Cuando abordo los trabajos de finales de grado como docente titular de la Facultad de Ciencias Empresariales, en especial la estructuración de los proyectos de inversión o planes de negocios, tal vez la palabra que más se pronuncia por parte de los estudiantes –futuros profesionales– es, sin duda,“rentabilidad” enmarcada en la decidida búsqueda del punto de equilibrio.
Esa simple relación entre los beneficios obtenidos de una operación o del simple esfuerzo de realizar una tarea, por un lado, y la inversión que se ha hecho por el otro, muestra esquemáticamente una entrada de utilidades y un detalle de costos a cubrir que en algunos casos es fácil describir en una planilla.
Pero en ese esquema cartesiano, no hay espacio para el dolor humano, la angustia de saber que el banco golpea las puertas, el temor a los fenómenos climáticos que de un día a otro pueden hacer perder una cosecha. Sin los apoyos debidos, ese estado emocional gana terreno entre los cientos de productores que sufren a diario la frustración de saber que alcanzar el punto de equilibrio está fuera de su alcance, percibiendo que no hay cantidad de trabajo posible o decisión correcta que puedan tomar que los saque de su situación.
Productores hortícolas de Salto: “Pago al Banco o cosecho”
Salto, con su cinturón hortícola, es quizás el mejor escenario para comprender una dura realidad que se aborda desde diferentes ángulos y cuya solución, a nuestro juicio, no radica solamente en resolver los problemas de endeudamiento. Si bien el acceso a fondos frescos ofrece un bocanada de oxígeno para continuar en el corto plazo, si no se divisa luz al final del túnel en términos de rentabilidad, estas soluciones inmediatas pueden terminar no siendo más que un parche que termina empeorando la situación.
El pasado 24 de agosto visitó Salto una comitiva del BROU, que se reunió en la Sociedad de Fomento con un grupo de productores, quienes tuvieron oportunidad de explicar la gravedad de su situación. La realidad es que muchos de ellos están lejos de poder cubrir sus compromisos con el Banco, otros directamente no lo hacen, ya que la disyuntiva “pago al Banco o cosecho” rige sus vidas desde hace largo tiempo.
A efectos de conocer más de cerca el problema e intentar un diagnóstico, entrevistamos a varios productores en diferentes situaciones, al igual que lo hicimos con colegas en la profesión económica. Para ello realizamos un relevamiento entre diferentes productores considerados chicos, medianos y grandes donde la realidad es muy compleja y varía mucho según el caso.
Todos los productores coinciden en dos aspectos neurálgicos: que no tienen alternativas y que deben permanecer en el rubro ya que la inversión ya está hecha y les resulta muy difícil la reconversión hacia otros rubros agrícolas o ganaderos. La otra gran coincidencia es que la oferta es muy superior a la demanda en todos los productos.
Es indiscutible que la realidad de los productores en la última década no ha sido la más deseada, en cambio otros (los más fuertes) consideran que la situación productiva en este periodo ha sido mejor ya que se aumentó lentamente la productividad por hectárea en cada rubro; por eso es importante realizar un análisis global y abordar a cada productor como una realidad diferente.
Esta visión positiva de los productores más grandes –que no es la de todos– se debió a que pudieron asumir los cambios tecnológicos asociados al manejo productivo y a la capacitación de los recursos humanos.
En forma global, la disminución de productores de 900 a 500 habla a clara luz de la problemática del sector, donde queda evidente que los productores chicos van desapareciendo.
Antes una familia se mantenía con 5 invernáculos, hoy necesita entre 10 y 15
Para comenzar a entender la difícil situación que se vive, el dólar en el año 2011 estaba alrededor de $ 20, hoy oscila alrededor de los $ 40; o sea, un aumento del 100% en la moneda norteamericana.
Si observamos que el kilo de tomate en dicho año (2011) oscilaba entre $ 35 y $ 40 y en la actualidad (10 años más tarde) en el 2021 oscila los $ 50, no hubo un acompañamiento en el precio.
En cambio, en el caso de los insumos, fertilizantes, etc., el productor los paga en dólares y recibe el pago de lo producido en moneda nacional, entonces el desfasaje es cada vez mayor. Aquí se encuentra parte del problema y decimos “parte”, porque el tema es mucho más complejo que el análisis de la moneda estadounidense.
A esto se le suma un deprimido consumo interno, un ingreso del 30% de mercadería de contrabando –muy difícil de frenar por parte de las autoridades–, un aumento del costo de intermediación, seguros costosos que lleva a que cada vez más productores no aseguren su producción –ya que se paga más y se recupera menos aumentando cada día la exigencia de las aseguradoras, lo que agrava aún más la situación del sector–.
Amodo de ejemplo un productor mediano antiguamente estaba entre 1 a 2 ha, en la actualidad está entre 3 a 4 ha y esta escala no tiene subsidio por parte del seguro del Estado que cobra el 100% de la cuota, por lo cual es imposible acceder al mismo.
Se constata que los productores no tienen capacidad de invertir en tecnología lo que lleva a que la productividad no sea de excelencia. Actualmente se toma la decisión de construir una estructura nueva (invernáculo) más que repararla o actualizarla, debido principalmente a los altos costos de la mano de obra.
De todas maneras, las aspiraciones del productor para poder aumentar los kilos por ha/ producto de nuevas estructuras, se ve limitado ya que un invernáculo metálico tiene un precio base de US$ 17 – US$ 80 dólares el metro cuadrado y estos costos no se pueden pagar por la realidad del sector.
