El ingeniero agrónomo Francisco Bonino, director de AF, dijo que hay un incremento en las inversiones madereras que dan más valor a la actividad forestal y generan más trabajo para las personas.
El jueves 21 de marzo se inauguró en Villa Sara, localidad ubicada al sur del departamento de Treinta y Tres, la planta de debobinado Olimar Forest Products, cuya construcción demandó más de dos años y una inversión de siete millones de dólares. El evento contó con la presencia del presidente de la República, Luis Lacalle.
AF es la administradora del fideicomiso forestal Bosques del Uruguay IV, por el cual AF también administra y gestiona la planta Olimar.
El ingeniero agrónomo Francisco Bonino, CEO de AF, dijo a La Mañana que la planta llega como “una etapa de agregado de valor en la madera” que hoy se exporta en troncos a China, India y otros países de Asia. Con el proceso de debobinado “se agrega más valor, se saca madera seca y con eso se generan eficiencias de transporte y en el tiempo porque la madera fresca tiene un tiempo de vencimiento que no tiene la seca, que puede esperar”.
“Con ese espíritu se construyó esta planta, que cuando llegue al máximo de su capacidad va a producir unos cuarenta mil metros cúbicos de madera”. Llegar a ese volumen implica un proceso, porque “se comienza produciendo menos y se va aumentando la capacidad en la medida que van afinando su trabajo y el uso de las máquinas”.
Del tronco a la exportación
Los árboles utilizados son eucaliptus grandis producidos para madera, o sea que se plantan para un ciclo de veinte años, que es un tiempo mayor al de la celulosa y se aplica un manejo diferente para que cada árbol se engruese y salga sin nudos.
Olimar aún no llegó a la etapa de la cosecha, se está en la etapa del raleo que es cuando se sacan algunos árboles del total de bosque.
Bonino describió someramente las instancias de trabajo de la nueva planta: “Se recibe el tronco que llega de los campos que están en la zona de Treinta y Tres y Cerro Largo. Recibido el tronco, se prepara y se pasa por la debobinadora, que es como un gran sacapuntas que saca una lámina de madera cuyos espesores son de entre uno y tres milímetros y son de 2,44 metros de largo por 1,20 de ancho. La lámina se seca en la secadora que funciona a partir de una caldera a vapor y luego se empaqueta y se manda a algún lugar del mundo donde se hará otro producto. Un típico usuario de este producto es una planta de plywood como la de Lumin en Tacuarembó”.
La colocación de las láminas de debobinado incluye destinos como Estados Unidos, Europa, China o India entre otros. “Las distintas calidades y medidas hacen que vaya a un mercado o a otro, pero es un mercado más amplio que el de los troncos y esa es otra ventaja importante”.
La madera cada vez adquiere más usos
El uso de la madera es múltiple. Respecto a las láminas de uno a tres milímetros, Bonino dijo que “se colocan una sobre otra con lo que van tomando más espesor”. Las cantidades de láminas dependen del uso que se le va a dar, resultando “un producto que se puede conseguir en cualquier ferretería uruguaya y es muy usado en la construcción”. “Hoy se ve mucha construcción híbrida donde las casas tienen componentes de diferentes materiales, con partes de ladrillos, otras partes de madera o aluminio”, agregó.
“La madera también se usa en el proceso de construcción”, por ejemplo “a través de LVL [laminated leneer lumber] que permite hacer vigas, también generando divisiones internas en las casas o en muebles. Se puede usar en el recubrimiento de una mesa o en sillas o sillones con forma onduladas que requieren de determinado proceso de calor y presión”.
Hay una “infinidad de usos porque el mundo está yendo hacia ahí, considerando que la madera es un material renovable, todo lo que se cosecha se vuelve a plantar y se vuelve a generar otro volumen de madera”.
Servicios ambientales de los bosques
Además, cada árbol tiene carbono secuestrado que es una forma de combatir el efecto invernadero y generar balances hacia la neutralidad.
Bonino resaltó que “hoy los bosques no solo generan madera, también servicios ambientales” que impactan en lo social, en la biodiversidad y el carbono.
En lo social “por el trabajo en las comunidades”, ya que los estudios lograron medir veintiún mil personas “que se benefician con los proyectos que forman parte de los fondos en las distintas zonas” y que involucra a “escuelas, instancias de capacitación, distintas participaciones sociales”.
