La gremial elaboró el documento denominado “Compromiso Nacional por la Avicultura”, en el que se refleja el potencial del sector, su capacidad de crecimiento entre cinco y diez años y la posibilidad de exportar el treinta por ciento de su producción. Se proyecta generar 3500 empleo directos, exportar por cien millones de dólares y duplicar el consumo de granos. Para asegurar estos logros aspiran a incorporar sus planteos en el próximo presupuesto quinquenal.
Las empresas del sector están en un fuerte proceso de inversión y mejora continua en las fases de producción primaria, industrial y comercial. A continuación, parte de la entrevista de La Mañana con el director ejecutivo de la Cámara Uruguaya de Procesadores Avícolas (Cupra), Federico Stanham.
El sector está creciendo a niveles nunca vistos. La faena de enero y febrero fue la más alta de los últimos ocho años. ¿Cómo se están logrando estos objetivos?
Desde el año 2019 hay una tendencia de mayor consumo local de carne aviar, que según los datos de INAC pasó de más de dieciocho kilos a superar los veinticuatro kilos per cápita. Eso ha llevado a que la faena acompañara ese proceso y pasara de más o menos veintiocho millones de cabezas de pollo a 32 millones en el mismo período. El arranque de 2024 tuvo la peculiaridad de que en enero y febrero las faenas fueron particularmente altas. Nosotros estábamos con la expectativa de que el crecimiento del consumo, que se había estancado en el segundo semestre de 2022 y se mantuvo estable con una leve caída en 2023, recupere a partir de 2024 esa senda de crecimiento. La paulatina sustitución de las carnes rojas por la aviar es un tema mundial. Es una tendencia que nosotros pensamos que se va a seguir dando levemente en Uruguay.
¿Cuáles son los tipos de productos que integran al sector?
La industria produce básicamente pollo entero con menudos enfriados, pollo entero sin menudos que uno ve más frecuentemente en los supermercados sobre todo de la franja costera. Las plantas de faena, atendiendo a la evolución de las preferencias de los consumidores, han ido ampliando la cantidad de pollos que cortan y venden en sus respectivos cortes. Básicamente tenemos tres: la suprema deshuesada, la pata muslo (que se puede vender por separado el muslo y la pata) y las alas.
Sabemos que están trabajando en varios proyectos. En un año electoral como este, ¿cuáles son las plataformas de propuestas que le van a trasladar a los presidenciables?
Hay muy poco conocimiento sobre cómo funciona el sector. Eso significa que lo que se espera del sector de parte de los actores del gobierno y del INAC no está muy alineado con la interpretación de cuales son las restricciones que el sector tiene. Si bien hemos logrado muchos avances, la gremial entendió que había que trabajar más a fondo y preparar el “Compromiso Nacional por la Avicultura”, donde establecemos el potencial que el sector tiene de duplicar su producción entre cinco y diez años pasando a exportar el treinta por ciento de lo que se produce. Para eso se necesita un acuerdo entre el sector público y privado para crear las condiciones para que eso se pueda dar. Lo estamos trabajando con todos los precandidatos y sus equipos técnicos y la idea es de aquí al 1o de marzo acompañar el proceso electoral tratando de que se comprenda de parte de todo el espectro político hacia dónde se puede ir con la avicultura nacional. Estamos hablando de generar 3500 empleos, que es aumentar un setenta por ciento el empleo directo del sector, duplicar la producción, exportar por cien millones de dólares, pasar el consumo de granos nacionales de 150-160 mil toneladas a trescientas mil toneladas. Todo eso tenerlo en un plan de trabajo consensuado que pone obligaciones al Estado y obligaciones a las empresas.
¿Plantean que este proyecto sea incorporado en el próximo presupuesto quinquenal?
Sin duda que sí. Nosotros necesitamos que el Ministerio de Ganadería fortalezca su capacidad para gestionar los temas de sanidad, de inocuidad y de acceso a mercados en su gestión. Estamos empezando a analizar esa problemática, quizás esto se pueda resolver reasignando recursos dentro del ministerio, pero posiblemente no y signifique que haya que ampliar recursos. Los incrementos presupuestales sabemos que son un tema muy delicado, pero hay que buscar los mecanismos de financiación que sean compatibles con todos los objetivos que el gobierno entrante tenga. Acá el sector no está pidiendo ningún subsidio, no está pidiendo ninguna exoneración especial. Lo que está pidiendo es que el ministerio tenga las capacidades de acompañar este crecimiento.
¿Qué tipos de incentivos son necesarios de parte del Estado para seguir desarrollando el sector?
