El trigo llegó a orillas del río San Salvador con los primeros exploradores, que descubrieron la riqueza de nuestras tierras y la capacidad triguera de lo que muchos años después se transformó en la ciudad de Dolores.
“Por definición técnica, Uruguay no es el mejor país para desarrollar el cultivo del trigo, sin embargo es muy importante y ha tenido una muy buena evolución y se lo puede encontrar en todo el territorio, pero es especialmente importante en el bajo litoral, particularmente en la zona de Dolores. El productor de Dolores es visceralmente triguero, al punto de que acá, si pasa un año sin sembrar trigo, la gente se siente mal”, dijo el escribano y productor agropecuario Juan Ángel de la Fuente.
De la Fuente recientemente dejó la presidencia de la Asociación Agropecuaria de Dolores. Además de productor es presidente de Okara, un fondo de inversión en tierra; es director de ADP y es representante de la Asociación Rural en la Mesa del Trigo. “Soy hijo, nieto y padre de escribanos, con una escribanía de casi cien años, pero muy vinculado al sector agropecuario”, dijo a La Mañana.
El trigo está atado a la historia de la región. “En 1548, durante la expedición de Sebastián Gaboto, un marinero que aparentemente estaba en la zona de Dolores le escribió una carta a su padre y le dijo que el lugar era muy lindo, pero lo que más le llamaba la atención era que habían traído de Europa unas semillas de trigo que habían nacido de una forma increíble en la zona al margen del río San Salvador”. O sea que “desde aquellos tiempos del descubrimiento de América, esta es una zona de aptitud triguera”, agregó.
Desde aquella expedición al presente han pasado muchos años, de los cuales “en los últimos veinte ha habido una conjunción de factores” que ha ayudado al desarrollo del cultivo: “La mejora genética, la capacidad de los productores y la evolución de la industria molinera. Todo eso ha conjugado y llevado a que hoy el trigo sea una pieza esencial y fundamental en el funcionamiento de la economía y la agropecuaria”, opinó De la Fuente.
Vamos a un récord de rendimientos
El área que ocupa el cultivo del trigo es “variable, pero la tendencia es creciente, y este año todo indica que vamos a marcar un récord en los rendimientos”, superando el anterior, de 2021, cuando se alcanzaron más de cuatro mil kilos por hectárea. “Este año, por condiciones climáticas, por la genética y la capacidad técnica del productor, podemos superar ese nivel”, expresó De la Fuente, al tiempo que aclaró que esa es una percepción personal y que el registro final lo deberá dar el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca a través de las oficinas y equipos que tiene trabajando en el registro productivo.
La expectativa de marcar un nuevo máximo se debe a que “aún faltan chacras por cosechar, pero ya hubo algunas puntuales que rindieron seis mil y hasta ocho mil kilos”.
Consultado sobre el registro histórico de la cosecha en Uruguay, De la Fuente dijo no tener ese dato, pero contó que cuando era niño y acompañaba a su abuelo, que sembraba trigo desde hacía mucho tiempo, “el promedio era de 1.600 o 1.800 kilos por hectárea como buenos rendimientos”. En el transcurso de los años “han pasado cosas” que nos llevan a “un promedio que seguramente va a estar entre cuatro mil y 4.500, y con una calidad impresionante”.
“Hoy el complejo triguero uruguayo funciona muy bien, de manera muy integrada”, y con esas características “el trigo compite hoy con la cebada y la colza”, añadió.
El trigo es de los más consumidos en el mundo
El trigo se hace en todo el país, pero la principal zona de producción de Uruguay “es la franja litoral que ocupa a los departamentos de Paysandú, Río Negro, Soriano y Colonia”.
Una de las limitantes para su mejor desarrollo en todas las zonas de Uruguay es el clima. “El trigo es un cultivo de frío, y en el norte empieza a hacer calor muy temprano”, lo que puede derivar en la presencia de fusarium, que es un hongo de difícil combate porque “cuando uno se entera de su presencia muchas veces ya es tarde, y provoca aborto de plantas entre otras situaciones complejas. Pero eso tiene más probabilidad de ocurrir en el norte que en el sur”.
Otra limitante de la zona norte “es el tema logístico”, porque si bien “es uno de los pocos cultivos que se muelen en Uruguay”, también es verdad que “generalmente la industria molinera está en el bajo litoral y en Montevideo mucho más que en el norte. De esa manera la logística del traslado del trigo hacia los molinos o hacia el puerto se encarece”.
De la Fuente destacó también la “flexibilidad” que tiene el trigo, “porque si falta se puede comprar a Argentina, pero si hay suficiente se puede exportar, y este año Uruguay estaría en condiciones de exportar y ya se está hablando de algunos contratos, es importante tenerlo en cuenta”.
Respecto a la exportación comentó que “hay dos cultivos que varían mucho en su destino, el trigo y el arroz, y entre los trigueros y los arroceros siempre está esa broma de si el mundo consume más trigo o más arroz, porque los dos son básicos para la dieta global”.
