La mayor parte de la producción está perdida, los rendimientos cayeron estrepitosamente y los costos siguen firmes. Las expectativas están puestas en las siembras que comenzarían en los próximos días, esperando que algo se atenúe la compleja situación financiera que afecta al sector. La Mañana tuvo la oportunidad de dialogar sobre este y otros temas con el Ing. Ag. Roberto Verdera, de la Cooperativa Agraria Limitada Mercedes.
Uruguay se encuentra a la salida de una de las sequías más severas que ha tenido que enfrentar con serias secuelas productivas y sociales. Las lluvias han sido dispares en todo el territorio nacional, aunque hay poco para cosechar si se toma como referencia los rendimientos históricos del país.
Los golpes de calor que durante varios días se desataron en todo el territorio nacional “fueron letales” para secar los cultivos dijo a La Mañana el Ing. Agr. Roberto Verdera, gerente general de la Cooperativa Agraria limitada de Mercedes. Si hasta ese momento los pronósticos de rendimientos ya eran bajos, el calor terminó por derribar esos magros indicadores. Como resultado, varios cultivos se dejaron de trillar y muchos de ellos se están pastoreando o se destinan a la elaboración de fardos.
Con un horizonte de siembra de soja de 1.200.000 hectáreas, las pérdidas se pueden cuantificar por millones de dólares debido a la caída de los rendimientos respecto al último ejercicio. Este año, el costo de producción en chacra por hectárea se ubicó entre los US$ 450 y US$ 500. Con estos números, las cuentas fácilmente se encuentran en rojo para el mayor porcentaje de productores agrícolas.
Menos de 1000 kilos por hectárea
Contra un área similar del año pasado y los rendimientos de ese período, lo que el país deja de ganar “asusta”, dijo Verdera. Solamente las pérdidas en soja son cuantiosas que pasaron de 2,9 toneladas por hectárea en 2022 a 800 o 900 kilos de este año. El escenario para el maíz no es muy diferente. La producción de primera fue muy magra donde “muchos cultivos no se cosecharon” con una igual situación para la cosecha de segunda. En la edición del 15 de marzo de este año, el Ing. Verdera sostenía que ya solo el sector agrícola sufriría pérdidas por US$ 1800 millones, distanciándose de las estimaciones del gobierno que manejaba la misma cifra para todo el sector productivo nacional.
Para Verdera el desafío está en resolver los desfasajes financieros que provocó esta situación. La incógnita está puesta en cómo las instituciones bancarias apoyarán a esos productores. “Uno ve siempre un comportamiento procíclico en general de las instituciones financieras” por lo que frente a una coyuntura de caída de ingresos “tratan de no exponerse” y retiran dineros de plaza. Sin embargo, la lógica productiva precisa empresas financieras que vayan a contra ciclo e inyecten “financiamiento al sector para que este siga funcionando”; máxime cuando se trata de un sector que puede licuar sus deudas en dos o tres cultivos y en poco tiempo.
Las expectativas están puestas en los cultivos de invierno
Como sucede con las demás empresas privadas que operan en el sector, las cooperativas agrícolas se están viendo perjudicadas por la caída de granos destinados a la comercialización. “Lo importante es todo el esquema de servicios vinculados al acopio y acondicionamiento de los granos”, sostuvo Verdera que indicó un escenario con menos servicios y fletes lo que repercute en toda la cadena. Aquellas instituciones que tienen un programa de siembra y financian al productor van a quedar con desfasajes “que hay que ver cómo se resuelve”, enfatizó. Distinta es la situación de las empresas que están más fuertes con mayor capacidad de afrontar estas crisis. El ejercicio 2022 tuvo resultados positivos para la soja, lo que posibilita que las empresas “vienen un poquito más ordenadas”. De todos modos, existe toda una paleta de condiciones de las empresas que hacen que los casos sean todos diferentes.
Las expectativas están puestas en los cultivos de invierno. “La gente está tomando conciencia de que el resultado del verano es deficitario” y se visualiza un incremento del área para las siembras de los próximos días. Salvo la colza que no se prevé siga creciendo, los demás cultivos experimentarían un incremento del área que sostenga las pérdidas de la producción de verano. Los próximos pasos consisten en ver cómo se arman los programas y cómo se financia la actividad.
Monitoreando para recuperar algo
El Ing. Verdera dijo a La Mañana en su momento que la Cooperativa se encontraba monitoreando la situación desatada por la sequía y las consecuencias sobre los cultivos. La empresa cuenta con un programa financiero para los productores. Los magros rendimientos hacen que las expectativas de recuperación de recursos económicos destinados a las cosechas de verano no sean tan alentadoras. Con respecto a las instituciones financieras, Verdera entiende que desde los gobiernos se deben pensar medidas contracíclicas que apoyen a los productores en momentos críticos como este. Y sostuvo que los seguros climáticos deberían pasar a ser una herramienta indispensable para sostener la producción nacional en estos ciclos negativos.
Con un fenómeno “bastante raro” como lo definió el profesional en su momento, los escenarios fueron dispares en todas las zonas del país e inclusive entre zonas vecinas. Muchos productores abandonaron los cultivos de forma temprana cuando veían que no podías recuperar su producción. Otros fueron destinados al pastoreo de los animales para aprovechar lo poco que habían crecido y que tampoco les permitía enfardarlos. Algunos, los más bendecidos, tuvieron algunas lluvias puntuales que les permitió mantener sus cultivos verdes y que van a ostentar mejores rendimientos. Como era de esperarse con la llegada del fenómeno de La Niña, el Río de la Plata fue escenario de sequía mientras que el resto de la región debió soportar cuantiosas lluvias. Las afectaciones son importantes para todos los rubros productivos y el invierno es clave para comenzar la recuperación agropecuaria.
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