Falta mucho para estimar rendimientos, pero la siembra de arroz avanza a buen ritmo y el incremento de los costos por hectárea se estima que llegará a los US$ 2.100. Mientras tanto en el mundo hay señales de que el precio internacional podría aumentar.
Héctor Da Fonseca es técnico en administración de empresas pero se dedica a la producción de arroz, y aunque vive en Salto su establecimiento está ubicado próximo a La Charqueada, en el departamento de Treinta y Tres, lo que lo obliga a recorrer buena parte del país. “En época de siembra y cosecha me radico en el este y hasta acá vienen mi señora e hijos, y en el verano estoy en Salto”, contó.
Tiene 40 años y su primera zafra la realizó con 25 años luego de terminar sus estudios. Vinculado a arroz desde siempre gracia a su padre, hoy analiza los 15 años transcurridos con satisfacción: “Quise hacer mi camino, empecé plantando y me gustó. No es una actividad fácil y uno tiene que tenerla incorporada a su vida, asumiendo que cada año va a ser diferente, con picos buenos o malos y años promedio”.
“El arroz me ha permitido hacer otras actividades, algo de soja, algo de ganadería”, dijo a La Mañana; actualmente tiene plantadas 750 hectáreas, pero ha tenido 900, este año la disminución se explica por el déficit hídrico que ha golpeado a todo el país, incluso al arroz que tiene su sistema de riego.
Consultado sobre cómo observa el estado del cultivo en general, Da Fonseca, que compone la Directiva de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) en calidad de suplente pero desarrolla una actividad gremial activa, dijo que en este año “la siembra es atípica por dos razones. La primera, las escasas precipitaciones, y la segunda, las bajas temperaturas registradas, hace unos días hubo menos de dos grados”.
Respecto al déficit hídrico en sí, dijo que en la zona norte “algunos productores tuvieron que dar algún riego para emparejar los nacimientos”.
Agregó que “en el norte y centro las represas están llenas y lo que se riega por río está a capacidad llena; pero más hacia la zona de Treinta y Tres, Rocha y algo del norte de Lavalleja, con las represas como la India Muerta y de Corrales en Varela, la capacidad es del 60% o 65%, lo que hace que el área haya bajado en esa zona”.
“Ese porcentaje de algo más del 60% no es bueno para esta época del año. Los productores que riegan con esos sistemas ya saben que pueden plantar solo en relación al agua que tiene en la represa. El arrocero no planta pensando que va a llover, sino según el agua en la represa, es una cuenta matemática, se calculan los metros cúbicos de agua que se necesitan por hectárea y en función a eso decide”, explicó. Si el agua disponible baja, como este año, el área también.
El año pasado se plantaron en todo el país 163.000 hectáreas, este año la intención de siembre es de 159.000. Parte de esas 4.000 hectáreas menos es por falta de agua, el resto por la coyuntura del negocio. Parte de esa área que no se usará en el arroz se dedicará a la ganadería, soja u otro cultivo.
La reducción de 4.000 hectáreas en el total arrocero nacional “no es demasiado, pero donde más afectó el agua es en Treinta y Tres, parte de Rocha y el norte de Lavalleja”. Es una caída de área que a nivel de productor se siente, concretamente aquel que no pudo hacer toda el área para la cual tiene potencial.
En enero y febrero las chacras hicieron los laboreos de verano, el campo está preparado, pero la planificación se redujo porque falta agua en las represas. “Ahora esos productores están buscando alguna alternativa como sorgo o soja para aprovechar esos laboreos, y el que no quiera hacer cultivo de secano va a tener que esperar un año más”.
Rendimientos y heladas tardías
“El cultivo tiene sus etapas, una de ellas es la fecha de siembra y hoy la estamos logrando de buena manera, ahora tenemos que avanzar en la emergencia de esas plantas y en esa etapa ya estamos un poco más asociados al clima, que caliente un poco más y que las humedades estén disponibles para que nazcan sin problema”.
“Yo comencé la siembre el 24 de setiembre y recién hoy están emergiendo las primeras plantas, se les ve la línea y están aceptables. No están óptimas por el frío, están un poco amarillas, pero en calidad de planta estas primeas se muestran bien”, dijo Da Fonseca. Ese amarillo causado por el frío no es preocupante, el cultivo “va a recuperar su potencial, el arroz es un cultivo muy noble y te defiende, si el tiempo calienta y las condiciones son buenas, cabe esperar un buen rendimiento”.
Consultado sobre qué impacto y eventual daño puede tener la ocurrencia de nuevas heladas cuando entramos en la recta final de octubre, dijo que conversando con otros productores, estos “recuerdan algunos años con heladas incluso los días 25 o 26 de octubre”, por lo tanto no es un fenómeno inédito.
Costos y precios
Sobre los costos, que han tenido un comportamiento incierto dados los acontecimientos globales, Da Fonseca dijo que el aumento general sería hasta los US$ 2.150 por hectárea (15% más que la zafra pasada).
Los insumos han corregido sus valores a la baja, “pero los productores no los compramos ahora, los tenemos de antes y algunos como los fertilizantes ya fueron aplicados, y la mayoría ya tiene la urea en el establecimiento”.
Otro eslabón importante es el dólar que encarece costos por el tipo de cambio, tal es el caso del gasoil, la mano de obra y todos los asociados a logística, entre ellos los fletes de la chacra a la industria como de la industria al puerto.
El precio internacional del arroz “no tuvo su primavera como la soja que llegó a venderse en US$ 600. Frente a la suba de otros productos agrícolas, el arroz quedó planchado, pero eso podría cambiar porque han ocurrido ciertas cosas en el mundo que pueden impulsar la valorización del grano, una de ellas es la guerra Rusia – Ucrania, otra la sequía en Asia, la menor producción de arroz en China e India. Ninguna de ella es una buena noticia, pero podrían tonificar los precios”.
Una manera de abaratar costos importantes es concretar la hidrovía Laguna Merín para “salir por Brasil, lo cual abarataría la logística, que no solo es la salida de granos sino la entrada de fertilizantes, con Treinta y Tres y Melo convirtiéndose en polo logístico”.
Otro tema importante y que ACA ha manifestado “es que en el corredor Montevideo – Río Branco se habiliten tritrenes, con lo cual aumentarían las toneladas enviadas a puerto y eso abarataría costos”.
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