Por otro lado, se constató que frente a una suba importante en un producto –por ejemplo, el limón– el productor que tiene capacidad prefiere importar, saca su buena ganancia, no toca su producción y no se dispara tanto el precio. Esto lo hacen los pocos productores que tienen esa capacidad de comercialización.
¿Quién nunca pierde?
Históricamente la horticultura no incide mucho en el PBI país, pero se caracteriza por un impacto social muy grande en la distribución de la riqueza y la generación de trabajo.
Entonces, dependiendo de la ruta comercial de la que se parta, tenemos un pase de mano de 6 a 7 veces, desde que sale el producto del establecimiento hasta el consumidor final. Esto hace que en la cadena se vaya generando valor y el productor perciba un margen muy pequeño del valor de compra del consumidor.
Cuando nos referimos al intermediario; este no invierte, no arriesga y siempre gana; todos son conscientes que los porcentajes de ganancia son mayores que los que percibe el productor, lo que muestra una injusticia en el mercadeo, ya que los márgenes de ganancia son siempre mayores para aquellos que comercializan frente a los que producen y arriesgan.
Por otra parte, se constatan diferencias entre los precios que reciben los distintos productores y que obedece a que aparecen 3 categorías; aquellos que solo producen, otros se dedican a producir y comercializar al por mayor y aquellos que producen, comercializan al por mayor y además tienen reparto a distintos puntos de ventas en la ciudad cercana (supermercados, minimercados, puestos, etc.). Este último escalón en general depende de la cantidad de integrantes de la empresa (de confianza o familiares directos) y se da más en la zona sur del país; no es habitual en la zona de Salto.
¿Qué provoca esta situación?
Productores endeudados, menos posibilidades de acceder a beneficios. Hoy en microfinanzas del BROU, se maneja en Salto no menos de 30 productores con mora (8 operaciones más complicadas, algunas con acuerdos de pago y 6 que no están aún en la categoría de “acuerdo de pagos”).
Si bien el Banco tiene la mejor voluntad de brindar facilidades, esto implica, de no cambiar otras variables, complicar y agravar su situación financiera y por ende la productividad.
Elevados costos productivos y mano de obra difícil de conseguir
A los elevados costos productivos se le suma una mano de obra difícil de conseguir por las políticas que se venían aplicando y considerada en general poco comprometida y de alta rotación.
Con respecto a los impuestos, estos se consideran muy altos, y en conjunto con los precios de alquiler de los puestos en las Unidades Agroalimentarias tanto en la UAM y las previstas en Salto, determinan que estas centrales queden en pocas manos, en los productores más fuertes, siendo muy difícil el ingreso de nuevos productores.
En el aspecto comercial se pudo detectar que algunas empresas de agroinsumos importan directamente desde China a precios muy convenientes que no se traducen en el mercado local, quedando enormes ganancias para los empresarios.
Si bien el mercado de frutas y hortalizas es uno de los más dinámicos y variables, en que la oferta y la demanda no son necesariamente su base, hay variables que inciden en el precio que recibe el productor –por ejemplo, la calidad–, que naturalmente y forma proporcionar requiere agroquímicos para llegar a las variedades híbridas que hoy se consiguen en plaza.
La otra variable que se expresó anteriormente como deficitaria es la mano de obra que tiene una incidencia directa sobre la calidad del producto. La tecnología ayudaría a reemplazar la mano de obra no calificada que actualmente existe pero acceder a ella es muy complejo.
La competencia visible entre compradores afecta de alguna manera el precio real que deberá recibir el productor.
En la recorrida por los productores se les consultó si servía vender a las grandes superficies (supermercados) y la respuesta fue un sí unánime, pero con condiciones dado que no todos están en condiciones de acceder a ese mercado. Se exige calidad y los pagos suelen extenderse mucho más allá de las posibilidades que productor puede esperar.
Expectativas sobre políticas en materia productiva
En la recorrida, naturalmente surgió la pregunta: ¿Qué expectativas tiene del actual gobierno en materia productiva?
La respuesta en general recoge este pensamiento:
“Durante estos dos años, no se han visto cambios ni ayuda por parte del gobierno a los pequeños productores, que en la anterior legislatura existieron; por ejemplo, proyectos de inversión en tecnología. Había expectativa en relación al mercado regional de Salto, pero se vislumbra que va a quedar en pocas manos que manejan grandes capitales, comerciantes mayoristas. Injustamente el gobierno ha brindado ayuda a las grandes empresas exportadoras y ha dado la espalda, una vez más, al pequeño productor que cumple buscando calidad y cumplimiento de normas sanitarias, impuestos, etc. etc. Siendo que el pequeño y mediano productor también brinda mano de obra, aporta y cumple con los impuestos, sin tener los beneficios de inversión que se les otorga a los grandes productores”.
Este comentario casi literal quiere expresar que la expectativa que se tiene de las autoridades del gobierno es muy alto, ya que la salida no pasa por una flexibilización bancaria sino por medidas de fondo que traigan aparejados cambios importantes en las variables que inciden en el sector.
Hoy el diagnóstico está hecho pero la decisión de tomar medidas sin lugar a dudas está en la órbita gubernamental. Esperemos la reacción que corresponda…
*Docente Universidad Católica del Uruguay /Facultad de Ciencias Empresariales
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