Hace cerca de tres siglos que el ganado ovino pasta en los campos del actual territorio nacional. Han cambiado los suelos, las pasturas, las razas, las poblaciones, la organización social y cultural, y pareciera que ellas siguen pastando como antaño. Pero lejos de tener un rol pasivo, las ovejas han tenido un papel protagónico en la historia nacional porque, entre otros hechos, favorecieron la población de la campaña, permitieron la apertura de mercados internacionales y fueron un motivo para que los estancieros reivindicaran la paz social en la década iniciada en 1870. (“Hebras de historia” en: La ruta de la Lana, Redactor Responsable: Marcelo Pereira).
A través de un proyecto de ley que ya ha sido sancionado en el Parlamento, se ha consagrado como día del esquilador, al segundo domingo de febrero de cada año. La autora del proyecto de ley, ha sido la diputada por el departamento de Rivera, la escribana Virginia Fros.
Esta fecha ha sido elegida de acuerdo a nuestro calendario agrícola, porque justamente es el mes de febrero cuando se reúnen los ovejeros y se desarrollan las exposiciones ovinas. Además, en estas instancias es cuando tienen oportunidad de juntarse los productores, los cabañeros y también los esquiladores.
“En relación a este sacrificado oficio (los esquiladores) debemos decir que desde tiempos inmemoriales, más bien dicho, desde que existe el rubro ovino, estos son los que se encargan de cosechar la lana, fibra generadora de gran parte de la divisas que hicieron de nuestra agropecuaria motor del progreso y del desarrollo nacional. A pesar de su importancia, esta profesión no tenía mayor destaque hasta que durante la pandemia tomó mayor trascendencia al verse por los medios que año a año cientos de uruguayos cruzan el atlántico para ejercer su profesión a miles de kilómetros de sus casas”, afirmó la diputada Fros.
Historia
El origen y domesticación de la oveja (Ovis Aries) se sitúa en el Cercano y Medio Oriente hace más de 10.000 años, y desde esa zona de influencia comenzó su expansión por Asia, África, Europa, y después de la colonización por América.
La industria lanera si bien existía desde la época egipcia por motivos religiosos no prosperó, y fue durante el período grecolatino que la industria textil lanera tuvo un gran desarrollo hasta su disolución en el siglo V.
Durante la Edad Media el comercio de la lana se fortaleció y en algunas regiones francesas durante los siglos XII y XIII como Champagne se hacían seis ferias ovinas anuales que duraba cada una, alrededor de seis semanas. Estas ferias eran el lugar de encuentro entre los productores de lana y los industriales textiles que venían de los Países Bajos para abastecerse. “El comercio de la lana era la sangre en las venas de la economía de los Países Bajos y del centro de Italia, y la mayoría de la lana cruda era abastecida por Inglaterra y España”, sostiene Cottle.
En el Uruguay el rubro ovino existe desde los tiempos coloniales, al respecto dice el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) en su página web:
Aunque discutido, es muy probable que los primeros ovinos ingresados a la Banda Oriental fueran anteriores a los primeros vacunos y equinos traídos por Hernandarias en el año 1611. Según Mena Segarra las primeras introducciones de cabezas ovinas se remontan a 1608 cuando los portugueses construyeron la “Nova Colonia do Sacramento”; fueron ovejas de las llamadas “churras” de poca lana, sin rizo y de muy baja calidad y que darían origen luego a la oveja criolla. A partir de entonces la presencia del ovino en la generación de riqueza de nuestro país fue cada vez más importante. A fines del siglo XVIII ya existían registros de exportaciones de lana mientras comenzaba la introducción de razas ovinas con el objetivo de mejorar la oferta de lana de exportación y la producción de carne. Entre 1792 y 1796 los registros de exportaciones de lana sucia llegaban a 31 mil kilogramos y fueron en esos años que se introdujeron los primeros animales Merino (10 carneros y 20 ovejas), procedentes de Cádiz y traídos por Manuel José Lubarden.
Da Silva: “esperemos que la historia de la subida y la bajada del sector ovino no termine con una Central Lanera cerrada”
“La lana llegó a ser uno de los productos principales de exportación de nuestro país y los esquiladores tenían entonces muchísimo más trabajo del que tienen ahora. Este oficio típico, no se enseña necesariamente en las salas de estudio, aunque el SUL realiza hoy en día cursos de capacitación en este rubro, cobra cada día más importancia a nivel internacional”, afirmó el senador Sebastián Da Silva.
“Las cuadrillas o comparsas de esquiladores es un equipo que funciona perfectamente que va desde el agarrador hasta el latero, el que le entrega la ficha al lado de la máquina donde cada esquilador sabe cuánto va a cobrar. Está el capataz, el atador, el vellonero, el benteveo que es el que tradicionalmente barre los galpones y el embolsador o enfardador. Todos podemos recordar los galpones llenos de esas bolsas arpilleras apiladas en los galpones de esquila que son una maravilla arquitectónica sobre todo aquellos realizados por arquitectos vascos que forman parte de nuestro patrimonio nacional”, manifestó Da Silva.
“Uruguay está hoy en camino para poder certificar la lana carbono neutro y eso en los mercados más exigentes le va a agregar mucho valor a nuestra producción. Sin embargo, al día de la fecha, no todo son colores rimbombantes. El kilo de lana se está pagando muy bajo, a tan solo 18 pesos, lo que no da para cubrir ni siquiera los honorarios del esquilador, pues con la pandemia los mercados han caído y el sector atraviesa una crisis muy compleja. La Central Lanera del Uruguay (Una de las cooperativas icónicas de nuestro país) acaba de entrar en concurso y esperemos que la historia de la subida y la bajada del sector ovino no termine con una Central Lanera cerrada. Estamos frente a una crisis de precio trágica”, lamentó el senador nacionalista.
Domenech: “es una tarea que es también cultural y un estilo de vida asociado al campo”
Por su parte el senador Guillermo Domenech en su alocución expresó: “Para quien es nieto de un esquilador, de un clasificador de lana, luego devenido en barraquero, homenajear al esquilador que es homenajear a uno de los trabajos rurales más sacrificados, más duros, que requieren mayor habilidad, que lo equipararía al nivel del alambrador. Un verdadero arte es tanto alambrar como esquilar”.
“La lana ha sido un producto básico de nuestra economía exportaciones durante decenas de años, y un productor rural se salvaba o se hundía con la venta de lana. Es un producto noble, un producto natural que ha sufrido la competencia de las fibras artificiales, pero de algún modo es un producto insustituible para la confección de prendas para abrigar el ser humano”.
“Quien haya contemplado una labor de esquila seguramente se va a impresionar tanto como ver una yerra o levantar un alambrado en el campo. Ver llegar el camión con los esquiladores, ver bajar las máquinas de varias tijeras, y a los trabajadores comenzar sus tareas ni bien aclara, como al agarrador que va llevándole al esquilador oveja por oveja. Hay esquiladores que esquilan 70- 80 ovejas por día pero hay otros que hacen 200. Unos esquilan maneando al animal como se hacía tradicionalmente, y otros con el sistema australiano también llamado Tally-Hi”, destacó Domenech.
“Lo importante aquí es destacar la labor de este sector de los trabajadores rurales que se merecen este homenaje por su aporte a la economía nacional y además por una tarea que es también cultural, porque aparte de lo económico hay un estilo de vida asociado al campo”, valoró el senador cabildante.
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