¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y sus ancas
relucientes y sus cascos musicales…
(José Santos Chocano)
El tan manido dicho de que “la Patria se hizo a caballo” no deja de reconocer la verdad verdadera de una historia donde el hombre y el animal se identificaron, ya sea para la prosa del trabajo como para protagonizar la epopeya de la independencia.
El jinete de a caballo en casi todas las partes del mundo -sobre todo en esas zonas que giran en torno a las economías centrales- es un refinamiento costoso de las clases de posibles. Deportes como salto hípico, polo, etc., con la excepción de las carreras que abarcan todos los rangos sociales.
En Uruguay en cambio y, se podría agregar en toda el área de influencia que cubre la llanura platina, el caballo se identifica con las mejores tradiciones populares, siempre insertadas en el cerno de lo nacional.
Sin pasar revista a los monumentos ecuestres que pululan en todas nuestras plazas, el imaginario de nuestra gente no concibe ninguna gesta patria, que no lo tuviera de protagonista al caballo como figura inseparable de nuestros héroes. Hasta el escudo nacional lo exhibe como uno de sus cuatro iconos…
Sin ánimo de hacer una antología, reproducimos algunos pasajes literarios, de algunos destacados poetas, que evocan con cariño a este fiel compañero de nuestro hombre, tanto en la guerra como en la paz.
Arrancamos estas citas con el peruano José Santos Chocano, el mismo que propició la candidatura de Juana de Ibarburu a título de “Juana de América”. Este era el motivo con el cual la recitadora Berta Singerman deleitaba a su auditorio en los buenos tiempos del Teatro Solis.
“Se diría una epopeya/ de caballos singulares,/ que a manera de hipogrifos desalados/ o cual río que se cuelga de los Andes,/ llegan todos,/ empolvados, jadeantes,/ de unas tierras nunca vistas/ a otras tierras conquistables;/ y de súbito, espantados por un cuerno/ que se hincha de huracanes,/ dan nerviosos un relincho tan profundo/ que parece que quisiera perpetuarse…/ Y, en las pampas sin confines,/ ven las tristes lejanías y remontan las edades,/ y se sienten atraídos por los nuevos horizontes,/ se aglomeran, piafan, soplan… y se pierden al escape;/ Detrás de ellos una nube,/ que es la nube de la gloria, se levanta por los aires…”
También queremos agregar al fundador del Partido Socialista Uruguayo, don Emilio Frugoni, que evaluó muy de cerca la importancia de este noble animal, cuando participó de la Guerra de 1904 como combatiente colorado, y en su libro dedicado a los caballos, en el poema “Exordio” expresa: “El Uruguay nació a caballo./ Caballos lo rodeaban cuando abrió ante la vida/ la mañana curiosa de sus ojos de fuego,/ en la agreste región de tierra virgen/ poblada de millones de reses trashumantes,/ selva de guampas chúcaras/ que el caballo guiaba/ o vigilaba en ágiles tropillas/ de inquietos potros…/… Y así viene del fondo de los tiempos/ esta hermandad del gaucho/ con el caballo que lo complementa…”
Y Osiris Rodríguez Castillos, haciendo una elegía al caballo viejo que se muere, en su poema “Matungo”: “…Nadie pondera tu pelo/ pero vos fuiste caballo/ de manear con el pañuelo/ de enlazar y fiarte el lazo;/ comedido en las apartes, pechador de toros bravos,/ velay tu aliento, tu rienda,/ tu lindo galope largo…/ Velay, qué sino parejo/ tienen matungo y cristiano!”
Serafín J. García, poeta oriundo de Vergara y policía de campaña, en su canto al “Matrero”, cuya estampa él la ve inseparable del caballo: “Resueyo del monte cuajao en coraje./ Altivo aletaso de la libertá…/ Pa vos lució el alba sus pilchas rosadas;/ pa vos abrió flores punsó el sucará;/ por vos muchas noches la luna, mimosa,/ en l’anca’e tu flete se vino a sentar…”
Y por último, cerramos con el llanto de Atahualpa Yupanqui, a su flete accidentado, “El Alazán”: “Era una cinta de fuego/ Galopando, galopando/ Crín revuelta en llamaradas/ Mi alazán te estoy nombrando…/ Si como dicen algunos/ Hay cielos pal’ buen caballo/ Por ahí andará mi flete/ Galopando, galopando…”
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