En la primera edición de Agro en Punta Expo & Business, el vicepresidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), doctor Walter Baethgen, expuso sobre los gases de efecto invernadero y la ganadería.
El doctor Baethgen dijo que, a pesar de las evidencias, la ganadería es presentada como la mala en mundo urbanizado, en el que el noventa por ciento de las personas vive en las ciudades y está cada vez más lejos del proceso de producción de alimentos.
El especialista indicó que cuando se menciona el “efecto invernadero, enseguida se piensa en algo malo, pero el efecto invernadero es lo que permite que haya vida en el planeta” y consiste en el mantenimiento del calor que “cuando va a escapar a la atmósfera se encuentra con algunos gases que son como el techo de un invernáculo, que absorben ese calor y lo vuelven a emitir. Sin ese efecto invernadero natural no podría haber vida en el planeta”.
“El problema está en el efecto invernadero aumentado, y eso se debe a que en los últimos 250 años la actividad humana generó muchos de esos gases, con la capacidad de atrapar calor y volverlo a emitir, al punto de que estamos en un planeta que, si fuera un invernáculo, tiene el techo de vidrio más grueso, atrapa más calor y modifica el clima del mundo”.
Baethgen agregó que “no importa tanto que la temperatura aumente de cero a cinco grados cada cien años, lo que importa es que eso desestabiliza el clima y entonces hay más sequías, más inundaciones, más zonas de calor”.
Por tanto, “el primer efecto del cambio climático es el efecto invernadero aumentado, y si nos importa el cambio climático la primera pregunta es de dónde salen los gases con efecto invernadero”, planteó.
El origen de esos gases, “en casi el 75 por ciento, viene del sector energético, de la quema de combustibles fósiles; y si en verdad lo que nos importa es el cambio climático, no nos distraigamos con cosas que en la suma representan la cuarta parte de las emisiones; concentrémonos en ese 75 por ciento”.
Pérdidas fugitivas de metano
Baethgen explicó también qué son las pérdidas fugitivas de metano: “Cada vez que se abre una mina de carbón, antes que la gente ingrese a trabajar, hay que ventilarla” por la acumulación de metano. Además, “cuando se abre un pozo de petróleo hay un escape de metano que sigue saliendo mientras se explota el pozo”. Y la tercera pérdida fugitiva se da en las tuberías, “desde el yacimiento de gas natural hasta nuestro hogar. Todas las tuberías tienen pérdidas”.
En los tres casos, “son pérdidas por ineficiencias, que la industria debería reducir hasta por un motivo económico”. La suma de las pérdidas fugitivas de esas tres fuentes da “el 6,8 por ciento del total de emisiones de gases de efecto invernadero”. En contraste, “todas las vacas del mundo emiten un poco menos que eso. Solo las fugas del sector combustibles fósiles son mayores que el metano de todas las vacas del mundo”.
El ciclo en la actividad ganadera
Ingresando en el sector productivo ganadero, Baethgen dijo que el vacuno “come el carbono que está en el pasto y lo transforma en proteína, en grasa y hueso, pero hay una parte que se pierde como metano”, que “a los diez o quince años se oxida y pasa a dióxido de carbono, que vuelve al ciclo de la fotosíntesis”, a ser parte de una pastura que la vaca vuelve a consumir. Por tanto, en ese ciclo, “no hay una entrada ni generación de carbono nuevo y eso es importantísimo”, remarcó.
Con el combustible fósil pasa algo distinto: “En el subsuelo hay lugares en donde el carbono estuvo millones de años y un día comenzamos a liberarlo e ingresamos carbono nuevo, no es el mismo carbono reciclado”.
Cuando se quema un bosque tropical “pasa una cosa parecida”, porque ese carbono que estaba en una masa enorme de árboles, cuando estos fueron cortados o prendidos fuego, se libera y entra al ciclo del carbono en que antes no estaba”.
“El número que nos tiene que importar son las entradas netas: diecisiete millones de toneladas de metano por año”, precisó.
Lo que se puede hacer desde el agro
Por otra parte, Baethgen dijo que “hay mucho por hacer también en el sector agropecuario”, bajando las emisiones netas, y eso se logra “reduciendo las emisiones o lo que hay en la atmósfera”.
La emisión se reduce “atacando el 75 por ciento, descarbonizando las economías, usando energías renovables. Uruguay es un ejemplo en el mundo, casi el cien por ciento de la electricidad es renovable, más del sesenta por ciento de la energía es renovable. Ese es el camino”.
“Eliminar la desforestación, el buen manejo de campo natural, de pasturas, la agricultura conservacionista, la ganadería regenerativa”, todo eso es reducir emisiones. “Lo otro interesante es cómo capturo o cómo limpio la atmósfera. Lo hago secuestrando carbono con el manejo, con buenos sistemas agropecuarios o aumentando la forestación”.
La mala imagen de la ganadería
El vicepresidente del INIA dijo que “la imagen de la ganadería en el mundo es mala”, y en esa percepción tal vez tenga que ver la urbanización de la humanidad: “Yo creo que el mundo está cada vez más urbano, el noventa por ciento de la gente vive en las ciudades y está cada vez más lejos del proceso de producción de alimentos”. Cuando a esa persona le dicen que la vaca contamina y lo mejor es no comer carne, “como está lejos del proceso, cree eso con facilidad. Además, cree que en el mundo hay un sistema de producción ganadera y lo asocia a la quema del bosque tropical para poner pastura y comenzar a producir”.
Pero “¿qué pasa con los sistemas donde hay ganado y herbívoros desde hace seis u ocho millones de años? Esos herbívoros, junto con los fuegos naturales, fueron los que hicieron que esos paisajes se mantuvieran como pasturas naturales”, aseguró Baethgen. “La pregunta que tenemos que hacernos es qué es lo natural en Uruguay, ¿qué es lo que había hace seis u ocho millones de años? Había herbívoros. Esa es una cosa para pensar”.
TE PUEDE INTERESAR: