En el número pasado La Mañana le dio amplia difusión a la preocupación de los productores arroceros reunidos en Asamblea Extraordinaria en INIA Treinta y Tres el pasado 27 de junio. Y nosotros, como medio de prensa que tradicionalmente operó como eco de la problemática agropecuaria, hicimos algunos comentarios generales con el objetivo aproximar a nuestros lectores, a un tema que agrega justificada preocupación a la ya existente, frente al creciente deterioro del país productivo.
Conviene reiterar el celo con que los directivos de Asociación Cultivadores de Arroz (ACA) se vienen movilizando en este tramo final, que amenaza con colapsar uno de los sectores más eficientes a nivel mundial y que le reporta año a año un importante ingreso de divisas a la sociedad. Y a la hora de hacer el balance – finalizada la cosecha- todos sintieron la frustrante sensación que deja el constatar el agravamiento de la situación. Ni siquiera se percibe la luz de un candil en esta oscura penumbra del túnel en que se está sumido…!
Nobleza obliga a reconocer, que en este tramo final, el BROU accediendo a los reiterados planteos de la ACA ante el Gobierno, ha lanzado un paquete de medidas que bien podría ser una primera señal de reconocimiento de la dramática situación a que ha llegado un sector productivo que “durante cinco cosechas consecutivas la rentabilidad le ha sido negativa por falta de competitividad…” Y teniendo en cuenta que “…el sector arrocero constituye un sector estratégico de la producción nacional”…como concluye el Presidente de la República, Dr. Vázquez en su carta al Presidente de ACA Alfredo Lago.
En una circular que todavía no ha sido bien digerida por las diferentes agencias del BROU, se autoriza a que la amortización de préstamos y los saldos impagos “se reestructuren en un período de 4 años”… Se desprende claramente que el espíritu del paquete de medidas adoptadas es fundamentalmente un paliativo financiero a la adversa coyuntura y que por lo tanto la utilización de las mismas no va a acarrear ninguna de las habituales sanciones (banco-centralistas), como ser disminución de la categoría del usuario con la consiguiente suba de la tasa de interés, o la restricción de créditos futuros. Llama la atención sin embargo, que no se mencione la reducción de hasta 2 puntos porcentuales menores a las vigentes un año atrás, de la tasa de interés en la concreción en este operativo.
Pero estas medidas financieras adolecen de un problema: llegan tarde y solo contemplan a los que operan con el Banco República, que hoy desgraciadamente son menos de un tercio del universo de los productores. Lo primero no tiene ya solución, lo segundo sí, si se universaliza el criterio de auxilio como se instrumentó en nuestro país en 1985. O, si se aplica un paquete similar al de la “secularización” que se está implementando en Brasil, o como la medida adoptada en Paraguay – en estos días – de hacer extensivo un paquete que comprometa a todos los bancos (e industrias) en el salvataje de los productores asfixiados.
Si seguimos aferrados a la sacralización de la banca no avanzamos ni revertimos a esta penosa situación.