La actividad turística vinculada al vino genera muchas expectativas, dijo Ana Etcheverry, de la bodega Castillo Viejo, a pocos días de comenzar la primera Cumbre de Enoturismo Responsable en Punta del Este.
Del 19 al 21 de marzo se realizará en Punta del Este la Cumbre Global del Enoturismo Responsable, un evento respaldado por la Organización Mundial del Enoturismo y que tiene una gran relevancia para la vitivinicultura global, adquiriendo una importancia singular para Uruguay en cuanto país anfitrión.
La cumbre reunirá a líderes mundiales del sector, con una importante presencia de bodegas nacionales preocupadas en la elaboración del mejor vino, que a la vez que buscan promover prácticas responsables, avanzar en la innovación empresarial y sinergias profesionales, destacando el compromiso con la sostenibilidad y el desarrollo socioeconómico en los destinos vitivinícolas a nivel global, informó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi).
El evento contará con una significativa muestra comercial de más de veinte estands y rondas de negocios que representarán oportunidades comerciales importantes para el enoturismo.
La bodega Castillo Viejo, que elabora los vinos Cata Mayor, participará de la cumbre, por lo que La Mañana conversó con Ana Etcheverry, responsable de la bodega ubicada en ruta 68, kilómetro 24, en paraje Canelón Chico, Las Piedras, Canelones.
Castillo Viejo es una bodega familiar fundada en 1927, pero su historia se remonta a 1875, cuando en el pequeño pueblo vascofrancés de Ville Hasparren, ubicado sobre los Pirineos, se tejió la leyenda que desde una de las torres de un viejo castillo se podía ver el nuevo mundo, con todo lo que prometía en prosperidad. Fue entonces que Santos Etcheverry, el hijo menor de una familia del lugar, decidió cruzar el océano Atlántico e instalarse en las tierras donde hoy está la bodega, construyendo un legado en el cual ya se encuentra involucrada la tercera generación.
Ana Etcheverry, nieta del fundador, destacó la importancia de que Uruguay reciba este tipo de eventos que suelen hacerse en otros países, con una fuerte tradición vitivinícola, pero sobre todo de enoturismo. “Uruguay no tiene tradición en enoturismo –dijo–, pero nuestro país está haciendo un esfuerzo importante para posicionarse”.
Una de las características de la cumbre es que apunta al enoturismo sostenible, eso significa que “el turismo de vino también sea amable con el entorno, que cuide las relaciones humanas y la naturaleza”. En su realización, “involucra muchos factores y actores, públicos y privados” y por eso entre los que participan “se encuentra Inavi, las intendencias que representan a cada departamento y lo que estos tienen en enoturismo”. También concurrirán “empresas privadas de diferente naturaleza, entre ellas de logística que ofrecerán sistemas para realizar y manejar esta cadena de enoturismo de manera prolija y moderna”.
“Para los que estamos en el tema es muy importante, todos los involucrados van a estar pendientes y muchos participarán”, entre ellos la bodega Castillo Viejo, que estará representada por la sommelière Raquel Luque, además de la propia entrevistada.
“Vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo para mostrar lo que estamos haciendo y poder negociar las mejores condiciones de trabajo para todos, buscando, por ejemplo, agencias de transporte y todo lo que se necesita para desarrollar el enoturismo”, agregó Etcheverry.
Un sector con mucha capacidad de crecimiento
La empresaria resaltó que en Uruguay “el turismo de bodegas es nuevo”, a diferencia de lo que vemos en Argentina, Chile, Francia. “Para muchos que han viajado a esos países visitar bodegas es algo común, pero no en Uruguay. Aquí se empezó muy tímidamente y ahora se está desarrollando, pero aún falta mucho para que la gente conozca, vaya a una bodega, pruebe algún vino, aprenda cómo se hace, cómo se puede maridar y en qué oportunidad tomar una variedad u otra”.
Aunque como queda mucho camino por recorrer, “es interesante ver que a la gente le gusta todo eso”, y el enoturismo es una posibilidad de lograr ese acercamiento entre las personas y el vino.