Por esa incorporación en la dieta de millones de personas en todo el mundo es que el trigo nunca tiene dificultades de colocación. Cuando uno sale a vender trigo “no existe el problema de no tener quien compre. En todo caso hay un problema logístico o de precios”. Dicho de otra manera: “Tener trigo implica tener un producto de buena colocación en el mercado. Puede haber un tema de precios, pero nadie puede decir: ‘Me quedé con el trigo y no sé qué hacer’, por lo cual ese no es un problema”, explicó De la Fuente.
Un producto de calidad
“Otro tema importante para Uruguay es que el trigo que se muela y se convierta en alimento sea de una calidad apta, capaz de superar todos los controles necesarios. Este es un tema de seguridad alimentaria que Uruguay entiende muy bien, y eso quiere decir que no podemos comer cualquier trigo”, enfatizó el productor.
En ese punto “interviene el Ministerio de Salud Pública, que ejerce el control de la inocuidad de los alimentos junto con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca” para garantizar “que estemos accediendo y comiendo trigo en las condiciones que nos merecemos”.
En algunas ocasiones, para corregir circunstancias de un producto que no llega a la mejor calidad, “Uruguay ha debido comprar trigo a Argentina, porque particularmente el sur argentino, la zona de Tandil, de Bahía Blanca, son zonas muy trigueras, donde hace más frío que acá”. Incluso el molino San Salvador en algún momento “no muy lejano, tenía unas barcazas para traer trigo por los ríos Paraná, luego el Uruguay y el San Salvador”, recordó De la Fuente.
Sobre la calidad y pensando que Uruguay se destaca en la producción de muchos de sus productos, como es el caso de la carne o el arroz, dijo que “el trigo acompaña” esos altos estándares, “pero no es cierto afirmar que Uruguay tiene el mejor trigo del mundo”, porque “hay otras zonas como en el norte de Francia donde la cantidad y la calidad del trigo es extraordinaria, también Argentina tiene sus áreas destacadas, porque como se dijo tenemos una falencia climática”.
La pregunta es cómo cubrimos esa falencia. “Lo hacemos con una parte genética que es muy buena y que en Uruguay se trabaja, más la tecnología y la idoneidad del productor triguero uruguayo, que es para sacarse el sombrero. Eso complementa y suple la falta de condiciones climáticas”, respondió De la Fuente.
Sobre la tecnología y la genética incorporada “estamos bien” y eso se ve en los viajes agrícolas que la AAD hace a Estados Unidos todos los años. “Cuando vamos a Illinois, que es el lugar del mundo occidental más agrícola, siempre nos pasa algo curioso: en los diez o doce años que se realiza el viaje, los productores cada vez menos van a aprender cosas nuevas, sino que van a chequear y confirmar que lo que están haciendo acá está bien”.
Esto quiere decir que “en toda la parte operativa que se aplica en la zona del complejo triguero uruguayo y en el complejo agrícola en general, estamos al máximo en tecnología, al máximo en genética y también en producción, y si tenemos alguna limitante puede ser por los suelos, por el clima o condiciones más propias de Uruguay como país caro para producir”, pero eso escapa al productor.
“Tenemos todo para competir con los productores de punta de Illinois, en trigo y en la mayoría de los cultivos que se hacen en Uruguay”, enfatizó De la Fuente.
Dolores late al ritmo del trigo
La ciudad de Dolores, Capital Nacional del Trigo, “es un corazón que late al ritmo de la cosecha del trigo” dijo el productor y escribano. “Cuando hay buena cosecha acá todo marcha bien, pero cuando la cosecha es mala, acá todo resulta mal”.
Para entender eso hay que considerar que “la agricultura es un trabajo en equipo y nadie puede ser agricultor en soledad, y eso es porque para levantar una cosecha, en este caso de trigo, antes de sembrarla se necesitaron tractores, sembradoras, abonadoras, estaciones de servicio, financiadores, seguros; luego se precisó la asistencia de profesionales de todo tipo como ingenieros agrónomos, transportistas, profesionales vinculados a la tecnología, a las finanzas y a los aspectos jurídicos”.
Todo eso “incluye a muchas personas y familias”, y en el caso de Dolores “la agricultura tiene un efecto multiplicador muy grande”, cosa que también ocurre con otros pueblos y ciudades en todo el país.
“Es decir que cada vez que un productor decide sembrar una hectárea de trigo involucra a un montón de gente que incluso no se vincula directamente con el sector agropecuario y eso hace que sea muy sano y positivo para la sociedad”.
Falling number, el desafío de este año
El productor y escribano Juan Ángel de la Fuente dijo que el trigo tiene mucho potencial en Uruguay y que este año en particular puede marcar un nuevo récord productivo.
Sin embargo, comentó a La Mañana que ese logro de una muy buena cosecha con excelentes rendimientos por hectárea no significa que no haya habido desafíos, porque siempre hay dificultades. “Este año se dio un fenómeno particular que hacía ocho años que no aparecía, que es el falling number”, y que se da cuando luego de períodos de seca aparecen algunos episodios de agua que hacen que la planta evolucione y en ese proceso, bajo esas características, el grano pierde aptitud panadera. “Ese ha sido el desafío de este año”, precisó, “porque ante un caso de falling number los trigos no se pueden mezclar”.
TE PUEDE INTERESAR: