El Ing. Terra dijo que “la agroecología es una ciencia, no una ideología, y como tal debemos manejarla”. Muchas veces entramos en “discusiones estériles sobre este tema” cuando lo “relevante es valorizar lo que tenemos” en lugar de ingresar en “discusiones semánticas”.
En el ciclo de conferencias “El agro en la nueva normalidad” que La Mañana y Charrúa TVorganizaron y presentaron en la Expo Prado, se realizó la charla “Agricultura: Sustentabilidad económica y ambiental”. Entre los expositores se encontraban el Ing. Agr. (PhD) José A. Terra, director del Programa Arroz INIA, y el Ing. Agr. (PhD) Jorge Sarwchick, director programa de Cultivos INIA. La conferencia se sumó a la que antes se realizaron sobre el tema cárnico
Terra dijo que el agro uruguayo tiene “la imperiosa necesidad de compatibilizar” el aumento “de la productividad con productos de calidad”, eso es lo que reclama tanto la sociedad en general como los consumidores, y debemos tener “la posibilidad y la iniciativa de ponerle valor”.
Recordó que el concepto de sostenibilidad “tiene varias décadas”, y que comenzó a escucharse con más firmeza y de forma más frecuente a partir de los años 90. Desde entonces “ha ido evolucionando a través del tiempo hasta llegar a las metas del desarrollo sostenible” que también recogen la ONU y la FAO, con “la agricultura jugando un papel trascendente en la producción de alimentos para reducir el hambre en el mundo”, como también “en su rol frente al cambio climático, frente a los recursos y los impactos naturales”.
“Producir más” y “con calidad, con inocuidad, de forma más eficiente en el uso de recursos y de los insumos”
“Hace unos años se planteó el tema de la intensificación sostenible de los sistemas productivos en el sentido de que tenemos que manejar ecosistemas para producir más alimentos porque la demanda mundial exige cierta intensificación, pero que sea sostenible”, expresó.
Cuando hablamos de intensificación sostenible nos referimos a “producir más” y “con calidad, con inocuidad, de forma más eficiente en el uso de recursos y de los insumos. Eso tiene que dar un retorno económico, un ingreso a quien produce. Esa intensificación sostenible también demanda energía y materia de los ecosistemas, pero también da servicios a esos ecosistemas, y cada vez tenemos que conocer más la relación causa efecto entre productividad y ambiente”, expresó, y resaltó la importancia de contar con “elementos que nos permitan evaluar lo que pasa en los sistemas productivos en términos ambientales y económicos”.
“También hemos visto reiteradamente y con más intensidad la palabra agroecología o transición agroecológica” que constituyen otra “versión de lo que es la intensificación sostenible”, comentó y subrayó que es importante aclarar que “la agroecología es una ciencia no una ideología y como tal debemos manejarla”. Muchas vece entramos en “discusiones estériles sobre este tema” cuando lo “relevante es valorizar lo que tenemos” en lugar de ingresar en “discusiones semánticas”.
“En Uruguay tenemos diversidad, posibilidad de poner diversidad de cultivos, tenemos la posibilidad de poner cultivos de cobertura en los sistemas agrícolas, la posibilidad en hacer agricultura sin laboreo, la posibilidad de integrar sistemas de producción mixtos integrando agricultura con ganadería, agricultura con forestación; tenemos tecnología para manejar de forma integrada los nutrientes, las plagas, tenemos buena parte del territorio con pasturas naturales, tenemos sistemas de pastoreo que permiten diversificar y mejorar la producción de esas pasturas, tenemos un conjunto de fortalezas que a veces nos cuesta visualizar, que otros no las tienen y hablan de ellas, y nosotros la tenemos al alcance de la mano y nos cuesta valorizar y mostrar eso que en definitiva son elementos que hacen a la agroecología”, apuntó.
“La tasa de incremento de los costos medidos en kilo de arroz aumentó por encima del aumento del rendimiento de 100 kilos por Ha año durante 50 años y eso “afecta toda la dinámica económica que se da detrás de arroz”.
Y en un mundo tan complejo, además de serlo “también hay que demostrarlo, hay que corregir, hay que difundir, mejorar, hay que valorizar esos activos y para eso precisamos evaluaciones objetivas de sostenibilidad fijando objetivos, teniendo un set de indicadores robustos que nos permitan evaluar y en base a las evaluaciones tomar decisiones de gestión de los sistemas de producción”.
Para lograr eso “precisamos basarnos en datos, modelos robustos, predecir escenarios y para esto último necesitamos retroalimentar el conocimiento a través de la información que saquemos de los sistemas de producción a través de observatorios en el territorio, del monitoreo de cuencas, experimentos de largo plazo”.
“Está claro que los mercados y los consumidores cada vez están más dispuestos a pagar o exigir sostenibilidad, inocuidad, y más que un problema es una gran oportunidad para nuestro país, para la ganadería, para la lechería, para la agricultura, para el arroz”.
