La producción ovina eficiente y a escala, cuando está bien hecha, es una herramienta que agrega valor a los pequeños productores, permitiéndoles desarrollar una actividad complementaria.
En Uruguay crece de forma sostenida la producción ovina eficiente y a pequeña escala. Es una opción viable que complementa otros tipos de producciones, genera ingresos adicionales y constituye una forma de vida allegada al campo, aun para quien no tiene conocimiento pero sí interés en criar a sus hijos en el medio rural o busca una vida fuera de la ciudad.
La Mañana consultó al ingeniero agrónomo Andrés Ganzábal sobre la viabilidad de la producción ovina en predios pequeños y cómo se explica que en algunas zonas del país crezcan los productores familiares cuando ha habido una fuerte caída del stock a nivel nacional.
Ganzábal fue docente en la Universidad de la Empresa por dieciocho años e investigador del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) durante cuarenta. Ahora está retirado, sin embargo, se mantiene vinculado al gremialismo rural como presidente de la Asociación Nacional de Pequeños Criadores Ovinos (Anpco) y directivo del Movimiento de la Juventud Agraria (MJA), además es productor con establecimiento en la localidad de San Jacinto, Canelones, en el cual cría caballos pura sangre de carreras.
El productor explicó que en 1992 Uruguay tuvo “un pico máximo en el stock ovino con casi veintiséis millones de ovejas, y, a partir de ahí, por una serie de acontecimientos como la disminución de los precios internacionales de la lana, el incremento en la agresividad de los depredadores, el surgimiento o el crecimiento de otros rubros muy competitivos como la forestación, la agricultura, el arroz, o la lechería, comenzó a darse una disminución en los stocks de ovinos”. Actualmente hay entre seis y siete millones.
A pesar de esa disminución, los productores ovejeros se han mantenido: “En 2000 había entre veintidós y veintitrés mil productores declarantes del Sistema Nacional de Información Ganadera, y en los años 2015-2020 eran unos veinte mil. Además hubo una fuerte reducción en la cantidad de ovinos en cada uno de los predios. Aquellas majadas de miles, de hasta veinte mil ovejas que había en algunos predios del norte pasaron a ser de cuatrocientas, quinientas o seiscientas. Ese fenómeno sigue ocurriendo, aunque en menor magnitud”, explicó.
En busca de la eficiencia
Ganzábal agregó que mientras se daba esa reducción y a partir de 2000, en INIA Las Brujas se comenzó a trabajar “en una forma diferente de producción ovina, mucho más intensiva, distinta a la tradición de tener muchas ovejas y vender mucha lana”.
“Esos sistemas extensivos funcionaban cuando los precios de la lana eran buenos, pero cuando comenzaron a bajar (actualmente es muy difícil venderlas con una finura media por encima de las veinticinco micras, y si se venden tienen muy bajo valor) perdieron competitividad. No hablo de rentabilidad, hablo de falta de competitividad con respecto a otros rubros”, precisó el gremialista.
Respecto a esos “otros rubros”, Ganzábal señaló que “a principios de la década de los noventa la soja y la forestación no existían, el arroz aún no estaba totalmente desarrollado, la lechería no era lo que llegó a ser años después, por lo tanto se producía mucha lana y de una forma extensiva”. Cuando el precio de la lana decayó y crecieron esos otros rubros, “el productor fue tomando decisiones en ese sentido”.
La consecuencia de esos cambios hizo que la oveja ocupara un lugar importante en dos regiones: el basalto superficial y en los predios de pequeña escala. En el primero “porque ahí no se practica forestación y menos la agricultura y sí se produce lana fina, básicamente con ovejas Merino”; y en la pequeña escala porque “estas dimensiones no son atractivas para las empresas, que en general realizan forestación o agricultura, solo es atractiva para los productores de entre tres y veinte hectáreas, que encuentran en la oveja una forma de establecerse en el campo gracias a una producción diferente a la producción tradicional, sobre pasturas sembradas, con razas maternales desarrolladas por INIA”.
Esos animales tienen la particularidad de “producir en forma muy eficiente en pequeña escala gracias a la precocidad sexual, encarnerando una cordera de seis o siete meses para que para al año, lo que hace que no sea improductiva en ningún momento”. El sistema tradicional requiere de una espera de hasta tres años.
En los sistemas tradicionales extensivos y orientados a la lana, “eso no era un problema porque desde el nacimiento las corderas producen lana”, pero “en sistemas pequeños en los que la venta de corderos es el producto principal, la incorporación de biotipos de razas muy precoces sexualmente pasa a ser una mejora en la eficiencia global”.
Esos ovinos maternales y precoces tienen “otras características muy importantes: los partos múltiples y la elevada producción de leche”, con lo que el productor se asegura que esa mayor cantidad de corderos mellizos que deben ser vendidos a los cuatro o cinco meses terminados y con más de 35 kilos encuentren leche suficiente para su desarrollo.
