El 15 de octubre se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales. Para conmemorarlo con ellas, La Mañana rescata la historia de mujeres rurales del departamento de Paysandú que trabajan cada día para impulsar su vida, la de su familia y su comunidad.
Elma Meireles mueve su pie y enseguida la rueca comienza a girar. Con gran habilidad une pequeños trozos de lana que se convierten en un ovillo al tiempo en que explica cómo es el proceso. No necesita mirar cada paso, podría hacerlo incluso con los ojos cerrados. “¿Querés probar?”, pregunta. Esa fue una de las primeras invitaciones que le hizo su madre de pequeña. Y Elma le dijo que sí, que quería intentar, e intentó. Y así aprendió el arte de la lana a los ocho años. Aprendió a convertir este material en hermosas prendas que hoy junto a otras mujeres vende en pueblo Morató a quienes van rumbo al antiguo castillo. A veces también algún jergón, una frazada o un poncho para la gente de la zona.
La lana, cuenta Elma, se la compra a los vecinos –a veces algunos se la dan– y luego se lava con agua dulce de lluvia. Después se carda, se hila y se tiñe con cáscara de cebolla, marcela u otros yuyos coloridos. El último paso es el telar.
Mujeres de la Ruta de la Lana
Nacida y criada en Arbolito, una localidad de Paysandú que según el último censo cuenta hoy con 115 habitantes, Elma empezó a trabajar desde muy pequeña en el oficio que le heredó su madre. A sus 15 años llegó a la localidad de Morató, donde se casó y tuvo familia. Hoy también tiene animales, y el trabajo de ama de casa lo combina viniendo de lunes a viernes al salón comunal donde, con otras cinco mujeres, comparten dos horas de trabajo -más no, porque después cansa la espalda”, aclara-.
Es que al igual que Merinos, que según las crónicas lleva ese nombre como una desviación de la palabra “ovinos”, toda la zona se destaca por sus lanares. Fue por eso que desde el año 2018 se creó el proyecto “Mujeres de la Ruta de la Lana” para que las mujeres emprendedoras que no tenían lugar específico para trabajar el material pudieran reunirse. En el proceso se encuentra la Intendencia y el Municipio.
Custodiar el oficio de la lana para las nuevas generaciones
“Mucha gente quería aprender y yo dije que sí, que me animaba a enseñar. Se hizo el proyecto, se dio un salón para eso, y se dio un curso. Se anotó mucha gente, pero las que quedamos fuimos nosotras y otras muchachas más que trabajaban en esto”, relata.
Y así trabajan, entre charlas y enseñanza a las nuevas generaciones. Es que los hijos ya crecieron y con ello llegaron también los amores. Belén, de 18 años, es oriunda de pueblo Beisso –a unos 40 kilómetros de Morató– y nuera de Elma, quien le transmite sus conocimientos en el arte de la lana. Tímidamente, la joven muestra las prendas que elaboró y asegura que antes nunca había realizado la labor pero que hoy le gusta.
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