“Importa la sostenibilidad ambiental pero para poder obtenerla es relevante la sostenibilidad económica”
En cuanto a los sistemas arroceros, Terra dijo que se han desarrollo “en las zonas más postergadas del país” y que se ha conformado una “cadena muy integrada entre la producción, la industria y la investigación, con alta adopción de tecnología que lo ha llevado a exportar el 95% de lo que produce y a diferenciarse por su calidad y su diferenciación varietal”.
“Además alterna el uso de la tierra con la ganadería y ese es casi único en el mundo. La mayor parte del arroz en el mundo se hace en forma continua, sistemas milenarios en dos o tres cultivos en el año”, pero en Uruguay la “integración mejoro al arroz y a la ganadería de esa zona, con incremento de productividad diversificando ingresos, sosteniendo la calidad de suelo, promoviendo la biodiversidad con una muy buena eficiencia del uso de nitrógeno, de energía, con uso bastante menor relativo de nitrógeno y pesticidas que cualquiera de los otros productores de arroz del mundo, y con la posibilidad de poner pastura productivas y dinamizar la ganadería que da como contraparte la fijación biológica de nitrógeno”.
El sector arrocero en Uruguay ha sido muy proactivo en tratar de cuantificar sus impactos y medir su sustentabilidad. Lo empezó hace 30 años, se medían los químicos en el agua, los suelos, en el grano. Esa línea de trabajo sigue en la actualidad.
Terra se preguntó si los productores más eficientes, de mayor productividad y más estables eran también los más sostenibles, “y la respuesta concreta fue sí”, dijo, “los productores del cuartil superior de productividad tenían mejores indicadores de eficiencia del uso de energía, del agua, nitrógeno e indicadores ambientales que el promedio. Eso nos deja claro que hay un excelente camino para reducir la brecha interna de rendimiento que existe en el sector y no solo aumentar en productividad sino también mejorar indicadores ambientales”.
No obstante advirtió que en el arroz “nos estamos acercando a los límites biológicos y genéticos, y en la medida que presionemos un poco más el sistema va a ser muy difícil sostener todos los indicadores y que se mantengan en niveles tan buenos y destacables a nivel mundial”.
“Lo paradójico” es que a pesar de todo eso, “en la última década y hasta esta última zafra, el arroz ha vivido momentos económicos complicados porque la tasa de incremento de los costos medidos en kilo de arroz aumentó por encima de ese aumento de rendimiento de 100 kilos por Ha año durante 50 años. Como resultado el sector ha tenido márgenes económicos negativos, reducción de área, pérdida de productores y menos industrialización” y eso “afecta toda la dinámica económica que se da detrás de arroz. Por lo tanto volvemos a lo mismo: importa la sostenibilidad ambiental pero para poder obtenerla es relevante la sostenibilidad económica”.
La discusión conceptual es hacia dónde van los sistemas productivos
El Ing. Jorge Sarwchick historió la evolución de la agricultura desde los años 60 con “un cultivo por año, básicamente de inverno con laboreo y ahí perdíamos muchas toneladas de suelo y teníamos productividades de 1.500 kilos de trigo. Después pasamos por la etapa del ingreso de las pasturas, la rotación” y mayor potenciales. “Empezó la siembra directa y los sistemas empezaron a volcarse a la agricultura continua que es lo que hemos tenido en los últimos 15 o 17 años, con la predominancia de la soja”.
En ese proceso “el agrónomo ha sido un solucionador de problemas”, dijo Sawchick. Su desafío pasó por “la expansión del área agrícola, mayor extracción de nutrientes, aprendieron a fertilizar con potasio, en suelos donde no había habido agricultura se empezó a agregar cantidades moderadas de fósforo, empezaron a aparecer las malezas resistentes”, un fenómeno no solo de Uruguay, también en Australia, después en Brasil, Argentina, Paraguay. Hemos importado los problemas de la agricultura continua, no nos ha faltado ninguno”. Posteriormente “empezó el problema de que las chacras están estancadas”.
Pero “la agricultura ha ido corrigiendo” los errores y ahora “está en una discusión conceptual a nivel productivo sobre hacia dónde van los sistemas, si seguimos con más agricultura o si comenzamos a repensar la ganadería, sabiendo además que una clave de los sistemas de invernada asociados a la agricultura es básicamente la eficiencia de la cosecha de pasto. Los establecimientos que cosechan más pasto, que hacen una mejor utilización de pasto, son los que producen más carne por hectárea”, añadió.
