En tiempos de conciencia agropecuaria pasar a la acción es la mejor de las decisiones. Dele espacios a las nuevas generaciones, edúquelos a través del aula y sus rutinas diarias, permita que vuele su imaginación y dentro de un par de años hablamos.
Cuando de lo que se trata es generar conciencia agropecuaria, no hay mejor manera que plantar esa semilla en los más pequeños. Y más cuando ellos se transforman en los protagonistas de esos espacios de transformación. Ese ha sido el plan trazado por los organizadores de la Fiesta del cordero pesado que cada año congrega a cientos de familias en la ciudad de Sarandí del Yí en el departamento de Durazno.
Pero no se trata solo de ir, observar cómo se prepara un buen cordero a la parrilla, conocer las diferencia entre un cordero pesado y un animal sin esas condiciones o que te eduquen sobre las características y virtudes de las lanas uruguayas. La fiesta es una invitación a poner manos a la obra y que todos, niños, jóvenes y adultos muestren sus destrezas en alguna de las variadas actividades que se llevan adelante durante el segundo sábado y domingo de noviembre. Y precisamente el sábado es el día elegido para que las nuevas generaciones den sus primeros pasos en este rubro.
Conociendo el rubro a través de juegos didácticos
Muchas de estas participaciones suelen organizarse con bastante tiempo de antelación, como la que involucra a las escuelas de los departamentos de Durazno y Florida (por su cercanía) que cada año se adhieren a los concursos establecidos por los organizadores. Este año la consigna consistía en la presentación de juegos didácticos relacionados con la producción ovina. Y la sorpresa fue grande dijo a La Mañana Rosario Juambeltz, con trabajos muy bien pensados y diseñados. Tal vez uno de los más destacados en esta oportunidad fue una carrera de corderitos, competencia en la cual llegaban todos a la meta pero ganaba el animal que acumulara más kilos. Un verdadero paralelismo con la fiesta que debió insumir mucho tiempo de trabajo, intercambio y diseño por parte de la maestra y sus alumnos. Y ninguna duda que además debió ser una excusa para aplicar todos los conocimientos del aula en un juego que representa la producción de esa zona del país.
La agenda de actividades planteaba espacios para que los más chicos demostraran sus conocimientos, los que traían desde su vida familiar y los que fueron adquiriendo a medida que se iba desarrollando la jornada. Y para ello se llevó adelante el concurso de destrezas para niños entre 6 y 12 años y de 13 en adelante. Esta instancia consistía en superar cada una de las “estaciones” propuestas, donde previamente una persona calificada les explicaba las características más importantes del tema que se estaba tratando. Entre los temas abordados los participantes debían indicar cuál de los ejemplares de un plantel no era cordero pesado o que características presentaba la lana que estaban observando. “Y los niños contestaban” señaló Juambeltz, que además advirtió la capacidad de observación y retención de información de los más pequeños.
La complicidad entre los niños y sus “corderos guachos”
Uno de los momentos tal vez más llamativos para la familia y que hasta deja espacio para la galantería de los más pequeños (niños y corderitos), es el concurso del “cordero guacho”. Se trata de un espacio donde solo tienen cabida la complicidad que existe entre ambos y que combinando risas, aliento y muchos flashes fotográficos sacan fuertes aplausos del público presente. Desde bicicletear con este compinche al lado, darle la mamadera y hasta superar obstáculos ya practicados en la rutina familiar, también estas actividades son parte de esa conciencia agropecuaria que tanto se persigue por estos tiempos.
Y como no podría ser de otra manera, los menores de 25 años pudieron demostrar sus destrezas con la parrilla. Tal vez para algunos, sus primeras armas al frente del menú más representativo de la cocina uruguaya y ríoplatense. Un buen cordero a las brasas requiere destreza, paciencia, buen gusto y un ojo clínico para saber el punto exacto. Pero además implica una dosis de solidaridad para que el trabajo en equipo de cada una de las parejas presente un buen y gustoso asado.
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