Celebramos el crecimiento del stock vacuno y la meta alcanzada de tres millones de terneros. Ahora el propósito es mantener en forma el rodeo, es decir, que cumpla con el proceso deseado de crecimiento, engorde, faena y exportación a los mejores mercados. El Uruguay ha desarrollado sistemas que permiten mantener cargas vacunas altas y si a veces no se implementan en la cantidad deseada, hay que atribuirlo a la mala relación costo/beneficio.
Por otro lado contamos con capacidad industrial instalada para procesar “todo lo que se ofrezca”. A su vez hay un compromiso de la mano de obra con la eficiencia y la convicción que la armonía laboral beneficia a todos. Los tiempos de pandemia contribuyen a valorar las oportunidades de trabajo y bienestar general.
Sin embargo, lejos de llegar a un punto final de desarrollo, esperamos que los tiempos que corren marquen al momento presente como inicio de un camino de impulso y mayor crecimiento del sector. El sector ganadero debe continuar siendo el predominante de nuestro país, por volumen, por facturación, por inversión e iniciativa. Todavía creemos en la ventajas comparativas y competitivas: suelos, pasturas, clima, idoneidad del complejo cárnico, tecnologías de información y comunicación, innovación, cuidado del medio ambiente, bienestar animal, genética. Y mucho más, por cierto.
Para Uruguay el destino natural de los alimentos es el mundo: producimos para una población diez veces mayor que la nuestra
Pero los demás también juegan y no podemos detener la marcha para festejar batallas. Ayer fuimos los pioneros en liberarnos de la aftosa (sin vacunación). Hoy que ya no tenemos similar categoría, vemos como Brasil la ostenta en varios Estados. Fuimos los pioneros en trazabilidad. Tenemos un abanico casi completo de mercados. Nuestra carne es reconocida como excelente, sana, natural, acorde a las mayores exigencias. Pero ni somos ni seremos los únicos. Nuestro objetivo no es ganar batallas sino la guerra. La pandemia acentuará la guerra comercial, la guerra por los alimentos, por vender y por comprar, por generar trabajo y bienestar.
¿Lo haremos solos? ¿Por qué no ver a nuestros vecinos como socios? ¿Por qué no la mirada artiguista a nuestro futuro como naciones, esto es naciones con destino común? Ya lo dijo el Presidente Lacalle por estos días: “¿recuerdan cuando teníamos los puentes cortados?”
Cuando se manejó hace unos días la posibilidad de importación de ganado gordo brasilero, varios colectivos se mostraron en contra argumentando razones sanitarias, de origen humano (covid-19) y animal (¿aftosa?).
Tampoco se mira con simpatía la importación de asado argentino o cortes valiosos brasileros y paraguayos. ¿Qué dirán entonces nuestros vecinos de cuando les vendemos ganado gordo en pie, asados, picañas o cortes ovinos? ¿Estamos apostando a una pequeña batalla comercial bajo el pretexto de mantenernos limpios de cualquier contaminación? ¿Olvidamos que aún no hemos podido con la garrapata, la sarna, la brucelosis o la tuberculosis? ¿Olvidamos que para erradicar la bichera, la estrategia mejor es la regional, la continental y no meramente la nacional? Lo mismo con la aftosa.
No es el Uruguay Ganadero quien deba bloquear puentes ni construir muros. Porque en tal caso ganaremos pequeñas batallas pero perderemos la guerra. Nuestros argumentos para frenar importación de ganado hoy pueden ser los de los vecinos.
No es el Uruguay Ganadero quien deba bloquear puentes ni construir muros
Para Uruguay el destino natural de los alimentos es el mundo: producimos para una población diez veces mayor que la nuestra. Pero vender bien no es sencillo. Veamos un ejemplo del sector vitivinicultor: en julio pasado una empresa multinacional que produce cerveza en nuestro país, importó para vender en plaza setenta mil litros de vino argentino. Esa empresa es propietaria de bodegas en el país vecino y les recuerdo que en Uruguay el vino subsidia a la cerveza. Es evidente que quien paga esta circunstancia comercial adversa es el sector vitivinícola nacional. Esta situación no se arregla levantando muros sino desarrollando de manera inteligente sociedades con los canales de comercialización.
Quienes están en el negocio de la carne a nivel internacional ven hoy y con más fuerza en el futuro, una concentración cada vez más acentuada de los canales de comercialización (¿hace falta explicarlo a quienes conocen el negocio ganadero uruguayo?). La globalización trajo oportunidades y desafíos y es ingenuo esperar a aquéllas y descartar a éstos porque no gustan. La realidad exige cada vez más una mirada desprovista de prejuicios.
Entendemos que una consolidación de los sectores ganaderos de cada país en uno de carácter regional, bien estructurado, dinámico, flexible, con mirada al mundo, redundará en beneficio de cada uno de los países de la cuenca del Río de la Plata. Nadie dice con esto que se deban perder las identidades y características individuales. Pero sí utilizar en armonía las ventajas de cada uno, en beneficio de resultados potenciados por la sinergia.
No hacemos más que pensar con sentido común lo que la geografía propicia desde el principio, algunos intereses espurios trataron de impedir y grandes hombres soñaron como futuro inexorable.
*Ingeniero Agrónomo
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