La situación que los departamentos de frontera vienen sufriendo desde hace unos años, en lo que refiere a la enorme diferencia de precios que hay tanto con Brasil como con Argentina, pone en evidencia la necesidad de implementar políticas que fomenten una verdadera política de desarrollo, que incentive el crecimiento.
Los productores hortícolas de Cerro Largo se encuentran en una situación de desprotección ante el creciente descontrol que provoca el contrabando de frutas y verduras que ingresa por Brasil, con sus precios hasta un 40% más bajos. Es por ello, que cuando salen a comercializar sus productos tienen que adecuarse a los precios de referencia de Aceguá, de lo contrario les es imposible ser competitivos
Por otra parte, a la hora de hacer la cuenta, no solo están presentes los costos de producción o el valor del dólar, sino que además están los costos de mano de obra. De hecho, cuando los laudos correspondientes al sector de la granja en nuestro país rondan los $ 26.400, del otro lado de la frontera son apenas de $ 11.000 de acuerdo a la conversión peso-real.
Alfredo Olivera es un productor hortícola que explota un predio de 15 hectáreas entre las rutas 26 y 44 a 7 kilómetros de la ciudad de Melo. Para él “los malos políticos y las malas políticas” son los grandes responsables de esta situación.
Dijo haber participado durante el gobierno anterior en instancias de la comisión de ganadería del senado, donde pudo ver cómo al sistema político no le interesa el verdadero combate al contrabando. Y por eso considera que este departamento tiene un problema para crear fuentes de trabajo genuinas.
Una de las mediciones sobre los niveles de desempleo en ese departamento son las convocatorias que hace cada vez que su emprendimiento necesita mano de obra para alguna tarea en particular. La ultima de ellas fue hace unos días cuando necesitaba mano de obra para transplantar cebollinos y aunque solo requería unas quince personas, hubo hasta cuarenta interesados en obtener el trabajo.
La intendencia de Cerro Largo y el frigorífico local son los dos lugares donde se concentra el mayor numero de asalariados en ese departamento del norte. Olivera indicó que la intendencia da mucho trabajo y utilizando ese discurso “no hago nada, no jodo, prometo y gano”, se van acumulando funcionarios que después ganan “dos pesos” y la gente “se conforma con eso”.
El productor centralizó su critica en la falta de políticas que apuesten “a un desarrollo laboral”. Desde siempre la horticultura ha sido una opción periférica porque no se la “visualiza” como un rubro que puede aportar mucho en la generación de mano obra.
Contó que, desde antes de la crisis de 2002, ya un ministro de estado les había advertido que Canelones y Salto seguirían siendo los centros de producción de estos rubros y que Cerro Largo no aparecía en esos planes.
Cuando una guerra descubrió el maní de Cerro Largo
Finalizaba febrero de 2022 y la invasión de Rusia en Ucrania traería sus coletazos en poco tiempo sobre la producción de maní de Cerro Largo, aunque la mayoría del país no sabía que existía. Brasil que era el principal abastecedor de esta legumbre en el mercado ucraniano se quedó sin cliente y Uruguay se llenó de maní del país norteño. Obviamente a precios más bajos. Los principales perjudicados por este escenario fueron los productores de la 5ª sección de Noblía y los del Paraje Sarandí de Barcelo.
Como muchas veces suele suceder en este tipo de situaciones, la cobertura periodística que puso de manifiesto esta problemática, provocó que las autoridades de la Junta Nacional de la Granja y de la Dirección General de la Granja tomaran cartas en el asunto “y empezamos a tener no solo visibilidad como horticultores (…) sino que nos empezaron a dar muy buen apoyo”.
No solo se solucionaron las dificultades de los productores de maní, sino que fue una oportunidad para que se registraran como productores ante el Ministerio de Ganadería. Actualmente gracias a esa dificultad se conoce que en Cerro Largo se producen entre 150 y 200 toneladas de maní cada año.