Básicamente, yo diría que son dos cosas, un refuerzo de recursos humanos en el Ministerio de Ganadería y la definición de determinadas acciones a nivel de INAC focalizadas en el sector avícola. La avicultura está veinte o treinta años rezagada. El gran pedido que hay detrás de esto es que las condiciones de apertura comercial a las importaciones de carne aviar no se alteren. No estamos pidiendo un mercado cerrado. Cupra y las empresas del sector entienden que tiene que haber un flujo de importaciones razonable que ayude a equilibrar el mercado y a tener comparación de calidades, de ofertas de productos. Lo que no se puede es que ese crecimiento leve se descontrole y se vaya a un crecimiento excesivo de las importaciones, porque genera incertidumbre a nivel de los empresarios que van a tener que hacer inversiones muy importantes en los próximos cinco a diez años. Nosotros estimamos que en toda la cadena hay que invertir alrededor de cien millones de dólares.
¿Cuáles son las debilidades que presenta el sector?
La baja competitividad de las empresas, las posibilidades de incrementar el consumo. Hay un bajo consumo de carne aviar a nivel local en comparación con la región. Estamos en un cincuenta por ciento de lo que se consume en la región. De ninguna manera vamos a duplicar la producción de carne aviar, pero subir un veinte o treinta por ciento sería algo más que razonable. Y claramente la falta de acceso a mercados. Si nosotros no tenemos un acceso a mercados similar al de la carne vacuna, va a ser muy difícil desarrollar al sector y que los empresarios estén dispuestos a invertir.
¿El sector no es tenido en cuenta, como con la carne vacuna?
Nosotros presentamos ala Oficina de Programación y Política Agropecuaria el estado de los bienes públicos en cuanto a trazabilidad, inocuidad, sanidad, acceso a mercados. Bienes publico que hoy uno mira para la carne vacuna y son todos de nivel excelente. Y cuando uno mira el estado de esos bienes públicos para la actividad aviar son casi todos restrictivos. El único bien público en el cual estamos en una situación no restrictiva es el del estatus sanitario, privilegiado a nivel regional.
¿Y en el ámbito privado?
Cuando hacemos un inventario de los bienes privados para el desarrollo del sector, también tenemos grandes restricciones. Son la infraestructura de las empresas, en el nivel de gestión de los procesos productivos, el nivel tecnológico que, si bien estamos muy bien, hay una brecha a superar.
¿Cómo es la relación con la academia?
Hoy la actividad avícola no está en la consideración prácticamente ni de las instituciones de investigación ni de las universidades. La avicultura es un tema muy poco estudiado y muy poco investigado. Eso también es un bien púbico ausente. Uno lo compara con otras actividades agropecuarias y obviamente la acumulación de conocimiento en todos los niveles es envidiable.
El tipo de cambio ha sido un reclamo constante de todos los sectores productivos. ¿De qué manera impacta sobre la producción avícola?
La realidad es muy distinta a la de los sectores que son netamente exportadores. Al ser una actividad que por ahora está volcada al mercado interno, los ingresos están en moneda nacional. En esto hay que ser muy honestos, un dólar bajo le aporta competitividad al sector en el corto plazo. Cuando tenemos los ingresos en pesos, el dólar alto encarece los precios de los granos. Hoy el atraso cambiario no es un tema que esté en la agenda del sector avícola.
¿Pero en el horizonte se proyectan como un sector exportador?
En la medida que las exportaciones empiecen a tener más relevancia, sin duda que sí. El dos por ciento de la producción nacional es lo que se exporta.
¿Cómo ve la normativa del Ministerio de Ambiente sobre este sector específico?
Son exigencias muy altas, no las cuestionamos, pero sí hay una presión muy fuerte de parte del Ministerio de Ambiente.
¿En qué aspectos?
En el manejo de aguas residuales, de residuos sólidos tanto a nivel industrial como a nivel de campo. Son exigencias muy fuertes que condicionan mucho las posibilidades de seguir trabajando. Es un tema de constante preocupación, sobre todo por lo que significan multas y advertencias de imposibilidades de seguir operando.
¿Cómo estamos con respecto a la región?
El sur de América de Sur y Brasil es la región del mundo que más crece en producción de proteína animal y es la región que más crece en exportaciones de proteína animal. En ese esquema todos los países del Mercosur más Chile, salvo Uruguay, son exportadores de carne aviar. Entonces uno se tiene que preguntar por qué Uruguay no puede exportar carne aviar.
¿Cuál es la explicación según ustedes?
Es porque el sector publico y el sector privado no se han propuesto que Uruguay sea exportador de carne aviar y es el desafío que nosotros nos estamos poniendo.
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