Pandemia: habría que escarbar en archivos antiguos para ver si hubo alguna exposición que hubiera tenido que enfrentar una situación tan adversa y peligrosa como la de este año. Para los historiadores: tal vez con la mal llamada gripe “española” (porque en realidad empezó en Boston), que mató 50 millones de personas en el mundo y acá también hizo desastres.
No es culpa del agro, todo lo contrario, es el agro el que nuevamente se pone al hombro al país, el que siguió trabajando cuando cundió el pánico y el país se cerró, se frenó en seco la economía, la gente se encerró, asustada por las imágenes que venían de Italia, de España, donde mostraban la gente muriendo en los pasillos de los atestados hospitales primermundistas. Poco a poco, tímidamente, se fueron ajustando los mecanismos de control, y mejorando las infraestructuras, con lo que, a pesar de sufrir algunas desgarradoras desgracias, la gente fue saliendo de sus casas, como desconfiadas alimañas asomadas a la puerta de sus madrigueras.
En el campo, afortunadamente, nada de esto ocurrió, la actividad continuó a su ritmo normal, se levantaron las cosechas de verano, se mantuvo la faena, la circulación y distribución de los insumos y productos, el movimiento en los puertos, las exportaciones, las siembras. Los problemas, aislados, que fueron apareciendo y aún siguen provocando sobresaltos, surgen con algunos camioneros que vienen de los países vecinos con carga y con virus. La permeabilidad de la frontera seca, un área en ebullición de la peste, obliga a una vigilancia encimada, de alta exigencia, de resultados siempre inciertos y provisorios.
Cualquier descuido, cualquier distracción en los sistemas de prevención provoca consecuencias ominosas; en estas últimas dos o tres semanas, Montevideo asiste a un aumento de los casos de contagio, pero que gracias a los aceitados mecanismos de respuesta desarrollados, parecen estar, afortunadamente, bajo control.
En la cancha se verá
El Prado, la Expo, entonces, tiene lugar en un escenario de cierta peligrosidad, que exige una atención estricta y cercana. Las medidas preventivas que se pueden tomar se adoptaron, pero cada participante de esta enorme concentración y tránsito de multitudes urbanas, con mucha gente que viene del interior, debe estar consciente de su responsabilidad y actuar en consecuencia.
Se verá cómo funciona y cómo se controla, pero, más allá de las dificultades que impone la situación, la mera realización de esta gran instancia representa un formidable esfuerzo de organización por parte de la gente de ARU y de todos los actores involucrados, que debe reconocerse y aplaudirse. El estado de situación en el país, con la epidemia bastante controlada – con sobresaltos y persistentes amenazas -, permite que tengamos una Expo más, la 115 ª, agregando un nueva perla a la linajuda historia de estos eventos. A favor tiene la amplitud del espacio; la expo se despliega sobre un predio de 7 has, puntuadas con amplias instalaciones, y la mayor parte de las actividades se desarrolla al aire libre; “A Cielo Abierto”, es el “concepto” que acertadamente guía el evento, aludiendo también a las características con la que se desarrolla mayoritariamente la actividad agropecuaria en nuestro país.
No será un acontecimiento más, no pasará desapercibido, estará signado por las graves restricciones y serias acechanzas de la peste, pero a la vez representará un valiente desafío a los sucios vientos que barren al mundo y se ensañan en estos momentos con los países vecinos.
Las más importantes exposiciones de la región debieron suspenderse – las gigantescas reuniones de Palermo, en Bs As, Expointer en Porto Alegre, y Mariano Roque Alonso en Paraguay -, no pudieron enfrentar el desafío y con toda lógica, ante un escenario tremendamente adverso debieron postergar su realización; sólo el Prado mantiene en alto la bandera y se la juega a superar con éxito los riesgos del momento.
La genética en el centro
En el Prado se hablará, como siempre, de mercados, de financiamiento, de tecnologías de manejo y de alimentación de los ganados, de sanidad, de sistemas productivos, pero el núcleo de la convocatoria, su razón de ser, es el asunto de la genética. Los reproductores que se exhiben deberán ser, además de hermosos ejemplares, padres y madres que transfieran sus virtudes a su descendencia, que logren hijos mejores que ellos mismos, algo que no puede apreciarse con seguridad con la mera observación del animal en cuestión. Por eso, crecientemente, los juzgamientos de los méritos genéticos (las juras), se apoyan en datos objetivos de cada reproductor que relevan los caracteres productivos que tengan, y sobre todo, la heredabilidad de ese rasgo, lo que vayan a trasmitir a su descendencia. A la mejora genética tradicionalmente se le asignaba un impacto de un 2 % por generación, lo que implica la necesidad de persistencia por largos períodos para capitalizar esos efectos. Los avances de la ciencia y la tecnología van afinando cada vez más estos mecanismos predictivos, y acelerando la velocidad del cambio por la detección temprana de los mejores reproductores – o por lo menos los que van a aportar los caracteres que se buscan incorporar o profundizar en el rodeo en el que van a servir -. Nada menos.
Las razas carniceras que se presentan a la muestra por supuesto que reafirman el perfil de nuestra ganadería, en la que las razas británicas dominan ampliamente, reflejando lo que ocurre en los campos y en definitiva en los frigoríficos. En los últimos años se viene dando un crecimiento sostenido de la raza Angus en el rodeo nacional, relegando a un segundo plano a la raza tradicionalmente mayoritaria, la Hereford. Esta tendencia también se expresa en el número de animales expuestos en esta ocasión. Lo que no se exhibe en la exposición es la cruza entre ambas razas, que va tomando cada vez más importancia en la producción. La sinergia implícita en los cruzamientos, una tecnología que ha sido injustificadamente relegada durante mucho tiempo, encuentra ahora un ancho camino para su adopción.