Olivera se lamenta de la falta de recambio generacional que provoca cada vez menos productores en su departamento. Los más importantes por sus dimensiones ya se jubilaron. El rubro no es atractivo por la competencia desleal de la frontera con Brasil y “eso no te hace competitivo ni te entusiasma”.
Una mala cuenta en la calculadora
Alfredo junto a un amigo con el cual recorrieron el camino de la horticultura juntos hasta 2002, pasó por varias etapas hasta que vio que le gustaba su relación con la tierra. Su introducción en el rubro la definió como “una mala cuenta en la calculadora”.
Egresado de la Escuela de la Construcción de Montevideo se formó también como ayudante de ingeniero civil. Incursionó en la vida militar, prestó servicios en una División en Cerro Largo y como las cosas no fueron como las pensó, dejó la institución castrense para dedicarse a la construcción. Las vueltas de la vida hicieron que cayera en una chacra que les perteneció a sus abuelos y en el verano de 1999 luego de hacer varias cuentas optaron por empezar a producir lechugas. La crisis financiera de 2002 fue un punto de inflexión para la sociedad que finalizó su actividad y como Alfredo reconoció a La Mañana fue en ese momento que “le agarré amor a la tierra y me quedé”.
El camino en esos comienzos fue tortuoso. Aunque su socio se había preparado en producción agraria ganadera y por ende conocía algo más sobre las tareas en la tierra, nada conocían sobre el rubro. De a poco fueron conociendo más sobre el sector, preguntaban para evacuar las dudas, participaban en grupos hortícolas, recababan información y pedían consejos a otros productores con un camino más avanzado. Antes de la crisis de 2002 instalaron su primer invernáculo que lograron comprar a través de un financiamiento de Cofac. Alfredo no recuerda si alcanzaron a pagar la primera cuota que se había fijado con un precio de dólar a $ 11 cuando se disparó hasta alcanzar $30.
Las secuelas de una seca histórica
Las primeras ventas las hicieron en una feria en la ciudad de Melo y a través del peregrinaje en los almacenes de la ciudad. Con el tiempo fueron incorporando productos y de la lechuga, tomate y acelgas originales se le sumaron ajo, boniato, cebolla, zapallo, frutilla “un poquito de todo como para el día a día”.
El año pasado la seca les produjo una mala experiencia con su primera producción de papas, que definieron no continuar debido a los altos costos que implica. Ya con un escenario de buenas lluvias y los tajamares repletos, por estos días se hace a planificación de las producciones de primavera y verano. El productor reconoció el aporte importante de la Dirección Nacional de la Granja y la Junta Nacional de la Granja para salir adelante luego de las secuelas que dejó la seca del año pasado.
A raíz de estos aportes, el emprendimiento introdujo maquinaria que le servirán para mejorar las condiciones productivas. Además, obtuvieron créditos para “volver a plantar” porque no había nada. La falta de lluvias derivó en la pérdida de 9 hectáreas donde se debieron haber cosechado papas, sandías, melones, boniatos y zapallos. Además, se quedaron sin agua para el riego de las lechugas, uno de los puntos fuertes de cada época estival.
Hoy cuentan con el Mercado Agrícola Familiar, una cooperativa con muy buenas estructuras abierta al público los siete días de la semana. Aunque está integrada por seis socios, también participan 40 emprendimientos locales distintos y complementarios. En el lugar se ofrecen frutas y verduras, dulces, mieles, huevos, quesos, artesanías en conservas, maní. La edificación que tuvo un costo de US$ 30 mil tuvo el respaldo de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, la Sociedad Fomento de Cerro Largo, la intendencia, la facultad de agronomía y los ministerios de Ganadería e Industria. Esta ultima cartera donó una cámara de frio y a través de un proyecto salieron favorecidos por nuevas tecnologías para el lavado de hortalizas y una descoladora de cebollas.
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