La situación global generada por la pandemia y coronada por la guerra en Ucrania, ha traído aparejado la suba desmedida de los costos de los insumos agrícolas.
Como se sabe, Rusia y Ucrania son dos países estratégicos en la producción de alimentos y de fertilizantes, tales como urea, potasio, fosforo que al no estar disponibles incentivaron la escalada de los precios y encarecieron todos los productos que se elaboran a partir de ellos.
Hace un año atrás cuando nadie imaginaba una guerra en el corazón de Europa que ya lleva más de dos meses y no se sabe cómo ni cuándo va a terminar, los insumos agropecuarios sufrieron una repentina suba, que en muchos casos ya en junio de 2021, en paralelo con el alza de los fletes marítimos, duplicaba los valores promedio de los últimos 10 años. Muchos observadores pensaban en la existencia de un factor especulativo como respuesta a la suba de muchos commodities agrícolas.
Para poner un caso concreto, a comienzo de junio de 2021 la urea, un componente imprescindible para la producción de granos tales como el maíz, sorgo o el arroz, se cerraron los primeros negocios a U$S 650 la tonelada (el precio promedio de los últimos 10 años era la mitad de esa cifra) y llegando al mes de octubre el mismo producto ultrapasaba la barrera de U$S 900 la tonelada.
Este año en el boom de los precios de los cultivos de invierno tales como trigo, colza y cebada en nuestro país, se concretaron ventas del mismo producto a U$S 1.150 llegando en algunos casos a U$S 1.200 la tonelada. A la fecha de hoy se nota un retroceso en esos precios y se aproxima a valores similares a los del año pasado.
Se habló de la posibilidad de poder sacar la producción agrícola de Ucrania, almacenada en silos, a través de Bielorrusia y a su vez liberar los fertilizantes que esta produce. Consultado al respecto el Ing. Agr. Juan Bonilla, gerente comercial de Tafirel no se mostró muy optimista con esa posible solución.
“De darse, será lento y no creo que Biolorrusia permita que esa opción se instrumente fácilmente. Se trata de un país que defiende los intereses rusos. En ese sentido, lo esperable es que esos posibles canales para aumentar la disponibilidad de dichos productos tengan resultados positivos pero muy limitados”, comentó.
Agregó que “desde el punto de vista logístico, el golpe ruso es el puerto de Mariúpol, que era el punto neurálgico por el que salía la producción agrícola de Ucrania. Controlar ese puerto y la salida por el mar de Azov es un golpe logístico de difícil solución. La magnitud del impacto va a depender mucho de la velocidad que se vuelque al mercado y del volumen” en que se haga.
A su vez las Naciones Unidas están negociando con Rusia la posible liberación de sus fertilizantes, lo que tendría un efecto de ajuste a la baja de los precios. Sobre ese respecto Bonilla señaló que “debe tenerse en cuenta el impacto de las sanciones económicas, las que limitarán la posibilidad de sostener negociaciones comerciales con Rusia. No solo se trata de liberalizar esas corrientes, sino de cumplir con las sanciones impuestas por las potencias occidentales que entre otras cosas inviabilizan los pagos”.
“Rusia provee el 22% del total de los fertilizantes adquiridos por toda América Latina y el Caribe”
En nuestro continente, Brasil ha desarrollado gestiones y visitado países que sean capaces de proveerles de fertilizantes que hasta la guerra compraba a Rusia. Con ese objetivo ha enviado delegaciones oficiales encabezadas por el Ministerio de Agricultura a países como Canadá, Jordania y Egipto entre otros. Preguntado el Ing. Bonilla si Uruguay podría o debería desarrollar negociaciones en igual sentido, dijo que como todo país Uruguay tendría “la oportunidad de adquirir fertilizantes de otros mercados, pero la importancia de Rusia como proveedor es central” ya que representa más del 20%, “y luego le sigue Ucrania”.
“Por tanto, no será tarea fácil, ya que todos los países de América Latina dependen muy fuertemente de las ventas de Rusia de ese producto. Rusia provee el 22% del total de los fertilizantes adquirido del mundo por toda América Latina y el Caribe”, precisó.
En virtud a las dificultades que presenta cualquier posible solución a las distorsiones causadas por la guerra, la interrogante que muchos se plantean es cuánto Uruguay podría soportar la actual tirantez del mercado de insumos agrícolas sobre lo cual el gerente comercial de Tafirel dijo que “esa es una pregunta difícil de responder”.
Explicó que “en la economía internacional los ajustes se terminan de una u otra forma para evitar los cortes productivos. De todas formas, dependerá del precio internacional de los productos exportados, que como estarán a precios elevados en este escenario, eso permite soportar la presión de precios al alza que se vive con la compra de los insumos”.
“El riesgo son los cortes de suministro, que si bien puede ocurrir, se irán ajustando a medida que el conflicto pierda intensidad y vuelva a una lógica de guerra civil concentrada en la zona del Dombás”.
Concluyó señalando que “los valores altos no duran siempre -enfatizó- y hay que estar preparados para cuando empiecen a bajar, con estrategias de coberturas ya sea calzando insumos, coberturas de precios, seguros, etcétera”.
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