Calidad no totalmente reconocida
Estas razas británicas tienen prestigio por proveer carne de cierta característica apreciada por los consumidores de todo el mundo y están adaptadas a los sistemas predominantes de producción en nuestro país: a cielo abierto, pastoreando libremente sobre campos naturales, con algunos aditamentos que se han ido agregando en tiempos recientes, como la suplementación con granos y modelos de confinamiento.
La caída de la recaudación de carne vacuna por las exportaciones de lo que va de 2020 es un 15,5 % inferior a la del mismo tramo del 2019: US$ 1.386 millones a US$ 1.171 millones: US$ 215 millones menos que circulan por la cadena cárnica.
Lo que ocurre es que muy pocos mercados y pocos negocios reconocen esa cualidad y están dispuestos a pagar adicionalmente por ella. En reciente presentación del equipo de Marketing de INAC situaron en el 21 % el volumen de carne que se exporta con ventajas arancelarias, generalmente dentro de cuotas en la UE y en EEUU, que se cumplen en buena medida con las carnes diferenciadas referidas. El resto, casi el 80 % del total, que paga íntegramente los aranceles de cada mercado, se compone de carne congelada, en gran parte destinada a la industria para ser procesada, y, obviamente, de valor muy inferior a la anterior.
Si bien no se abordó en esa presentación nada que relacione razas con carne de calidad diferenciada que se colocan dentro de las cuotas, perfectamente puede ensayarse una vinculación entre ambos aspectos.
El enfoque de la presentación realizada en INAC pone el acento en la necesidad de invertir en “acceso”, que no solo tiene que ver con aranceles y tarifas, sino antes y sobre todo con las exigencias sanitarias. Sobre este estudio profundizaremos en próxima contribución.
Mercados inestables
En la Expo se concentran animales de todas las especies, pero en esta instancia observamos lo que corresponde a la carne vacuna en la actual coyuntura y en el futuro cercano. El impacto que la pandemia tuvo, y sigue teniendo, sobre los circuitos económicos, sobre los mercados, afecta seriamente a todas las cadenas productivas. En la carne, tuvo inicialmente un efecto grave en la demanda china, pero la demanda se fue restableciendo, impulsada por la necesidad imperiosa de abastecer a un mercado doméstico ávido de carne -todas las carnes-, que sufre por la escasez de su principal producto, la carne de cerdo.
No obstante, en lo que va de este año nuestro país ha bajado sus ventas y su participación porcentual como proveedor de ese mercado (aunque sigue siendo ampliamente mayoritario), pero es por un tema de precios y competitividad; Brasil y Argentina son los grandes abastecedores actuales, porque venden a menores valores que Uruguay.
En Europa, la difusión del virus encerró a la gente en sus casas y los restoranes, hoteles, y los demás circuitos turísticos se clausuraron. La demanda de carne de calidad – básicamente lo que exportamos a Europa -, se redujo al mínimo, las cámaras frigoríficas se atiborraron de mercadería que no tenía salida. Con la llegada del verano al hemisferio Norte y el restablecimiento relativo de los movimientos turísticos, la demanda, mal que bien, se ha recompuesto.
También el mercado regional, el Mercosur ampliado, Brasil y Chile, a los que vendemos determinados productos, todos importantes, redujeron fuertemente sus adquisiciones.
De los grandes bloques compradores, sólo se mantuvo el norteamericano, EEUU y Canadá, con aumentos de volúmenes y precios, que aliviaron significativamente el árido escenario del comercio mundial en estos tiempos.
Los otros mercados, de menor relevancia pero que algunos cifran significativamente, como Israel y Rusia, han aumentado su participación, y los demás (salvo Islas Canarias, una extensión del mercado español, que cayó fuertemente), se mantienen en niveles similares al año anterior.
En suma, la caída de la recaudación de carne vacuna por las exportaciones de lo que va de 2020 es un 15,5 % inferior a la del mismo tramo del 2019: US$ 1.386 millones a US$ 1.171 millones: US$ 215 millones menos que circulan por la cadena cárnica. Aun cuando en la segunda mitad del año las exportaciones retomen un ritmo más intenso, los precios serán inferiores a los del año pasado, así como los volúmenes que se pueden alcanzar, por la brecha de ingresos por lo menos se mantendrá por todo el período.
Todos estos mercados están en movimiento y hay que seguir de cerca su evolución, pero la visión de los entendidos espera una mejora sostenida para los próximos años.
La baja en el ingreso por exportaciones de carne se suma a la caída de la soja (la sequía provocó una merma importante en los rendimientos y en la producción total), que puede calcularse entre los US$ 250 y US$ 300 millones en la última cosecha.
Estas importantes reducciones se corregirán el año próximo si el tiempo se normaliza y los mercados se recuperan, como prevé la unanimidad de los estudios conocidos.
El recientemente realizado en INAC, que citamos más arriba, prevé una caída bastante importante en las exportaciones de este año, desde los US$ 2.200 del año 2019, pero que existen oportunidades para retomar un impulso exportador que nos conduzca “rumbo a los US$ 3.000 millones” del sector cárnico total, en el que la carne vacuna representa normalmente alrededor de 85 %.
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