El tema que está sobre la mesa es la decisión sobre el sistema que se aplicará, considerando que en muchos lugares la infraestructura ganadera se abandonó y eso ahora implica mayores costos. Afortunadamente Uruguay supo generar información para respuestas a esta coyuntura, “no todas” las respuestas porque “hay huecos de información importantes” por ejemplo en aspectos de calidad de agua, “pero hace varios años que la investigación nacional demostró que rotar cultivos con pastura con siembra directa, además de poder dar un buen margen económico, nos ubica en un estado de equilibrio más alto, porque hasta ahora los problemas que tenemos con la maleza resistente, el potasio, el fósforo, etc, son comunes a todos los países que hacen agricultura y nosotros no tenemos altas productividades agrícolas”.
“Hay pocos países que utilizan el sistema de rotar pasturas y cultivos bajo siembra directa con rentabilidad”, y “está bueno” que podamos acceder al escenario de “rotar cultivos con una buena intensidad, manteniendo una buena entrada de residuos al suelo vía raíces y pasturas que tienen una alta productividad, es decir hoy tenemos especies que son un abanico de oferta forrajera que hace que sea muy seductor un escenario de ese tipo”.
La investigación también demostró, y eso también lo ven los agricultores, es que “aquellos sitios que vienen con muchos años de agricultura continua empiezan a perder rendimiento. Se aplican nutrientes pero los rendimientos se estancan”, y eso “es pérdida de calidad de suelo”. Se produce “degradación del suelo” y “hace que empiece a haber techos a la productividad y que se debe pensar en otros sistemas, y hay varias opciones: los cultivos de servicio que cumplen una función determinada” aportando nitrógeno, ayudan a mejorar las propiedades físicas; y “hay un sistema de pasturas cortas con investigación que muestran que colocar leguminosas cortas de 12 a 18 meses de duración tiene un impacto positivo en la entrada de carbono y nitrógeno al suelo” y eso significa “menos fertilizante nitrogenado en el trigo o el maíz siguiente”.
Hace varios años que la investigación nacional demostró que rotar cultivos con pastura con siembra directa, además de poder dar un buen margen económico, nos ubica en un estado de equilibrio más alto.
“Hay grandes soluciones y cada uno se para en el estado de equilibrio que quiera, pero tiene que saber que si sigue haciendo cultivo continuo en suelos que ya tienen un proceso de degradación importante, lo que se va a ver es un estado de equilibrio cada vez más abajo y si tiene un buen suelo y sigue haciendo esto quizá ese descenso sea menor pero a la larga va a tener que repensar su sistema de producción”.
Es importante invertir en ciencia y tecnología
En el tramo final de su exposición, Sawchick desarrolló algunos puntos que consideró relevantes mencionar. Primero, que “la obligación” vinculada al plan de suelos “sirvió para reflexionar sobre aspectos que no se estaban considerando” y ya “es hora de que los agrónomos entren mucho más en esta discusión, en la interacción de lo que hago en el suelo y lo que me pasa después”.
“Segundo y tomando como ejemplo al sector forestal, cuando éste se empezó a desarrollar instaló cuencas experimentales” y ahora “tiene muy buenos datos de calidad del agua. Es muy bueno que el país tenga cuencas agrícolas como ya tiene con la lechera, que sean de monitoreo continuo para que todos miremos la misma realidad y que podamos comparar, ver y entender mejor las causas que afectan los procesos de deterioro de la calidad de la cadena de las aguas”. Esa debería ser una iniciativa país en la debería participar varios actores, sugirió.
En tercer lugar subrayó la importancia de que Uruguay “siga avanzando en la generación de conocimiento”. Por ejemplo los problemas del agua “son importantes para los consumidores, para los residentes, para nuestros compradores, el turismo, para todos. Son datos que se deben publicar” porque son “una defensa comercial en otros foros”; y esas publicaciones deben llegar “a quienes deben tomar decisiones” y sin el “divorcio entre ciencia, conocimiento del público en general y conocimiento a nivel de tomas de decisiones”.
“Es importante invertir en ciencia y tecnología en áreas que son críticas para el conocimiento, para el país” y Uruguay tiene que “valorar” esos estudios.
Estamos haciendo agroecología
Sawchick enfatizó que “cuando se habla de incorporar pasturas en la rotación, cuando hablamos de meterle leguminosas cortas para fijar nitrógeno y bajar los fertilizantes, cuando estamos haciendo cultivos de cobertura y lo estamos rotando para hacer un cultivo de segunda para bajar la cantidad de herbicidas, estamos haciendo agroecología. No es que de un lado están los que hacen agroecología y del otro el resto, no. Son conceptos que ya se están aplicando”.
Hay mucha ignorancia de lo que se hace. “Pocos saben que Uy tiene plataformas agroambientales, sitios de diferentes instituciones que llevan años colectando datos y que no podemos perderlos porque son los que nos van a dar respuesta en los mercados para adelante. Pocos saben que Uruguay produce variedad de soja convencional no OGM pensando en otros mercados. Pocos saben de lo que pasa dentro de las instituciones. Miremos esas cosas y tengamos instituciones fuertes para que se pueda seguir trabajando en la calidad y la inocuidad”.
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