En Uruguay, el noventa por ciento son bodegas familiares, lo que genera un vínculo más cercano y los visitantes son recibidos con un trato más personalizado: “Las bodegas reciben al visitante en el tema de la vitivinicultura y según la fecha se le explica. Por ejemplo, ahora se introduce a la persona a la viña, se le dice cuándo y cómo se cosecha, pero en invierno se explica la poda”, que es una actividad diferente para un momento diferente. “Luego, el visitante ingresa a la bodega observando las distintas tareas que se realizan en la elaboración del vino”.
Castillo Viejo posee una cava subterránea con una temperatura adecuada y allí se termina el recorrido, “haciendo una especie de taller de aromas para despertar los sentidos y probar los vinos que se pueden maridar con distintas comidas o tablas de fiambre según el gusto de cada uno”.
Esa manera de hacer turismo “es distinto a lo que a veces se ve en Argentina o Chile, donde las bodegas son muy grandes. Acá se hace un acompañamiento más personalizado, con la participación del sommelier o el enólogo que explica, muestra, porque al productor le gusta mostrar y explicar lo que hace”.
Por otro lado, el incremento del turismo de cruceros repercute positivamente en el enoturismo: “Este año hemos recibido muchos cruceristas”, dijo Etcheverry. “Llegan en taxi o alguna agencia los trae, conocen la bodega, almuerzan, pasan un rato y luego vuelven al crucero u otra actividad”.
Festejos típicos
Otra forma de turismo es el de los festejos típicos de las bodegas uruguayas: “Las bodegas festejan la vendimia, San Juan, y el cordero y el Tannat. Son tres oportunidades que juntan mucha gente y cada fiesta tiene elementos diferentes”.
“En nuestro caso, en la vendimia que terminó el domingo 10 de marzo, hicimos pisada de uvas y bailes típicos. En junio llega San Juan”, una festividad que se realiza con frío y es ideal para “preparar una olla de vino caliente, prender fogatas y comer cazuelas con vino con mucho tenor, como Tannat, Cabernet Sauvignon, todos vinos apropiados para las épocas frías”.
En julio es la fiesta del cordero y el Tannat, oportunidad en que “hacemos parrilla y servimos cordero acompañado de una cata vertical de Tannat”. Vertical quiere decir que es el mismo tipo de vino, pero de distintos años.
Fuera de esas fechas especiales, el turismo en la bodega continúa con el recibimiento de gente todos los días, a partir de las 10.00 de la mañana hasta las 16.30 aproximadamente
El consumidor local ha evolucionado
Consultada sobre cómo es el consumidor local, Etcheverry dijo que “el uruguayo recién está aprendiendo y va evolucionando a tomar vinos de cada vez mejor calidad”.
A diferencia de hace unos años, “es difícil que las personas digan ‘Voy a tomar un vino tinto’, no, ahora lo mencionan por la variedad, ‘voy a comprar un Cabernet Sauvignon o un Merlot’, dicen”.
Ese cambio “no se ve en todas las personas, pero hay un proceso y un gusto por saber de vinos, de maridaje y también un despertar de la figura del sommelier”, expresó la entrevistada.
Ana Etcheverry concluyó señalando que las bodegas y los allegados al mundo del vino “estamos aprendiendo a incluir al sommelier porque es una persona que tiene muy buen paladar, tiene acostumbrado su olfato, sabe maridar un vino con una comida. También al enólogo que es una profesión diferente pero que se combinan muy bien y las bodegas las estamos incluyendo en el trabajo diario, sobre todo en la parte turística”.
El enoturismo nos da oxígeno
Ana Etcheverry de Bodega Castillo Viejo dijo que el enoturismo es una actividad con mucha posibilidad de crecimiento.
“En el caso de nuestra bodega, casi el cuarenta por ciento del trabajo lo aporta el turismo y es algo que va en crecimiento y ganando importancia”, comentó. Agregó que ella tiene “gran expectativa” por lo que cree que “todos debemos empujar y enfocarnos hacia el mismo lado, sin olvidar que el sector bodeguero tiene una competencia feroz en Argentina y Chile con el ingreso de vinos del exterior que golpea a todos, pero el turismo nos da un oxígeno muy importante, y por eso hay que desarrollarlo”.
Agregó que “todo el turismo es importante, pero el enoturismo genera mucha sinergia en las zonas donde se realiza”, generando trabajo de los transportistas, los cocineros, etcétera.
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