casos mejora la calidad y el precio de los productos.
Este año, no obstante, viene mal: la cosecha de soja sufrió una caída de un tercio (1 millón de toneladas), por los episodios de sequía en el verano; la faena sigue siendo reducida (por diversas razones), el precio de la lana se derrumbó, y los otros rubros sufren distintos avatares; algunos anduvieron bien, como el arroz, que logró altos rendimientos y precios recuperados, pero la siembra se dio en la menor área de los últimos años.
Es una coyuntura difícil para los productos agropecuarios baja producción e ingresos esperados reducidos, pero el panorama no es malo y todavía el agro cuenta con músculos fuertes para protagonizar una rápida recuperación.
El mundo, actores y mercados
En los tiempos del nacimiento de La Mañana, a la salida de la Gran Guerra, y del triunfo bolchevique en la revolución de 1917 en Rusia, el gran actor de la economía y el comercio mundial era el Reino Unido. El Imperio Británico dominaba los circuitos comerciales y financieros, y Uruguay entraba fluidamente en ese canal. Los “ingleses” que habían instalado el ferrocarril, dominaban la nueva industria frigorífica e invertían en numerosas áreas, fundamentalmente en las vinculadas a la producción y comercio de nuestros productos agropecuarios. A Uruguay no le fue mal con los ingleses, pero perdieron su lugar como potencia mundial, y fueron imponiendo alteraciones perjudiciales a nuestros intereses a las reglas de juego comerciales.
El mundo cambió: EEUU se transformó en una superpotencia, la URSS comunista le disputó durante medio siglo el dominio del mundo, para luego implosionar y disolverse. El país de origen de la URSS, Rusia, quedó reducido a una potencia de segundo orden. Hoy la disputa es entre EEUU y China, y en esas pulseadas entre gigantes nos movemos los pequeños países. Al nuestro no le va mal en ese sentido, porque comercia sin cortapisas con ambas potencias. En sus tiempos, la URSS también jugó un papel relevante como comprador de nuestros productos, pero China es mucho mayor y apunta a aumentar su importancia en el futuro.
Los otros grandes compradores de nuestros productos agropecuarios fueron los europeos, ahora nucleados mayoritariamente en la UE, que ejerce un persistente proteccionismo, y Brasil, que es cada vez más un competidor en los principales mercados; ambos han perdido participación en nuestro comercio en los últimos años.
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