Reclamó debates en un abanico amplio de instituciones, que contemple al Estado, a otras vinculadas al rubro, incluyendo las que representan a los pequeños productores, y la academia que nunca estuvo.
“Uruguay tiene un potencial muy grande para desarrollar una ovinocultura moderna, pero por distintas causas eso no ha sucedido, independientemente de la administración de turno. Ha faltado una política de Estado para el rubro y las instituciones que tradicionalmente han trabajado con el ovino no han estado a la altura de las circunstancias”, dijo el exdocente de la Facultad de Agronomía, Ing. Agr. Dr. Gianni Bianchi, al ser consultado por La Mañana sobre la situación actual del ovino en el país.
Hay “una serie de externalidades que están complicando seriamente a la oveja, que no dependen del productor, y que pasan por la comercialización”. Por ejemplo, “en este momento quien no tenga lana fina no sabe qué hacer con ella y estamos hablando de casi el 70% de la zafra nacional. En la carne la situación tampoco es alentadora: en pocas semanas pasamos de un cordero de US$ 5 a US$ 2,80/kg en 4ta balanza, y hay frigoríficos que no levantan el cordero si supera determinado peso de carcasa. Las señales son desesperanzadoras y el mensaje dominante, más allá de lo que se dice en congresos y mesas redondas donde participa la industria habitualmente, es que para producir carne alcanza con el más o menos por ciento”, comentó, y explicó: “Vale casi lo mismo si es un borrego de razas laneras que estuvo por lo menos dos años en el campo perdiendo y ganando peso frente a un cordero de 5-6 meses de edad donde el productor además de invertir en razas de carne especializadas uso mejoramientos forrajeros para que sus animales engorden y se terminen rápidamente. En todos los congresos o seminarios -sin ir más lejos el que se realizó hace un par de semanas organizado por el SUL- se sostiene que hay que desestacionalizar la oferta de corderos, producir carcasas más pesadas y bien terminadas, que el ovino es flor de negocio, que es la carne que vale más en el mundo, etc., pero lo cierto es que a la hora de la verdad -la comercialización- el mensaje se desmorona. Eso pasa un año y otro también”.
Volviendo a la lana, dijo que “una pregunta interesante para hacerle a la industria topista nacional es si piensan cubrir sus necesidades mayoritariamente trayendo lana en admisión temporaria, porque el 70% de lo que se produce en Uruguay aparentemente no sirve”, insistió. “De hecho, cuando se analiza la importancia del rubro en la economía nacional y se muestra el ingreso de divisas por venta de lana del país, no siempre se discrimina cuánto de eso corresponde a lana que en realidad no es uruguaya”.
Generar un gran programa nacional con la participación de todos
“Nueva Zelanda, que siempre miramos pero poco copiamos, presenta una estructura racial dominada por lanas gruesas”, su estrategia “ha sido trabajar con arquitectos y diseñadores de interiores para asegurar que se considere la lana nacional cuando se realizan proyectos de construcción y renovación. La lana presenta características únicas que se pueden aprovechar con ese destino: es natural, es segura, resistente al fuego, reduce la electricidad estática casi al doble de lo que lo hace el nylon, acrílico o polyester, absorbe y bloquea los contaminantes del aire más que ninguna otra y es de las fibras más aislantes en lo térmico como acústico”.
Por lo tanto, “de alguna forma habrá que contrarrestar los costos básicamente de esquila y ahí las alternativas pasan por producir mucha carne de modo tal de diluir costos, o por pensar en introducir razas deslanadas, que además de ser carniceras, necesariamente sean maternales”.
En cualquier caso, “desde hace tiempo, la interinstitucionalidad debería estar pensando qué hacer con la oveja y con los productores que hay atrás”. Hoy, quien no tenga Merino o sea muy eficiente en la producción de carne, “está complicado y son muchos los que lo están. Es necesario generar un gran programa nacional de desarrollo del rubro donde participen todos”, ósea “todos, además de los que hasta ahora han participado y han fracasado rotundamente”, enfatizó.
La comparación de Uruguay con Australia y Nueva Zelanda
Sobre Australia y Nueva Zelanda, dijo que “ambos países han tenido una reducción considerable de stock pero han respondido en forma diferente a Uruguay”, señaló el Bianchi.