Respecto a la conservación y biodiversidad, Bonino detalló que “los fondos tienen nueve mil hectáreas destinadas a conservación de hábitats y ecosistemas prioritarios, en los que se hacen mediciones de la biodiversidad y sobre cómo evolucionan las especies vegetales y animales”, un trabajo realizado por “biólogos y botánicos especialistas”. No es raro que se avisten animales o plantas que no estaban registradas en Uruguay, y “ha habido hallazgos muy interesantes en ese sentido”.
En cuanto al carbono indicó que los cuatro fideicomisos de AF “tienen proyectos de secuestro de carbono que generan bonos de carbono” que se venden a empresas que necesitan neutralizar. Para hacer esos certificados de carbono se mide cuánto carbono se genera y cuánto secuestró el árbol, eso es comparado con la situación previa al bosque generando créditos de carbono”.
Los créditos de carbono pueden ser comprados por las empresas locales o del exterior que necesitan neutralizar. Bonino explicó esa “neutralización” señalando que “hay empresas que necesitan neutralizar su emisión y otras a las que le sobran certificados porque secuestran más de lo que emiten, generándose un traslado natural entre las dos partes”.
Creación de empleo
Consultado sobre cómo los fondos impactan en el ciudadano, que sin duda valora el cuidado ambiental, pero que también necesita que todas las inversiones y acciones que se desarrollen por las diferentes empresas impliquen generación de puestos de trabajo, Bonino dijo que en 2023 los cuatro fideicomisos de AF lograron exportaciones por veintiséis millones de dólares.
Agregó que “hay mucho trabajo involucrado” porque “hay un volumen muy grande” en las diferentes etapas, ya sea en logística, cosecha, plantaciones, podas. “Es mucho el trabajo que se realiza antes de llegar a la planta y durante mucho tiempo, porque eso ocurre por veinte años, cuando se logra el producto con el cual se va a trabar”.
Sin embargo, “es en la planta donde se visibiliza trabajo, cuando la realidad es que hubo y hay mucha mano de obra previa que no se ve”. Un dato que ayuda a entender eso es que “en el agro, el sector forestal es el segundo empleador después de la lechería con unos dieciocho mil puestos de trabajo”.
Ahora en Olimar “hay cuarenta personas trabajando y es probable que crezca un poco más”, a lo que hay que agregar “los puestos indirectos que se generan por logística y todos los servicios conexos”, que son muy variados como tornería o electrónica entre muchos otros que ofrecen “servicios continuos”.
El futuro de la madera
El director de AF observó que “en este momento en el país se están concretando muchas inversiones en la parte más maderera” de la actividad forestal con desarrollo de sectores de aserrío o debobinado.
“Hace unas semanas se inauguró en Rivera una planta de aserrío, se están proyectando dos más en ese mismo departamento; se está comenzando a construir otra en Tacuarembó; Lumin anunció una en Melo y ya está encaminada. Todo eso muestra que se están dando inversiones en esta otra área del sector forestal”.
Que todas estas nuevas inversiones lleguen al país más tarde que la celulosa “es lógico, porque los árboles demoran más en madurar y estar aptos” para esta forma de producción.
“El proceso para celulosa requiere diez años, contra veinte que necesita el de la madera de aserrío, por tanto, es normal que haya llegado como una ola posterior. La buena noticia es que habrá muchos más empleos en esta nueva etapa”.
El ingeniero agrónomo Francisco Bonino dijo que AF comenzó dando servicios para el sector forestal, pero a partir de 2011 con Bosques del Uruguay I empezó a crear fondos de fideicomisos financieros, que son fondos de inversión para invertir en el sector forestal. Fueron los primeros que permitieron que una AFAP pueda invertir en activos reales, porque hasta ese momento los existentes eran de deudas, esos son los primeros que van al resultado de la empresa, como si fuera una acción. Actualmente AF tiene cuatro fideicomisos financieros forestales que están listados en la Bolsa de Montevideo y Bevsa. El rol de AF es administrar estos fondos y generar el mejor retorno posible para los afiliados de las AFAP. Hoy los cuatro fondos suman emisiones por 650 millones de dólares. Ese es el valor inicial, ya que en realidad valen más porque al crecer el valor de los bosques también crece el valor del activo. En Uruguay hay unos cuantos proyectos de este tipo, no solo forestales, también agrícolas, de UTE, etcétera, que permiten participar de la economía del país a través de la Bolsa.
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