Mayor número de productores en Canelones
Desde el punto de vista social y del afincamiento en el campo, esa eficiencia productiva redunda en un peso social tan importante como el productivo. Ganzábal comentó que dos corderos de 35 kilos por hembra generan un ingreso muy interesante. Respecto a la pequeña escala dijo que “nadie puede vivir de tres o diez hectáreas, pero sí puede representar un lugar y modo de vida, y parcialmente un medio de vida” que complemente otros rubos o trabajos.
Ese valor complementario ha sido entendido y adoptado por muchos productores. Por ejemplo, en Canelones en 2000 había poco más de quinientos productores ovejeros y actualmente hay más de 1200. A ese total hay que sumar el sur de Florida y el oeste de Lavalleja, que “son los departamentos con los que hemos trabajado”, explicó el productor.
“Esa incorporación de ovinos a pequeña escala no se consigue de la noche a la mañana y sin ningún tipo de apoyo. Uno de ellos son los Fondos Rotatorios iniciados en 2006 a propuesta de INIA, que consisten en “entregar diez corderas de biotipos maternales a los productores y estos en muy poco tiempo devuelven doce. Se logra armar una majada y se devuelve lo que se recibió para que pueda ser usado por otro productor”.
“Canelones tal vez sea el departamento que tiene el mayor número de pequeños productores, pero los hay en los diecinueve departamentos, alrededor de los pueblos y las ciudades, en las zonas hortícolas”, explicó Ganzábal.
Crecer en la producción a pequeña escala y familiar es posible porque “es una ovinocultura diferente a la tradicional, trabajando sobre pasturas sembradas, con un biotipo maternal, con señaladas que en muchos casos llegan al doscientos por ciento. Eso, más que se encarneran las corderas y se venden corderos de cuatro meses con más de 35 kilos, marca la diferencia entre un sistema que sigue decayendo en su stock y otro sistema eficiente, exitoso y en crecimiento permanente”.
Generando la cultura rural
Ganzábal dijo que la producción ovina eficiente y a pequeña escala es totalmente posible y viable para una persona que tiene un trabajo en la ciudad o un jubilado que se compre una chacra de unas pocas hectáreas, quienes pueden iniciarse en la producción ovina, generándoles a ellos una cultura rural tan importante como recursos genuino para nuestro país, a través de la asistencia solidaria y gratuita de instituciones como Anpco o el MJA. “Lo primero es el desarrollo de las pasturas, el empotreramiento, la sistematización del pequeño predio, y luego se prestan diez corderas para comenzar a trabajar”. Si el predio comprado es de cinco hectáreas, “no se podrán llegar a tener más de treinta ovejas, a las cuales se llega al tercer o cuarto año, momento en el que luego de las devoluciones se comienza a vender el excedente de vientres y el productor se queda con la reposición”.
“Esas treinta ovejas van a producir, como mínimo, unos 45 corderos al año, que se podrán comercializar”, generando ingresos interesantes que, dependiendo del precio de venta de los corderos, puede oscilar entre seiscientos y novecientos dólares en bruto por hectárea.
Respecto a la infraestructura y los costos que se requieren, son concretos y puntuales: alambrados perimetrales, cercos eléctricos para subdividir las pasturas, corrales para centralizar el manejo, semillas, fertilizantes y laboreos.
Ganzábal destacó el apoyo de las intendencias de Canelones, Florida y Lavalleja, que están financiando a un equipo de cuatro extensionistas que en conjunto con Anpco y el MJA asisten a varios cientos de productores en esos departamentos y son claves en la captación y seguimiento de nuevos productores.
¿Cuál es el futuro del ovino?
En Uruguay, dijo Ganzábal, “hay una ovinocultura que de a poco se va apagando, con una forma de producir que ya no es competitiva”, con las excepciones comentadas más arriba.
Muchas veces “los uruguayos nos resistimos al cambio y a la intensificación, pero debemos ser realistas y pensar que hay una forma de producir competitiva y muy fuerte, mientas que otra forma no es competitiva y sigue decayendo. No sabemos qué pasará en treinta años, pero si la lana recupera el valor de los años ochenta el sistema extensivo posiblemente volverá a crecer, pero eso no se vislumbra en el mediano plazo. Por tanto, lo lógico es pensar que los sistema trabajan a escala muy chica por lo que no van a generar en el mediano plazo un impacto en el stock ovino nacional, pero sí sobre la cantidad de productores que se van a ir incorporando y será muy importante para la preservación de la cultura ovejera histórica, patrimonio de nuestro país que no debemos perder”, explicó Ganzábal.
“Es altísima la demanda de productores que quieren ovejas para comenzar a trabajar, y tenemos una entrega de unas 140 corderas al año en Florida Canelones y Lavalleja. Si no entregamos más es porque no tenemos capacidad, sería muy importante poder tener representatividad en las grandes instituciones de investigación y desarrollo de nuestro país o al menos poder alzar nuestra humilde voz, que es la del pequeño productor ovejero, para seguir en este camino que ha demostrado por muchos años ser muy exitoso y llegar también a otras regiones de nuestro país”, concluyó.<
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