Una de las grandes mentiras que se repiten en el mundo y que muchos dan por cierta sin ni siquiera informarse al respecto, es que el sector agropecuario es uno de los grandes responsables de la emisión de gases de efecto invernadero.
En España, la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, puso atención en el hecho de que mientras actividades económicas y productivas detuvieron sus tareas como consecuencia del aislamiento social debido al coronavirus COVID-19, no así la industria de la alimentación que sigue trabajando a pleno, y sin embargo se registra una espectacular reducción en las emisiones contaminantes, un hecho que demuestra que el “sector agroalimentario no es el mayor responsable de la contaminación atmosférica”, señala la institución con sede en Madrid.
Ya en el título del texto publicado en la web Unión de Uniones (y que tomamos para ésta nota), se destaca que “el coronavirus ha puesto en evidencia que la agroalimentación no es la culpable del cambio climático”.
Añade que “los datos publicados por diversos estudios en los que se destaca una reducción de emisiones en los últimos 15 días demuestran que el sector agroalimentario – a veces excesivamente criminalizado – no es el mayor responsable de la contaminación atmosférica”.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) sobre la evolución de emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) en las principales ciudades españolas, resalta la reducción del 64 % mientras que la agricultura y la ganadería han seguido su actividad, afirma.
El estudio deja en “evidencia la reducción de emisiones de NO2” entre el 10 y el 14 de marzo, y el 15 al 20 de marzo como “consecuencia de las medidas impuestas por el gobierno relativas a la limitación de la movilidad de los ciudadanos”. El NO2 tiene como “fuente principal” el transporte y “representa un 82,3 % del total de las emisiones estatales” afectando “directamente a la calidad del aire, principalmente de las ciudades”.
Por otra parte, el 13 de marzo la Agencia Espacial Europea publicó imágenes que constatan “la importante disminución de las emisiones de dióxido de nitrógeno en Italia” lo que “empezaba ya a apreciarse claramente en España”, afirma la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos.
En España, el transporte emite, además del NO2, dióxido de azufre (SO2) en un 99,2 %. Este último es un “potente contaminante atmosférico producido por la combustión de combustibles fósiles. Asimismo, el transporte representa el 26,1% del total de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) estatales – particularmente en forma de dióxido de carbono (CO2) -, las cuales contribuyen significativamente al calentamiento global y mantienen un ritmo ascendente desde 2012”.
En contraste con los datos expuestos, el sector agrario español “sigue manteniendo su actividad en estos difíciles momentos” y sólo “emite el 11,6 % de las emisiones de GEI, menos de la mitad de lo que emite el sector transporte y con una función estratégica en el suministro de alimentos”.
Ayer la revista española Cambio 16 recordó que la española Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistema (IPBES) señaló que la agricultura y la ganadería eran el primer impulsor en la extinción de especies y grandes responsables de la emisión de gases de efecto invernadero.
Un año después, el COVID-19 ha dejado en claro dónde está el mayor peligro ambiental, por supuesto que no en la agropecuaria. Tuvo que llegar un virus nuevo para poner las cosas en su lugar.
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