Las decisiones adoptadas el pasado mes de diciembre de 2021 en la COP26 en Glasgow, donde se marcó como objetivo convertir la década del 2020 en una década de acción y apoyo al clima ha generado opiniones contrarias en nuestro país.
El núcleo de decisiones consta de una serie de puntos dentro de los que se incluye el esfuerzo para aumentar la resistencia al cambio climático, frenar la emisión de gases de efecto invernadero y proporcionar la financiación necesaria para ambos proyectos. Los países desarrollados reafirmaron su compromiso de aportar US$ 100.000 millones a los países en desarrollo.
Entre las opiniones más destacadas sobre el tema en cuestión está la del Ing. Agr. Walter Baethgen, doctor en Ciencias Ambientales y vicepresidente del Instituto Nacional de Investigaciones (INIA), quien se expresó sobre la necesidad de bajar las emisiones del gas metano lo más rápido posible para evitar el efecto a corto plazo que pueda tener en la temperatura del planeta. Además manifestó que “las mayores emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector de la energía, pero si podemos bajar las emisiones de la ganadería mucho mejor”, dijo en declaraciones a El País.
Gerardo Amarilla: “El 90% de la producción de gas metano está vinculado a la ganadería”
Sobre la postura del Ministerio de Ambiente sobre el tema, La Mañana entrevistó al subsecretario de la cartera, el Dr. Gerardo Amarilla.
¿Qué nos puede decir sobre los compromisos asumidos en el encuentro de Glasgow?
En realidad, hubo dos acuerdos muy importantes que tienen que ver con el compromiso de disminuir la emisión de gases con efecto invernadero. El primero tiene que ver con el monte nativo y allí hay un compromiso de los países de tratar de evitar la deforestación. Ahí es que Uruguay tiene un compromiso importante a través del Ministerio de Ambiente para mejorar el 4% del monte nativo que tiene nuestro país, controlando la deforestación y viendo de poderlo ampliar usando zonas excluidas de actividades productivas.
El otro acuerdo tiene que ver con un compromiso a nivel global de una reducción de aquí al 2030 de un 30% de emisión de gas metano. Este se produce muchas veces por temas energéticos por las centrales de carbón, por el fracking, algunos vinculados a la agricultura aunque no es mucha la emisión y después están los vertederos de residuos a cielo abierto. Pero en nuestro país la mayor actividad donde se emite gas metano es en la ganadería. El ciclo de alimentación del ganado, el proceso biológico que lleva después al residuo de los animales con la emisión de gases es allí el compromiso que se asume. Es bueno aclarar que cuando nos referimos a la reducción de un 30% de la emisión no es a nivel nacional y si a nivel global. Según la actividad de cada país se pueden tomar medidas para reducir el nivel.
El Ing. Agr. Baethgen hizo declaraciones sobre apuntar a la reducción en los combustibles fósiles más que en el ganado, ¿qué opina al respecto?
En Uruguay el gran emisor de este gas es la producción ganadera. Al haberse firmado estos acuerdos y analizando si estuvimos bien o nos apuramos porque fue una decisión que se tomó en el medio de la Conferencia, debemos considerar que más allá de la emisión del fósil, Uruguay reduce en todos los rubros el porcentaje de metano, el 90% sigue estando vinculado a la ganadería.
Acá hay una oportunidad, junto con los productores, el INIA, el Instituto Clemente Estable y la Universidad, y es de trabajar para buscar innovaciones tecnológicas que contribuyan a mejorar la eficiencia. Si por cada kilo de carne producida somos más eficientes y avanzamos en el proceso de pasturas naturales que contribuyan al equilibrio ambiental y los animales ganen más peso en menos tiempo, podemos disminuir la emisión del gas metano. Si logramos incluir algún suplemento alimenticio ya utilizado en otros países que reducen el proceso digestivo del animal y mejorar la ganancia de peso en menos tiempo, podemos también disminuir la emisión de gases.
¿Cómo tienen pensado lograr esta meta?
Hay que trabajar en tecnología y no le pedimos esfuerzos a un solo sector, en este caso los productores, porque el Gobierno debe asumir su cuota parte de responsabilidad y todos juntos poder seguir produciendo más y mejor teniendo un mejor balance desde el punto de vista ambiental.
No es correcto responsabilizar a la ganadería de los problemas ambientales
El director de Información y Análisis Económico del Instituto Nacional de Carnes (INAC), Dr. en Economía e Ing. Agr. Pablo Caputi, dijo al programa La Voz de La Mañana (radio Oriental) que en cuanto al supuesto perjuicio que la ganadería causa al ambiente tiene su origen “en una confusión y una apresurada evaluación técnica del cambio climático”.
“El primer elemento de cambio climático que tuvo mi generación fue el llamado ‘agujero de la capa de ozono. Hace 30 o 40 años los científicos se dieron cuenta que aquellos elementos que usábamos como refrigerantes, los llamados clorofluorcarbonados utilizados en heladeras y otros artículos, emitían gases que se iban a la atmósfera, se localizaban y agujereaban la capa de ozono que nos protege de la radiación ultravioleta”. A partir de entonces se dejaron de usar bronceadores y aceites para pasar a usar protectores que fueron subiendo su potencial de acción “y ahora prácticamente llegamos a bloqueadores solares”.
Caputi dijo que apelaba a esa referencia porque “esa sí fue una evidencia científica ambiental en relación con la salud. Fue sólida, firme, bien trabajada. Se eliminaron los clorofluorcarbonados como posibilidad de refrigeración y ahora tenemos heladeras ecológicamente correctas”.
Pero con el metano que generan las vacas la experiencia de la FAO “no es tan buena”, señaló. En 2006 la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) presentó un trabajo titulado “La larga sombra del ganado” en el que “erróneamente afirmaba que la ganadería era responsable del 18% de los gases de efecto invernadero, mucho más que el transporte que era cerca del 14%”.
Ese cálculo de la FAO “estaba mal hecho” y “quienes trabajamos en esto reclamamos, en particular la Universidad de Davis (California, Estados Unidos), en especial el Prof. Frank Mitloehner, que es asesor y también trabaja con Uruguay. En 2010 la FAO reconoció el problema y en 2013 recalculó y aquel 18% se transformó en un 14%. Nosotros creemos que cuando se haga bien la cuenta que es científicamente compleja, ese número va a seguir cayendo porque el metano, que es el principal problema, en realidad cicla y se degrada muy rápidamente a diferencia del CO2”, acentuó.
En resumen, “hubo una apresurada evaluación de la ganadería al señalarla como responsable y la ciencia está demostrando que el problema son las energías fósiles y la solución es cambiar nuestra matriz energética hacia un sistema ecológicamente sostenible”.
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