“Para empezar, en ninguno de esos países existe el doble propósito cuando en Uruguay fue históricamente el caballito de batalla. Hay que recorrer las dos islas de Nueva Zelanda para encontrar un Corriedale puro, y es bueno recordar que fue allí donde se originó” esa raza.
Cada año, delegaciones de técnicos y productores “viajan a Australia y Nueva Zelanda, de donde llegan maravillados con lo que ven, pero cuando bajan en el aeropuerto de Carrasco la mitad de las cosas que vieron se olvidan”.
“Australia ya tenía lana fina cuando bajó su producción y la reconvirtió a más fina, produce menos lana, pero de mayor valor. En el caso de la carne, el cordero australiano que domina el mundo, con el neozelandés, es en base a una oveja Merino que se cruza con Border Leicester, un biotipo maternal carnicero, que aumenta la prolificidad de las hembras resultantes a las que se las vuelve a cruzar ahora de forma terminal con Poll Dorset o White Suffolk para producir una carcasa muy pesada, pero sin exceso de grasa. Es precisamente con estas carcasas que abastecen particularmente el mercado japonés y americano. Esas carcasas tienen un piso de 24 y un techo de 30 kg”. Sin embargo, acá la industria con el compartimento ovino cuyo destino es precisamente el mercado americano “colocó primero topes en 18 kilos, después lo llevó a 22 kilos, y nadie ha sabido explicar razonablemente por qué sucede eso”.
Por otra parte, Nueva Zelanda “tiene una señalada de 130% o 140%, nosotros estamos en 70%, o sea que necesitamos casi 2 ovejas para tener un cordero. Sus carcasas son también bastante más pesadas que las de Uruguay”.
Temas para debatir
Mientras tanto, nosotros, “además del problemón con la mayoría de la lana que producimos, estamos estabilizados en un piso histórico de 6 millones de ovinos, con pocos corderos, problemas de peso de carcasa, heterogeneidad de las mismas, con dificultades en la conformación y en la terminación. Esto está publicado en las auditorías de la cadena cárnica ovina que realizó INIA, pero que parecería que pocos analizan”.
Bianchi señaló que los problemas no se limitan solo a la comercialización o a los malos indicadores productivos, también “aparecen en la última encuesta ganadera del Ministerio de Ganadería que se realizó en el 2018 y que está disponible en internet. En forma resumida se puede decir que solo 3 de cada 10 productores utiliza carneros con DEP, que es la información genética proveniente del programa nacional de mejoramiento que llevan adelante SUL e INIA. Sin embargo, hay satisfacción porque se suman más cabañas o ejemplares año tras año. ¿De qué sirve eso, si luego no se utiliza por los productores para derramar la genética generada en el ápice de la pirámide? Tan solo 5 de cada 10 productores revisa sus carneros antes del servicio, más o menos la misma cantidad recurre al estado corporal como herramienta para decidir cómo manejar la encarnerada o el período final de la gestación. Menos de 1 de cada 10 productores realiza diagnóstico de gestación o utiliza parideras o encierros al parto; 1 de cada 10 recurre a animales de guarda para minimizar el ataque de zorros, carancho, perro, etc. ¿A quién le puede entonces llamar la atención que los indicadores promedios del país sean tan malos?”, se preguntó.
Son “muchos los temas para debatir sobre la oveja, pero aquí se niega el debate y al que piensa distinto lo ponen como a alguien que está por la negativa. En ese sentido tenemos una gran mediocridad, no puede ser que por pensar distinto quedés como el enemigo. La respuesta sistemática a cualquier planteo que pretenda romper con la inercia ha sido el silencio” en tanto que “la investigación en Uruguay y la urgencia de desarrollar un programa de nacional para el rubro ovino están ausentes”.
Es necesario integrar a todos los que de alguna u otra forma están vinculados a la oveja. Lamentablemente se han diezmado los departamentos de investigación que otrora funcionaban en el país, no solo en el SUL, sino también en la Udelar, particularmente en la Facultad de Agronomía. En esta Institución insólitamente se decidió sacar la disciplina de la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni”.
Concluyó señalando que “sin investigación local seria e independiente que interactúe con los técnicos que trabajan con los productores, es muy difícil salir adelante”.
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