La falta de precipitaciones en el norte del país ha dificultado los cultivos y la ganadería, afectando todos los trabajos conexos que esas actividades generan y que son el principal motor de la zona, dijo el alcalde de Tomas Gomensoro.
La falta de precipitaciones pende sobre la producción a cielo abierto como una amenaza permanente y de difícil solución, siempre fue así y desde muy temprano en la historia de la civilización al ser humano le hubiera gustado controlar los eventos meteorológicos para que acompañen sus principales actividades, esto es la producción de alimentos.
En la antigüedad las distintas civilizaciones y pueblos tenían sus dioses de la lluvia, alguien o algo en lo que depositar toda la confianza humana cuando los cultivos se secaban y los ganados se morían por falta de agua. Hoy la tecnología y los avances en las investigaciones hablan de la siembra de nubes como una posible forma de generar lluvias, pero no ha resultado ser un método eficiente y mientras las investigaciones continúan la prevención y la instalación de pozos es la única solución efectiva, independientemente de la fe que cada uno practique.
Federico Arbiza, alcalde de Tomás Gomensoro, Artigas, dijo a La Mañana que ese departamento está pasando “por una crisis hídrica muy grande” cuya afectación supera la última gran seca ocurrida en 2017 que “fue puntual de 2 o 3 meses, pero ahora las lluvias han sido muy pocas lo que impactó directamente las actividades agrícolas y ganaderas” que son fundamentales para el departamento, en Tomás Gomensoro y la zona de influencia de esa localidad.
“La falta de agua ha hecho que se abandonen muchas chacras arroceras porque las represas están agotadas, no hay agua, tampoco pasto, y eso preocupa a los agricultores y ganaderos”. En el caso puntual de los arroceros, “el año pasado se abandonó el 30% de las chacras por falta de agua, y este año tuvieron que abandonar el 60% de las chacras. Hay arroceros de 200 hectáreas que hoy tienen sólo 50 y eso es una pérdida total para nosotros”.
Uruguay ha registrado lluvias generales en todo el territorio, “menos en Artigas, no hemos agarrado nada de lluvias, los anuncios son para fin de mes y de precipitaciones muy escasas. Precisamos 300 o 400 mm para poder restaurar las represas y tajamares, y así volver a plantar”.
El arroz genera mucho trabajo por unos meses, pero “al haber pocas chacras el trabajo se reduce tanto en el campo como en los molinos”. Una zafra mala perjudica al productor y a todos los trabajadores que desarrollan actividades conexas.
Lo peor es que a la caída del área del año pasado se suma la de este: “Los arroceros que van terminando están con las represas secas y eso se extiende a todo el resto de la actividad porque el campo es lo que mueve todo. Estamos con una dificultad tremenda porque también se afecta a otros cultivos”.
La ganadería tiene otras perspectivas
Respecto a la ganadería, Arbiza dijo que es un área de trabajo que “también está sintiendo y sufriendo la falta de precipitaciones”.
“Lo único alentador son los precios que están a tope, los frigoríficos están cargando todo y los del sur que están bien por las lluvias están comprando mucho. Eso es alentador porque permite vender bien”, y esa es una forma de quitar presión a los campos.
De todas formas, cada productor “tiene que pensar dos veces qué hacer con su ganado. Ya estamos casi en marzo y tenemos hasta abril para ver si llueve, tiene que llover bien en abril para que venga un poco de pasto y esperando que no haya heladas tempranas porque ahí nos quedamos sin pasto” y se compromete el alimento del invierno.
“Los ganados hoy están sentidos y ante la posibilidad de que les falta pasto en invierno conviene venderlos ahora que están a buen precio, porque guardarlos implica más gasto en comida durante los meses fríos”, dijo. “Cada productor deberá pensar y evaluar cómo manejará su establecimiento pero esas son cosas que se deben pensar y analizar”.
Las soluciones de fondo las tiene que tomar el productor
La voluntad del Municipio es ayudar, pero sus ayudas son puntuales y de corto alcance, las soluciones de fondo las tiene que tomar el productor.
La semana pasada el alcalde y los productores de la zona se reunieron con el director departamental del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Allí se expusieron los problemas y se trató la falta de agua, la escasez de la ración y los préstamos que puede dar el BROU con los plazos acordes a la situación.
Pero no sólo es conversar y exponer diagnósticos de una realidad conocida y vivida por todos, sino hacer lo que está al alcance de las autoridades. En ese sentido la Intendencia de Artigas “dio partidas a pequeños productores para la compra de ración y algún bebedero, también puso una máquina para limpiar tajamares”, una tarea que la ejecuta el Municipio de Gomensoro que ya ha limpiado unos 30 tajamares.
Otra actividad paliativa que se está desarrollando es la de apoyar a pequeños productores con agua. “A aquellos establecimientos que no han podido hacer un pozo y que se quedaron totalmente sin agua, le llevamos el camión de Bomberos o el camión cisterna de la barométrica” para que el ganado tenga que beber, pero “todo lo que podamos hacer es limitado, es una ayuda no una solución definitiva”.
Respecto a los pozos de agua, Arbiza consideró que es la mejor solución porque “durante 15 o 20 años elimina el problema” y la inversión es razonable: Son 90 dólares el metro y el agua comienza a salir a los 50 metros, “o sea que son 5 o 6 mil dólares, pero al precio que esta el ganado hay productores que podrían sacrificar 10 u 11 vacas y les da para hacer el pozo, comprar 2 o 3 bebederos y ponerle cañería. Es una inversión que da tranquilidad y el productor ya no tiene que andar como ahora con las tarrinas en los vehículos, cargando agua para darle al ganado”.
Hay otro tema y es que aquellos productores que tienen un tajamar, por la falta de agua éste se reduce y el ganado ensucia el agua que después toma. A diferencia de eso “el pozo ofrece agua de calidad y eso también se nota. Es una buena inversión y el BROU tiene créditos para eso”, señaló.
Otra solución en la que trabajó el Municipio es la de contar con un campo de 120 hectáreas para que los ganados puedan pastorear allí y no en la calle. “Es un campo del Estado que estaba sin usar, lo conseguimos para el ganado de los pequeños productores, y eso ayuda aunque es una solución temporal”.
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