El agro es referido continuamente a través de varias falacias vinculadas a un clima de opulencia propia y egoísmo hacia la comunidad. Todo ello dirigido a minimizar su importancia e impacto en la vida del país, lo que causa cierto rechazo de la población urbana hacia la agropecuaria. En momentos en que la tendencia mundial es al aumento del precio de sus productos y por tanto de su rentabilidad, muchos se preguntan si su contribución a la sociedad es adecuada. Trataremos de señalar algunos elementos que normalmente no son tenidos en cuenta.
La recaudación publicada por la oficina respectiva del gobierno muestra cifras del orden de 250 (2016) a 340 (2013) millones de dólares en el último decenio, la cual luce como pobre comparada a su desempeño. No obstante, juzgar el producto agropecuario (y los impuestos vertidos) únicamente por su PBI sectorial omite la consideración de una serie de producciones que solo existen en función de la agropecuaria. Además, tanto agro como agroindustria demandan para funcionar transporte, comunicaciones, servicios financieros y gubernamentales, reparaciones, metalúrgicas, energía, enseñanza, salud y tantas cosas más. La porción de las mismas que corresponda debería ser agregada a la importancia y tributación de origen agrario.
La actividad está además gravada por una serie de normas que no puedan ser descriptas como “impuestos” en el sentido tributario. Es posible detectar alguna de ellas y cuantificarlas en tanto se vierten, o bien al gobierno o bien a otros sectores de la sociedad. Aquí solo se busca mostrar conceptos y no encontrar valores.
Deben tomarse en cuenta contribuciones directas como INIA o indirectas como INAC, LATU y SUL. También la incidencia de una serie de servicios provistos por el Estado al agro, la industria, el transporte y los exportadores cuando procesan y exportan productos agrarios. La electricidad, los combustibles, las comunicaciones, los seguros de accidentes de trabajo son casos claros pero no los únicos. Todos ellos implican mayores costos que luego se derivan hacia el producto primario que se adquiere para su transformación o exportación. Referido al combustible (y diría en general a la energía) es posible calcular el precio por encima de los países competidores o el precio de equilibrio que el mercado fijaría en competencia.
Una vez más corresponde aquí considerar consumo del sector agropecuario a todo aquel que se origina en el mismo, aun cuando lo pague finalmente el transportista o quien procesa los productos. La famosa frase de que “del cuero salen las correas” se aplica en su totalidad. Es así que cálculos de CPA Ferrere (2017) cuantifican en un 40% del gasoil del país, aquel consumido a instancias de la actividad agraria.
Algunos cálculos efectuados por el suscripto años atrás daban que entre 2011 y 2016 se vertieron entre 114 y 190 millones de dólares anuales en ineficiencias y fideicomisos, de los cuales entre 38 y 55 millones de dólares se destinaron al subsidio del boleto urbano. Los restantes 60 a 150 millones de dólares son directa responsabilidad de malas políticas e ineficiencias, que solo se revertirán con una adecuada desregulación del mercado y con cambios legales de importancia. Solo este tema del combustible incrementa el aporte a la sociedad del agro en el orden del 50%.
¿Y con el tipo de cambio qué?
Los Índices de Tipo de Cambio Real Efectivo reflejan la relación entre precios de nuestros socios comerciales respecto a los domésticos. El promedio 2000 a 2021 del tipo de cambio explicitado es de 133, en cambio actualmente (dic/21) es 103. Validando dicho promedio (21 años) como si este fuera un valor “normal”, el actual estaría subvaluado en el orden de algo más del 20%.
En resumen, el dólar le sale 20% menos a los importadores, los bienes importados le salen ese % menos a los consumidores y el fruto de su trabajo les significa del orden de 20% menos a los exportadores (en este caso al agro). Esto se llama atraso cambiario y se ha incrementado en los últimos meses.
Es posible, pero probablemente no es necesario para su comprensión, calcular qué es lo que los productores de bienes transables agropecuarios transfieren anualmente a los restantes actores de la sociedad. Para ello solo hace falta comparar con el volumen total de las exportaciones de este origen.
Así considerado, cuando se anexan estos y otros efectos, cae la falacia de que el sector paga pocos impuestos.Sincerarse sobre toda esa contribución es parte de lo que el país le debe al sector agropecuario.
*Ingeniero agrónomo, economista agrícola
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